El turismo contemporáneo está sometido a un proceso de transformación desde hace varios años. La llegada masiva de turistas se ha convertido en un fenómeno global. Tanto, que es difícil imaginar una ciudad sin turistas. En Europa, sobre todo, las grandes ciudades se han visto desbordadas por la cantidad de viajeros que llega cada día. Y es la gestión de los flujos de visitantes que llenan las plazas, restaurantes y calles el punto central del debate.
Expertos aseguran que durante la temporada alta, estas ciudades pierden por completo su carácter y se transforman en parques temáticos para los turistas. Ámsterdam, París, Barcelona, Viena o Venecia se encuentran en la lista de ciudades cuyo futuro está amenazado por un modelo de turismo descontrolado y masivo. En Ámsterdam viven poco más de 850.000 personas y en 2016 visitaron la ciudad más grande de los Países Bajos 17 millones de turistas. Venecia tiene menos de 60.000 habitantes y acepta, cada año, más de 20 millones de personas. En Barcelona, una ciudad de 1,6 millones de personas, está recibiendo más de siete millones de turistas anuales. Desde los respectivos municipios se han intentado aplicar diferentes medidas para controlar y cambiar el modelo de turismo, pero en su mayoría han sido poco exitosas.
Así, las autoridades de Roma se han planteado la necesidad de regular el turismo y las vacaciones en masa. En ese sentido, la alcaldesa de la "Ciudad Eterna", Virginia Raggi, confirmó que quiere organizar recorridos obligados para controlar el flujo de turistas.
Gente bañándose en la Fontana de Trevi, filas en la escalinata de Trinitá del Monti, rayados en paredes milenarias o carpas montadas en las plazas son algunas de las postales que deja actualmente la ciudad de Roma y que alimentan el sentimiento de cansancio e indignación hacia el visitante. La llegada masiva de turistas a Italia empezó a subir entre 2010 y 2016. Según datos oficiales, en 2016 visitaron Italia 55 millones de personas y más de la mitad viajó a una ciudad "de interés histórico y artístico". Es decir Roma, Venecia, Milán o Florencia, por ejemplo.
Un "Central Park"
Aunque ya se ha intentado aplicar medidas para reducir el número de turistas, aún no han dado sus frutos. Parece que el objetivo de todas ellas es el mismo: que los turistas no puedan detenerse por mucho tiempo y conseguir que los accesos a los monumentos sean más fluidos. Por ello, recientemente Raggi explicó en el programa "Porta a Porta" del canal de la televisión pública RAI, que está pensando en "un recorrido para admirar y que no consienta el detenerse".
Se trata de crear una suerte de "Central Park" en Roma, que permita visitar, a través del pago de una sola entrada, varios de sus principales centros turísticos. El área elegida comprende el monte Aventino (una de las siete colinas sobre las que se construyó la antigua Roma), las Termas de Caracalla, el tradicional barrio Monti y el Campidoglio (Plaza del Capitolio), pasando por los Foros Imperiales. El proyecto fue esbozado por el vicealcalde de Roma, Luca Bergamo, encargado del área cultural.
Aunque hay espacios, como la Fontana di Trevi, que son gratuitos, las autoridades romanas aseguran que se pueden crear pasillos de visita como en los museos para regular el flujo de turistas que cada día acceden a la plaza. Otra de las medidas será la de eliminar las furgonetas que venden comida y refrescos en la plaza, así como algunos puestos de souvenirs.
El plan será elevado al próximo ministro de Cultura. "Nosotros ya lo propusimos al ministerio y lo volveremos a proponer", indicó Bergamo.