La consulta, que había sido acordada hace 30 años, cuando el territorio estaba amenazado por una guerra civil entre los autóctonos canacos y los colonos, marcó una etapa importante de uno de los territorios de ultramar más prósperos de Francia, gracias en buena medida a sus importantes reservas de níquel.
Para los independentistas, la derrota no significa el final de su proyecto, pues los acuerdos de Noumea, firmados en 1998, prevén la celebración de otros dos referendos en los cuatro próximos años.
El presidente francés, Emmanuel Macron, que se había mantenido al margen de la campaña, mostró nada más conocer los resultados su "orgullo" por el escrutinio que interpretó como "una muestra de confianza en Francia, en su futuro y en sus valores".
Consideró que "el diálogo es el único camino posible" entre las dos grandes sensibilidades y recordó que para animarlo el primer ministro, Édouard Philippe, llegará mañana a Noumea, capital del archipiélago, para reunirse con los diferentes líderes políticos.
Macron aseguró que en este referéndum los únicos derrotados fueron "la división y el miedo", frente a "la paz y el espíritu de diálogo y responsabilidad de todos", que se tradujo, a su juicio, en una "participación excepcional".
El presidente francés dijo entender la "decepción" de los independentistas y se comprometió a trabajar para garantizar "la dignidad de todas las capas de la sociedad".
El resultado del voto puede leerse en clave de origen y de condiciones socioeconómicas. El "no" se impuso con más ventaja en el sur del país, la parte más próspera y donde viven más colonos, mientras que fue minoritario en el norte, más deprimido y con un mayor porcentaje de canacos.
Los partidarios de la independencia consideraron que el resultado es "una nueva etapa" hacia la separación de Francia, marcada por descenso de los unionistas.
"El pueblo se ha despertado, estamos a dos palmos de la victoria", aseguró el líder independentista Alosio Sako, que señaló que los votos separatistas no paran de crecer.
Puso como ejemplo la capital, donde los independentistas no habían pasado nunca el 10 % de los votos y que en el referéndum rozaron el 20 %.
Por ello, aseguró que reclamarán un nuevo referéndum dentro de dos años, tal y como les permiten los acuerdos de Noumea.
En el campo unionista consideraron que, aunque menos importante de lo anunciado, el rechazo a la independencia es masivo, al tiempo que negaron el avance separatista.
El porcentaje logrado por sus tesis, señalaron, es similar al de los comicios locales de los últimos años, lo que les permite tener una mayoría cómoda en la cámara legislativa local.
Si los independentistas han obtenido más votos de los que preveían los sondeos es, a su juicio, porque el censo electoral para el referéndum otorgaba un mayor peso a los autóctonos, puesto que solo permitía votar a aquellos residentes en el archipiélago desde 1994.
Para los unionistas, la perspectiva de otro referéndum en 2020 solo contribuiría a dividir la sociedad y crear incertidumbre en los mercados internacionales, con la consiguiente pérdida de contratos, en un momento en el que el níquel afronta la competencia de otros mercados.
Francia había enviado a la isla un importante contingente policial en previsión de revueltas con motivo del escrutinio.
Incidentes que no se produjeron, al margen de la quema de uno vehículos en un aparcamiento de la capital y el lanzamiento de piedras registrados en algunas mesas electorales.