En medio de una cumbre de países caribeños, el secretario de Estado norteamericano, Antony Blinken, hizo un llamado a la comunidad internacional para apoyar a Haití, país que sufre una crisis de violencia y pandillas desde hace ya años, y que ha venido empeorando en 2023.

En Trinidad y Tobago, el jefe de la diplomacia de Estados Unidos se reunió con el primer ministro haitiano, Ariel Henry, a quien dijo: “Estados Unidos apoya firmemente al pueblo haitiano en estos momentos tan difíciles. Pero es imperativo que la comunidad internacional se una para apoyar a Haití”.

Henry ocupa el cargo desde julio de 2021, luego del asesinato del Presidente Jovenel Moïse. Por esto mismo, no se han realizado elecciones desde 2016, y sin encontrarse las condiciones mínimas para que se lleven a cabo, el jefe del Ejecutivo ha estado pidiendo una intervención internacional en el país desde así casi un año. El problema: luego de las intervenciones anteriores que ha vivido Haití, no hay gobierno extranjero que quiera liderar otra.

Antony Blinken visitando Trinidad y Tobago. Foto: AP

Precisamente, la ONU se viene haciendo eco de la petición de Henry, llamando a los países a que se envíe una fuerza de seguridad. El secretario general de las Naciones Unidas, António Guterres, estuvo la semana pasada en Puerto Príncipe: “Hago el llamado a la comunidad internacional para que continúe apoyando a Haití, y eso, con una fuerza internacional que pueda sostener a la Policía Nacional”.

Guterres pidió este jueves una fuerza internacional robusta para ayudar a combatir las bandas armadas de Haití y restaurar la seguridad en la empobrecida nación. Señaló que el cálculo de un experto de la ONU, de que Haití necesita hasta 2.000 policías antipandillas adicionales, no es una exageración.

Al enfatizar que la ONU no está pidiendo una fuerza militar o una misión política, Guterres hizo un llamado a los miembros del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas y a los posibles países contribuyentes a “actuar ahora” para desplegar una fuerza multinacional para ayudar a la Policía Nacional de Haití a “derrotar y desmantelar las pandillas”.

William O’Neill, un experto independiente de la ONU para Haití que el miércoles concluyó un viaje de 10 días al país, estimó que Haití necesita entre 1.000 y 2.000 policías internacionales con experiencia en bandas criminales organizadas y su financiamiento, así como en secuestros y operaciones urbanas. Destacó que la calidad de los oficiales es más importante que la cantidad.

Octubre de 2022 fue el momento crítico en que Ariel Henry solicitó el despliegue de una fuerza armada extranjera en su país, frente al control de facto que ejercen las pandillas. De momento, no se ha organizado tal fuerza, y desde las Naciones Unidas, más allá del apoyo de Guterres, lo que se ha hecho se reduce a sanciones contra los líderes de las bandas.

Se cree que, de momento, el 80% de Puerto Príncipe está controlado por las pandillas. En la capital haitiana se han disparado los asesinatos, violaciones y secuestros. Uno de los problemas que tiene el Estado para recuperar el control del país es la infradotación de la Policía Nacional, que cuenta solo con 13 mil agentes en activo, considerando los más de 11 millones de habitantes del país.

La situación ha llevado a que algunos haitianos, cansados de la violencia, hayan realizado levantamientos para matar a los presuntos miembros de las bandas, como hace un par de meses, cuando 12 de ellos fueron quemados vivos a la luz del día.

El secretario general de la ONU, António Guterres, durante la 45° cumbre de la Comunidad del Caribe (Caricom) en Trinidad y Tobago. Foto: AP

En ese sentido, mientras António Guterres y Henry piden una fuerza de seguridad internacional, el discurso de Estados Unidos se mantiene en la idea de reforzar las fuerzas locales. A la cadena francesa RFI, el politólogo Joseph Harold Pierre comentó la situación del país caribeño: “Un Estado se define mínimamente por su capacidad de asegurarles la seguridad a los ciudadanos, y el Estado haitiano no puede dar seguridad a sí mismo, muchísimo menos a la población. Es triste decirlo, pero las grandes democracias, Reino Unido, Francia, Estados Unidos, primero han formado las instituciones y luego vinieron las elecciones o vino la democracia, por lo que en el contexto haitiano no se puede imponer la inversa. O sea, no se puede hablar de democracia sin que previamente hayan existido instituciones en Haití”.

A pesar de eso, Harold Pierre ve difícil que ocurra la intervención militar que pide el primer ministro: “Lo más importante en Haití ahora sería una intervención militar. Yo sé que eso no es posible por intereses estratégicos internacionales. Lo que nos queda es un reforzamiento a la policía. Creo que eso sí es factible y es lo que estamos esperando”.

Por su parte, Peter Hakim, presidente emérito de Diálogo Interamericano, considera que la posición norteamericana debería apuntar a “conseguir un acuerdo mínimo, crear un gobierno interino”, en miras a poder tener elecciones de acá a máximo dos años.

El primer ministro Ariel Henry durante un evento conmemorando la muerte de Touissaint Louverture, líder de la revolución de independencia en Haití. Foto: Reuters

Mientras todo esto se discute, la situación en Haití dista de mejorar. La directora ejecutiva de la Unicef, Catherine Russell, visitó el país caribeño. “Grupos armados violentos controlan más del 60% de la capital y grandes partes de la zona agrícola del país”, indicó.

La abogada detalló: “Los haitianos de nuestro equipo en el país me han dicho que la situación nunca ha estado tan mal como ahora: hambre y desnutrición sin precedentes, parálisis económica, resurgimiento del cólera e inseguridad generalizada que crea una espiral de violencia”.

En este momento, 5,2 millones de personas necesitan ayuda humanitaria en Haití: cerca de la mitad de la población. De estas personas, indicó Russell, tres millones son menores de edad. ”Las mujeres y menores mueren, los colegios y locales públicos que deberían ser refugios ya no lo son. El mundo, colectivamente, abandona al pueblo haitiano, y si no tomamos medidas inmediatas es difícil imaginar un futuro decente para esta población”, aseguró.