El Rey Carlos conmemorará el viernes en privado el primer aniversario de la muerte de su madre, la Reina Isabel II, y de su ascenso al trono, pasando el día en silencio en la residencia real escocesa donde la difunta monarca falleció el año pasado.
Isabel, la soberana más longeva de Reino Unido, falleció a los 96 años el 8 de septiembre en el castillo de Balmoral, su amado refugio de verano en Escocia, lo que provocó 10 días de luto nacional entre condolencias y homenajes en todo el mundo por su reinado de 70 años.
Carlos, quien ocupó el trono de Reino Unido y de otros 14 países, entre ellos Canadá, Australia y Nueva Zelanda, no tiene previsto asistir a ningún acto ceremonial, ni tampoco habrá ninguna reunión familiar privada para conmemorar su “Día de la Ascensión”.
Sin embargo, como es habitual en estas ocasiones reales, se dispararán salvas de artillería en un parque londinense y en la Torre de Londres.
El primer ministro, Rishi Sunak, dijo que los pensamientos de la nación estarían con Carlos y su familia en “el solemne aniversario”.
La discreción con la que Carlos ha afrontado el día está en línea con la forma en que Isabel solía celebrar su llegada al trono, sin considerar el acontecimiento como algo que celebrar, ya que era un recordatorio de la inesperada muerte de su padre Jorge VI.
La muerte de la reina el año pasado supuso el fin de una era para Reino Unido y, a pesar de su edad, conmocionó a la nación. Durante sus siete décadas en el trono, se había convertido no sólo en la figura emblemática en Reino Unido, sino también en una presencia destacada en la escena mundial.
Había trabajado hasta su fallecimiento, nombrando a Liz Truss como su 15ª Primera Ministra sólo dos días antes de su muerte.
El primer año de Carlos en el trono ha estado marcado por su coronación, el mayor acontecimiento ceremonial de Reino Unido durante generaciones, lleno de pompa y esplendor.
Aunque las encuestas sugieren que la mayoría de los británicos tienen una opinión favorable de su reinado hasta ahora, las generaciones más jóvenes parecen estar mucho menos entusiasmadas.
También sigue lidiando con problemas dentro de su familia, sobre todo las diferencias con su hijo menor, el príncipe Harry, y su esposa Meghan, y lo que debe hacer con su propio hermano menor, el príncipe Andrés, que tuvo que abandonar sus funciones reales por su amistad con el convicto agresor sexual Jeffrey Epstein.
“El vínculo entre el país y el monarca es sagrado”, dijo Sunak. “Perdura. Así que, mientras sigamos llorando el fallecimiento de su difunta majestad, debemos estar orgullosos de que este notable legado de servicio -y este notable vínculo- siga creciendo hoy bajo el reinado de su majestad el rey”.