Hace 11 años, los cubanos y parte importante del planeta quedaron atónitos. La noche del 31 de julio de 2006 el entonces secretario personal de Fidel Castro, Carlos Valenciaga, anunció por cadena nacional que el líder cubano había sido sometido a una operación de urgencia para contener una hemorragia intestinal y que por lo tanto Raúl Castro quedaba al mando de la isla, por primera vez en 47 años. Dos años más tarde, Raúl asumió de manera formal la Presidencia, siempre con la mente puesta en que sólo estaría una década como gobernante de la isla. En el intertanto, La Habana impuso un modelo de transición al estilo de Deng Xiaoping, el dirigente chino que emprendió las reformas de liberalización de la economía socialista, pero que en sus últimos años debió gobernar desde su lecho de enfermo, aquejado por la enfermedad de Parkinson.
Si en su momento Fidel fue como el dirigente chino, ahora Raúl también podría emular a Deng Xiaoping. Ello, porque el gobernante cubano dejará este jueves la Presidencia, pero no el poder, ya que se espera que continúe hasta el año 2021 como primer secretario del Partido Comunista. De hecho, Fidel hizo exactamente lo mismo, ya que recién dejó su puesto en el PCC, el 19 de abril de 2011.
La era "raulista" no ha terminado aún. Se espera que su sucesor, probablemente su delfín político Miguel Díaz-Canel, seguirá sus "recomendaciones", mientras que el "socialismo sostenible" que impulsó en su era será el guión en el Palacio de la Revolución.
Antiguo estalinista y luego admirador de la "vía china", Raúl, de 86 años, terminó convertido en lo que no muchos esperaban: un pragmático que impulsó reformas, que le dio alas a emprendimientos privados y que se anotó un golazo con el histórico restablecimiento de las relaciones diplomáticas con Estados Unidos, el "imperio".
"Son más importantes los frijoles que los cañones", se comenta que dijo en su momento, una frase que sintetiza la ideología raulista. No por nada, a fines de los 90, cuando ya había pasado lo peor del "período especial" post derrumbe de la Unión Soviética, Raúl pasó un tiempo en China estudiando precisamente a Deng Xiaoping.
Si al comienzo de su gestión la sombra de Fidel fue implacable, pronto el líder histórico de la revolución terminó más preocupado de las relaciones internacionales y sus "reflexiones" que en el día a día de Cuba. Raúl, de pocas apariciones públicas, escasas sonrisas y sin el carisma de su hermano, en su primer gran acto político, en septiembre de 2016, exigió a los dirigentes ser autocríticos y escuchar los reclamos de los cubanos, "aunque no agrade lo que nos digan". También, apenas 18 días después de asumir, lanzó su primer mensaje de reconciliación con Washington, que en marzo de 2016 se materializó con la visita de Barack Obama a La Habana.
Reformas incompletas
Aunque mantuvo el sistema de partido único, el monopolio de los medios estatales y "poca tolerancia a la disidencia pública" según consigna la agencia Reuters, Raúl apostó por la apertura económica. De alguna manera ya lo había hecho cuando, siendo ministro de Defensa, impulsó que empresas del Ejército introdujeran prácticas más propias del "capitalismo". La idea era "resolver", como dicen los cubanos.
Siendo Presidente, Raúl facilitó los viajes de los cubanos y levantó las prohibiciones que por años agobiaron a la población de la isla. Así, autorizó la compra de viviendas, de celulares, de computadores, de autos y electrodomésticos. Al mismo tiempo, dio facilidades a los trabajadores por cuenta propia, que hoy suman alrededor de 580 mil, sobre un total de 11 millones de cubanos.
En su deseo de actualizar el modelo económico cubano, que quedó en el suelo tras el desplome soviético, el turismo repuntó, recortó parte del aparato estatal (aunque la economía está controlada en un 80% por el Estado), renegoció la deuda externa de US$ 11 mil millones y aprobó una normativa para rebajar los impuestos a los inversores extranjeros.
Sin embargo, Cuba aún carga con problemas como el embargo estadounidense, la dependencia estatal de las zonas rurales, la falta de infraestructura y repuestos y la doble moneda, que en la práctica ha provocado divisiones de clase social, entre quienes tienen acceso a dólares y los que no.
Sin el personalismo de Fidel, Raúl incluso admitió en marzo pasado haber cometido "errores" e "insuficiencias" en las medidas económicas. En ese sentido, dijo que todas las reformas "están siendo revisadas".
En el plano más político, limitó a 70 años la edad máxima para ejercer cargos de dirección en el Partido Comunista -eso sí a partir de 2021- al igual que puso un máximo de dos períodos consecutivos de cinco años para los cargos más importantes. Tampoco le tembló la mano cuando en 2009 destituyó a dos pesos pesados del régimen: el vicepresidente Carlos Lage y el canciller Felipe Pérez Roque, quienes estaban en la primera línea de poder, pero habrían sido sorprendidos dando declaraciones comprometedoras sobre los hermanos Castro.
"Raúl Castro va a ceder un poder importantísimo, pero permanecerá como un actor de veto, jugando un papel moderador y estabilizador en la consolidación de los nuevos grupos", comentó a La Tercera Arturo López-Levy, ex analista del gobierno cubano entre 1992 y 1994.