“Todo lo que quiero para Navidad es un acuerdo rápido del Brexit ahora”, decía un funcionario europeo -consignado por The Telegraph- aludiendo a la ya clásica canción de estas festividades. Y finalmente se logró en la víspera.
Porque si la noche del miércoles todos los observadores del Brexit se fueron a dormir con la esperanza y, casi certeza, de tener un acuerdo comercial entre Reino Unido y la Unión Europea durante la mañana de este jueves, a medida que transcurría la jornada, crecía la desesperación. El periódico -con mucha cercanía al número 10 de Downing Street- señaló que la última etapa de las negociaciones del Brexit había sido retrasada porque la Comisión Europea había utilizando cifras desactualizadas para calcular la reducción en la cantidad de pescado que los estados miembros pueden capturar en aguas de Reino Unido después del 1 de enero, que es cuando Londres debe abandonar la unión aduanera y el mercado único.
Finalmente, cuando faltaban 15 minutos para las 15.00 en Reino Unido y las 16.00 en el continente, se anunció una conferencia de prensa. Tras nueve meses de agotadoras negociaciones, el acuerdo se había logrado.
Este pacto histórico, que definirá la futura relación comercial entre ambas partes, se negoció desde marzo. Reino Unido, que abandonó oficialmente la UE el 31 de enero, cortará así definitivamente sus lazos con el bloque el 31 de diciembre.
“Este fue un camino largo y tortuoso, pero tenemos un buen acuerdo que mostrar. Es un pacto justo, equilibrado y es lo correcto y responsable que ambas partes teníamos que hacer”, dijo Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, en una conferencia de prensa en Bruselas.
El premier británico, Boris Johnson, por su parte, tuiteó una foto con sus pulgares arriba en señal de celebración con el siguiente mensaje: “Todo lo que se prometió a los británicos durante el referendo de 2016 y en las elecciones generales del año pasado se cumple con este acuerdo. Hemos recuperado el control de nuestro dinero, fronteras, leyes, comercio y nuestras aguas de pesca”.
El complejo texto de acuerdo, repleto de detalles técnicos y unas 2.000 páginas, según medios británicos, tendrá aún que ser ratificado por el Parlamento Europeo y los diputados británicos de Westminster. Estos últimos deberían recibir la orden de interrumpir sus vacaciones de Navidad para volver a la cámara a principios de la próxima semana.
Gracias a la aplastante mayoría parlamentaria del Partido Conservador de Johnson, obtenida hace un año con la promesa de “llevar a cabo del Brexit”, el texto tendría garantizada su aprobación en Reino Unido. Sin embargo, hay algunos rebeldes a quienes tiene que convencer.
Se desconoce cuándo se reunirá el Parlamento Europeo, pero el acuerdo podría entrar en vigor provisionalmente sin su ratificación a la espera de su regreso en enero.
Fueron tres puntos del pacto que requirieron una mayor participación política por parte de la Comisión Europea y de Downing Street: gobernanza del acuerdo, igualdad de condiciones y pesca. En los dos primeros puntos la Comisión Europea ha logrado finalmente concesiones que consideraba claves, como es un compromiso relacionado con las ayudas de Estado o un mecanismo de “no regresión” en materia de estándares laborales y medioambientales. También una gobernanza que permita tomar represalias cruzadas.
Sin embargo, fue el último punto, el relacionado con la pesca, el que hizo temer lo peor, que no se llegara a un acuerdo. Establecer el acceso de los pesqueros europeos a aguas británicas y las cuotas de pesca fue un asunto crucial. Si bien el tema no posee un gran peso económico es relevante a nivel político, tanto para Reino Unido como para otros Estados miembros costeros, como Francia.