Bastó con que el influyente y poderoso líder clerical chiita Muqtada al-Sadr asegurara que se retiraría de la política iraquí para que sus seguidores irrumpieran ayer en el palacio de gobierno en Bagdad a modo de protesta. Un alto funcionario médico dijo que al menos 15 manifestantes murieron en los enfrentamientos con las fuerzas de seguridad, y se registraron decenas de personas heridas, afirmó The Associated Press.
Al-Sadr y sus cercanos políticos emergieron como los grandes vencedores de las elecciones de octubre de 2021, cuando lograron el mayor número de escaños parlamentarios. Pese a esto, no fue lo suficiente para lograr convertirse en un gobierno mayoritario, y en los meses previos ya había amenazado y concretado movimientos similares al visto este lunes.
Con la salida de Muqtada al-Sadr del escenario político de Irak, la crisis política que aqueja desde hace meses al país se profundiza aún más. Las dificultades para conformar un gobierno de mayoría, así como el temor por la utilización de la violencia como moneda política, son parte de los desafíos para las próximas semanas.
El asalto al palacio
Enojados y envalentonados por la noticia, fueron cientos de iraquíes los que decidieron reunirse en masa en el Palacio Republicano para protestar por los lujosos salones y pasillos de mármol blanco. Valiéndose de cuerdas, los manifestantes derribaron las barreras de cemento que protegían el lugar y rompieron las puertas del palacio. “Por la presente anuncio mi retirada definitiva”, había dicho Al-Sadr, y con eso bastó para que se desatara un asalto al que fuera el palacio de Saddam Hussein.
El Ejército iraquí anunció minutos después de iniciados los desórdenes un toque de queda que rige desde las 19:00, y pidió a los partidarios del líder chiita una rápida retirada de la sede gubernamental. Por otro lado, el primer ministro interino y aliado de Al-Sadr, Mustafa al-Kadhimi, anunció la suspensión de todas las reuniones de gabinete hasta próximo aviso debido a los disturbios.
Videos mostraban a los seguidores saltando a la piscina del lugar y entrando a las piezas destinadas a que los líderes políticos de Irak decidan el destino del país. Según The Associated Press, al menos 15 personas resultaron heridas por disparos, mientras que una docena más se vio afectada por los gases lacrimógenos que inundaron el palacio, como también por los choques con la policía antidisturbios iraquí.
Sin embargo, agencias internacionales reportaron que los enfrentamientos no solo se dieron con las fuerzas de orden, sino que también hubo cruces entre los seguidores de Muqtada al-Sadr y grupos rivales apoyados por Irán, país clave en el devenir político de Irak, tanto en los últimos años, como en los últimos meses.
Cuando anochecía, una milicia leal a Al-Sadr se enfrentó a las Fuerzas de Movilización Popular, grupo paramilitar autorizado por el Estado que está alineado políticamente con Teherán. The Associated Press reportó el uso de ametralladoras, morteros y granadas propulsadas por cohetes.
Una táctica política reutilizada
El repentino retiro de este poderoso clérigo chiita se enmarca en un conflicto que se arrastra desde su victoria en octubre de 2021. Al no obtener una mayoría absoluta, debía negociar con sus rivales políticos al interior de la misma corriente de los chiitas.
Con una población mayoritariamente musulmana, en Irak son dos las corrientes principales: la sunita y la chiita. Tras la invasión liderada por Estados Unidos en 2003, el statu quo previo en el que los sunitas gobernaban a la población se revirtió. Hoy, la disputa se centra en saber quién logra la hegemonía política al interior de los chiitas en Irak, donde la influencia de Teherán juega un papel importante.
Durante julio de este año, Muqtada al-Sadr ya había realizado una muestra de poder cuando cientos de manifestantes irrumpieron en el Parlamento para impedir que sus rivales de Marco de Coordinación votaran por un gobierno, agrupación dirigida por el rival y ex primer ministro Nouri al-Maliki, quienes están alineados con Irán.
Su oposición tanto a la influencia de Estados Unidos como a la de Irán, así como una retórica nacionalista, le han valido un amplio apoyo entre la ciudadanía, lo que se vio reflejado en las elecciones de octubre de 2021. Incluso afirmó que ningún político que haya estado en el poder desde la invasión estadounidense en 2003 debería ocupar un cargo público, reportó Reuters.
Según The Associated Press, esta forma de hacer presión se convirtió en una herramienta política para el líder chiita, quien ha pedido elecciones anticipadas y la disolución del Parlamento, sin descartar que sea un farol para lograr mayor influencia en un escenario político cada vez más estancado. Una circular a la que EFE tuvo acceso, detallaba que el clérigo sabía del caos que se podía desatar, por lo que ordenó que ningún portavoz hablara ni utilizara sus redes sociales para no involucrar al movimiento en los actos.