Ricardo López Murphy, ministro de Economía durante 15 días en el gobierno de Fernando de la Rúa (1999-2001), cree que el tiempo le dio la razón. Así lo ha hecho saber en sus diversas apariciones públicas en las que comenta la actual crisis económica por la que atraviesa Argentina. Su plan de un fuerte ajuste fiscal en 2001 terminó por apurar su salida del gabinete. Hoy, de visita en Chile para participar del primer foro liberal internacional organizado por el think tank Horizontal, López Murphy indica a La Tercera que los problemas que vive hoy Argentina, especialmente la drástica caída de los precios, implican que "el nivel de vida que podíamos tener ya no lo podemos tener. Eso ni Macri ni éste (Alberto Fernández) se animan a reconocer".

Las cifras económicas llegaron a niveles críticos durante el gobierno de Mauricio Macri, ¿en qué falló su gestión?

Creo que hubo un error de diagnóstico sobre dos problemas muy serios que fueron la herencia recibida y la magnitud del shock externo que recibió América del Sur en el segundo semestre de 2014. Los precios básicos de las exportaciones argentinas cayeron y eso obligaba a una corrección muy grande. El gobierno nunca registró que habían esos problemas, más los problemas que venían de la experiencia populista en el sentido de una aguda descapitalización de la economía. Ustedes lo sufrieron porque esas malas políticas terminaron cortándole el gas a Chile. Agréguele a eso el deterioro de la infraestructura, la pérdida total de las reservas al Banco Central. Frente a eso, el gobierno adoptó una actitud superficial, frívola, sin mirar lo que eso implicaba para la economía. Y después hubo una opción siempre de postergar los problemas hasta que se les cortó el crédito internacional. Ahí, de golpe tuvieron que hacer una corrección. Siempre esas correcciones producen una caída grande de la actividad económica y eso genera un clima social muy negativo. Hemos tenido un retroceso extraordinario. Si hubiéramos crecido en 1974 y la actualidad al ritmo que creció Chile, seríamos más ricos que Australia.

¿Usted destacaría algún logro o avance durante la era Macri?

Yo en general fui muy negativo. El día que lo vi asumir con los globitos y el bailecito dije: éste no ha registrado los problemas que tenemos. Sí creo que hubo algunas cosas que mejoraron, por ejemplo, haber desbloqueado y quitado la persecución a toda la cadena de valores y a toda la industria de la carne. Hemos reconstruido nuestra capacidad exportadora en una de las industrias donde deberíamos ser el ejemplo del mundo, una cosa que es disparatada pero tengo que decirla. Con el Presidente Macri se sanearon las estadísticas. Éramos famosos porque hacíamos trampa con las estadísticas.

Alberto Fernández logró llegar a la Casa Rosada mostrándose como la esperanza para salir de la crisis, ¿cuánto tiempo cree que podría tardar?

Llegó también con un problema de diagnóstico y narrativa equivocada. Decía en la campaña que iba a bajar la remuneración de las letras del Banco Central para pagarle a los jubilados, y ahora ha ajustado a los jubilados para pagar las letras del Banco Central: está haciendo todo lo contrario a lo que dijo. No veo nada que revierta el estado tan negativo que tenemos. Todo lo que ha intentado ha sido un brutal aumento de impuestos sobre las exportaciones, sobre la inversión y sobre el empleo. Dígame, ¿cómo se crece en ese clima?

¿Cómo observa la ley de emergencia económica que lleva a cabo el gobierno para frenar la caída?

Es un gran impuesto sobre exportaciones, sobre inversión y sobre empleo. Eso tiene un costo extraordinario. O sea, ajusta a los jubilados y no lo hace con todos los privilegiados. Es todo un escándalo, pero bueno.

¿Cree que la crisis económica que ha sacudido a Argentina en los últimos años es comparable en alguna medida con la de 2001?

No, en este caso, es de factura propia. En el problema de 2001 lo que jugó fueron graves crisis internacionales, que afectaron a Chile también. La crisis asiática del 97 y la crisis rusa. Las dos crisis causaron la total devaluación brasileña que nos tumbó a Uruguay, Argentina y Paraguay. O sea, lo que hubo a fines de los 90 fue un tsunami que se abatió sobre nuestras costas. Yo en este momento no veo nada de eso. Los problemas que tenemos, más allá de la caída de precios que hubo en 2014, que eso es cierto, o sea, lo que no dice ni el gobierno anterior ni éste, es que los precios nuestros han caído drásticamente y eso implica que el nivel de vida que podíamos tener ya no lo podemos tener. Eso ni Macri ni éste se animan a reconocer.

¿Hacia dónde debiera dirigirse la política económica y social de Fernández?

Tenemos un problema serio en el sector externo. Somos un país muy vulnerable. Yo diría que el paquete tiene que ser muy impulsador de las exportaciones, de las inversiones, que son las que van a crear empleo genuino. Eso es: exportaciones, inversión, empleo, que va en la dirección opuesta del camino que ha tomado Fernández.

Con respecto a la deuda con el FMI, ¿cuáles son sus expectativas para las próximas conversaciones sobre la renegociación?

Yo creo que por ahí habría que haber empezado. Ahí hay una indefinición muy grande. Es difícil saber qué piensa el gobierno sobre eso. A veces uno escucha que el gobierno argentino pretende que le hagan un traje a medida, que se cree una nueva institucionalidad para Argentina. Esto es un sueño casi infantil, que todo el mundo se prepare para arreglarnos a los argentinos los problemas con un programa que a nadie se le ha dado.

La relación con Brasil se ha mostrado distante, mientras que Fernández se ha acercado a México. ¿Cuáles cree que deberían ser las prioridades en materia exterior?

Llevarse bien con los vecinos geográficos, esa es la política más inteligente. Eso es lo más inteligente que se puede hacer. Y cuando digo llevarnos bien, es en todo el espectro posible, es decir, tratar de ser socios de ellos, mejorar la infraestructura, integrarnos.