El gobierno ruandés declaró 100 días de luto nacional para recordar al mundo la sombra del genocidio en el que más de un millón de personas fueron asesinadas en Ruanda, en un período de 100 días –entre abril y julio de 1994–.
Para conmemorar 30 años del genocidio en Ruanda, este 7 de abril, Paul Kagame, presidente del país africano, fue el encargado de liderar el evento en la capital Kigali, más específicamente en el Centro de Memoria del Genocidio, próximo a las fosas comunes de más de 250.000 víctimas de la masacre.
Al acto asistieron diversas delegaciones internacionales, incluyendo a los presidentes de Sudáfrica, Madagascar, Sudán del Sur, República del Congo, entre otros, así como el primer ministro de Etiopía.
También hicieron presencia el presidente de la Comisión de la Unión Africana, Moussa Faki Mahamat; y el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel.
Dentro de los asistentes llamó la atención la presencia del presidente de Israel, Isaac Herzog, justo el mismo día en el que se cumplen seis meses de la guerra en Gaza y por la cual el Estado judío enfrenta acusaciones de genocidio ante la Corte Internacional de Justicia (CIJ) por el asesinato de más de 33.000 personas en el enclave palestino, de acuerdo con las cifras del Ministerio de Sanidad de Gaza, controlado por Hamas.
Bill Clinton, presidente de Estados Unidos cuando ocurrió el genocidio, también asistió a la conmemoración de los 30 años. Sobre su gobierno pesan acusaciones de que Washington tenía conocimiento de lo que sucedía en Ruanda, pero optó por la inacción y el retiro de fuerzas de la ONU.
Según documentos desclasificados por el Pentágono en 2001, una funcionaria del Departamento de Estado advirtió a Warren Christopher, secretario de Estado de ese entonces, que los militares querían tomar el poder de Ruanda y que podía “estallar la violencia generalizada”.
Sin embargo, el 15 de abril de ese año, el departamento de Estado pidió a los representantes estadounidenses de la ONU que buscaran el retiro de la Misión para la Asistencia de Ruanda, a lo que el Consejo de Seguridad votó favorablemente una semana después, recibiendo todo tipo de críticas y condenas.
Francia ha reconocido su responsabilidad política
Al evento de conmemoración también asistió el expresidente de Francia Nicolás Sarkozy. Sobre su país pesan distintas acusaciones referentes al genocidio en Ruanda y su falta de acción para prevenirlo.
El presidente Emmanuel Macron reconoció, el pasado 4 de abril, que junto con sus aliados occidentales y africanos pudieron haber “detenido el genocidio, pero no tuvieron la voluntad de hacerlo”, según se lee en un comunicado publicado por su oficina.
Incluso en el 2021, durante la conmemoración de los 27 años del genocidio, Macron, desde Kigali, reconoció la responsabilidad política de Francia dentro del conflicto, que terminó con el exterminio de un 75% de la minoría tutsi, según estimaciones del gobierno ruandés. En 2021 Macron dijo: “Francia no fue cómplice, pero durante demasiado tiempo ha dado prioridad al silencio sobre el examen de la verdad. (...) Solo los que han pasado por la noche pueden quizás perdonar, darnos el regalo del perdón”.
Los actos de conmemoración durarán una semana
Además de los 100 días de luto, el programa de conmemoraciones incluye la prohibición de grandes celebraciones, conciertos y otros eventos culturales, así como bodas o competencias deportivas.
Por su parte, la Unesco reconoció cuatro nuevos monumentos del genocidio como parte del patrimonio mundial en las ciudades en Kigali, Bisesero, Nyamata y Murambi. La directora general de la Unesco, Audrey Azoulay, declaró: “Esto significa el reconocimiento internacional de que lo que pasó en Ruanda es una tragedia, no sólo para Ruanda sino también para toda la comunidad internacional, toda la humanidad”.
Las conmemoraciones finalizarán el próximo 13 de abril con otro acto en el Centro de Memoria del Genocidio, que recordará a todos los políticos que también fueron masacrados en 1994.
El genocidio inició tras el derribamiento del avión en el que viajaban los presidentes hutus de Ruanda y Burundi de este entonces, Juvénal Habyarimana y Cyprien Ntaryamira, respectivamente.
Posteriormente, el gobierno de los hutus culpó del magnicidio a los rebeldes tutsis, con los que adelantaba una guerra desde 1990. Estos, a su vez, responsabilizaron a los extremistas hutus, quienes se oponían a negociar y que, finalmente, fueron los que comenzaron la campaña de matanza organizada de los tutsis.
Líderes europeos se solidarizaron con Ruanda
La Unión Europea (UE) expresó su compromiso hacia la prevención del genocidio y envió un mensaje firmado por los 27 miembros del bloque en el que piden que se mantenga la memoria sobre este evento. El alto representante de la UE para los Asuntos Exteriores, Josep Borrell, expresó: “La UE reitera su compromiso inquebrantable con la prevención del genocidio y de cualquier crimen contra la humanidad en todo el mundo, así como el compromiso de garantizar la plena rendición de cuentas”.
En la misiva también se resalta el cambio que ha tenido Ruanda desde entonces y los “avances” en temas de gobernanza, económicos y sociales y aplaudió su “camino hacia la transformación”.
Sobre Bélgica pesan acusaciones de haber esparcido el odio entre hutus y tutsis, durante la época colonial entre 1920 y 1962, hecho reconocido parcialmente en el 2000 por el exprimer ministro belga, Guy Verhofstadt: “Lo afirmo. Toda la comunidad internacional tiene una inmensa y pesada responsabilidad. Asumo aquí ante ustedes la responsabilidad de mi país y de las autoridades políticas y militares belgas. (...) En nombre de mi país, me inclino ante las víctimas del genocidio. En nombre de mi país, de mi pueblo, pido perdón”.