Este sábado se confirmó el fallecimiento a los 95 años del papa emérito Benedicto XVI, quien fue el primer sumo pontífice en renunciar al cargo -que ostentó entre los años 2005 y 2013- en 600 años.
Su muerte ocurrió pasadas las 9 de la mañana, cuando se encontraba en su habitación emplazada en el primer piso del monasterio Mater Ecclesiae, en el Vaticano.
Fuentes del Vaticano confirmaron a la corresponsal del diario argentino La Nación en Roma las últimas palabras de Benedicto XVI: “Jesus, ich liebe dich” (“Jesús, te amo”, en alemán).
De acuerdo al medio transandino, tras confirmado el deceso, el secretario privado de Benedicto XVI, el arzobispo Georg Ganswein, le informó telefónicamente lo sucedido al Papa Francisco, quien concurrió hasta el lecho de muerte de su predecesor para brindarle una bendición final y rezar en silencio junto a su cuerpo. Posteriormente, mandató al arzobispo Gaswein que se contactara con el director de la Sala de Prensa, Matteo Bruni, para que la noticia se difundiera a la brevedad.
Según reporta La Nación, en el cuarto de Ratzinger se encontraban dos médicos y dos enfermeros, cuatro mujeres consagradas del grupo Memores Domini –Carmela, Loredana, Cristina y Rossella-, y su secretaria sor Birgit Wansing.
La muerte de Benedicto XVI ocurre a casi una década de anunciar su dimisión del papado, al argumentar que su salud le impedía cumplir en plenitud sus funciones, pese a que se mantuvo lúcido y activo durante gran parte de los últimos diez años. Sólo en el último tiempo su condición comenzó a deteriorarse y el miércoles 28 de diciembre el Papa Francisco pidió rezar por su salud. Figura clave de los últimos 60 años, Ratzinger revolucionó a la Iglesia Católica con su decisión de renunciar y fue un férreo impulso de la lucha contra los abusos de sacerdotes.