Un día después de que algunos de sus incondicionales partidarios irrumpieran en edificios públicos y del gobierno en Brasilia, en el peor ataque contra las instituciones estatales desde el regreso de la democracia al país en la década de 1980, el expresidente Jair Bolsonaro fue ingresado en un hospital en Orlando, Florida, con “dolor abdominal”, reportó el lunes el diario O Globo. En Brasil, el Dr. Antonio Luiz Macedo, que ha estado tratando a Bolsonaro desde el apuñalamiento que sufrió mientras hacía campaña por la presidencia en 2018, dijo que tiene una suboclusión u obstrucción intestinal, pero que es poco probable que necesite cirugía. “No es un caso grave”, dijo a Reuters.
Pero los temas de salud parecen ser lo menos preocupante para Bolsonaro en este momento. Malu Gaspar, columnista del diario O Globo, dijo que aliados del exmandatario temen que termine arrestado en algún momento de los próximos meses debido a los actos terroristas de sus partidarios, que el domingo invadieron la sede de los tres poderes en Brasilia, en un acto golpista.
Ante las escenas de vandalismo y depredación de bienes públicos, los aliados de Bolsonaro vieron que había un riesgo medio de arresto para el exjefe del Ejecutivo, pero, según ellos y ministros de tribunales superiores, ahora “la situación de Bolsonaro se ha vuelto extremadamente delicada”, escribió Gaspar en su columna. Apunta que el mayor temor en el círculo bolsonarista está con dos investigaciones en manos del ministro Alexandre de Moraes, del Supremo Tribunal Federal (STF): la investigación de fake news y las milicias digitales. “Creo que, a medio plazo, no se escapará”, evalúa un magistrado que seguía perplejo los acontecimientos en Brasilia.
Estos aliados y magistrados de Bolsonaro creen que las protestas golpistas colapsarán el capital político del exjefe del Ejecutivo, ya desgastado por su viaje a Estados Unidos mientras cientos de extremistas acampaban bajo la lluvia frente a los cuarteles contra el resultado de las urnas. “En el cálculo político de los fieles aliados, cuanto más vulnerable sea Bolsonaro y menos apoyo popular reúna, mayores serán las posibilidades de que se convierta en ‘presa fácil’ del Poder Judicial y acabe en la cárcel”, sostiene Gaspar.
En el plano político, el daño para Bolsonaro no es menor. Bela Megale, también columnista de O Globo, afirma que para los ministros del STF, los actos terroristas aumentan la posibilidad de que Bolsonaro no sea elegible. “Para tres magistrados escuchados por la columna, los atentados terroristas ponen aún más presión sobre Bolsonaro en las aproximadamente 30 acciones que tramitan en el Tribunal Superior Electoral (TSE) con el potencial de tornarlo inelegible”, escribe.
“Los magistrados evalúan que, además de que la mayoría de estos procesos ya tienen motivos para alejar a Bolsonaro de un regreso a la vida pública, el ataque nunca visto en la historia de Brasil a los Tres Poderes tiene como telón de fondo los discursos y golpismo conducta del capitán retirado, a lo largo de su mandato”, agrega.
Al respecto, Alberto Bombig, columnista de UOL, sostiene que los “actos de terrorismo” en Brasilia dieron fuerza al grupo del Partido Liberal que presiona al presidente de la colectividad, Valdemar Costa Neto, para que se aleje de Jair Bolsonaro. “La evaluación es que el experimentado líder cayó en una ‘trampa’ al vincularse tan directamente con el clan Bolsonaro”, afirma.
Según Bombig: “Un interlocutor de Valdemar dijo a la columna que el líder está revaluando el apoyo incondicional que prometió al expresidente porque entiende el riesgo de que Bolsonaro sea arrestado en el mediano plazo y arrastre con él a otros políticos”.
“Una tesis que está ganando fuerza en el partido es que un posible arresto de Bolsonaro liberaría al PL de cubrir los gastos de Bolsonaro en Brasilia, donde actuará como líder de la oposición”, señala el columnista de UOL, que recuerda que el PL se comprometió a pagar salarios a Bolsonaro y su esposa, Michelle. En total, la pareja recibirá cerca de 70.000 reales al mes (US$ 13.320). El gasto es una fuente de discordia en la parte superior del partido, apunta Bombig.
Y los problemas para Bolsonaro no solo están Brasil. Después de ver a los partidarios de Donald Trump irrumpir en el Capitolio de Estados Unidos hace dos años, el presidente demócrata Joe Biden ahora enfrenta una presión cada vez mayor para sacar a Bolsonaro de su exilio autoimpuesto en los suburbios de Orlando, señala Reuters.
La Casa Blanca dijo el lunes que aún no había recibido ninguna solicitud del gobierno brasileño con respecto al estado de Bolsonaro, pero la presencia del expresidente en suelo estadounidense ha arrinconado a Biden, con pocas buenas opciones.
“Bolsonaro no debería estar en Florida”, dijo el domingo en CNN el representante estadounidense Joaquín Castro, un legislador demócrata en el Congreso. “Estados Unidos no debería ser un refugio para este autoritario que ha inspirado el terrorismo interno en Brasil. Debería ser enviado de regreso a Brasil”.
Alexandria Ocasio-Cortez, otra demócrata en la Cámara de Representantes de EE.UU., se hizo eco de esos puntos de vista. “Estados Unidos debe dejar de otorgar refugio a Bolsonaro en Florida”, tuiteó el domingo.
John Feeley, quien fue embajador de Estados Unidos en Panamá desde fines de 2015 hasta 2018 cuando la nación centroamericana solicitó la extradición de su expresidente Ricardo Martinelli, dijo que la amenaza más inmediata para Bolsonaro vendría si se revocara su visa estadounidense.
“Estados Unidos, o cualquier nación soberana, puede expulsar a un extranjero, incluso a uno que ingresó legalmente con una visa, por cualquier motivo”, señaló Feeley. “Es una decisión puramente soberana para la que no se requiere justificación legal”.
Tres fuentes estadounidenses dijeron que es casi seguro que Bolsonaro ingresó con una visa A-1, que está reservada para jefes de Estado, diplomáticos y otros funcionarios gubernamentales. Normalmente, la A-1 se cancela después de que el destinatario deja el cargo. Pero dado que Bolsonaro se fue de Brasil antes de que terminara su mandato, sospechaban que su A-1 todavía estaba activa.
Uno de los funcionarios, que tiene experiencia con la cancelación de visas para exjefes de Estado, aseguró que no hay un límite de tiempo establecido sobre cuánto tiempo alguien puede permanecer en Estados Unidos con una A-1. “Estamos en territorio desconocido”, reconoció el funcionario.