Separatistas armenios capitulan en Nagorno-Karabaj en medio de golpe para influencia de Rusia en la región
Según analistas, el alto el fuego se produce tras el asalto de las fuerzas azerbaiyanas, lo que indica una disminución de la influencia rusa en los antiguos territorios soviéticos.
Fue un día de bombardeos azeríes, que dejaron al menos 200 muertos y más de 400 heridos como denunciaron las autoridades de la autoproclamada república de Nagorno-Karabaj, en una escalada que encendió las alarmas en el Cáucaso Sur. De ahí, el anuncio de los separatistas armenios: un desarme completo y la rendición.
Nagorno-Karabaj, una región en pleno territorio de Azerbaiyán, estaba controlada de facto por las autoridades de la no reconocida “República de Artsaj”, compuesta principalmente por población de etnia armenia. Luego de que Bakú volviera a reclamar por la fuerza ese territorio, y constatando los “artsajís” que no tendrían apoyo desde Ereván, rápidamente decidieron rendirse y terminar con las hostilidades.
Azerbaiyán ya había sometido ala región de Nagorno-Karabaj a un bloqueo de casi nueve meses, y el martes anunció una “operación antiterrorista” con bombardeos de artillería y drones, tras denunciar la muerte de dos civiles y cuatro militares a causa de la explosión de sendas minas antipersonales en la región. El ataque empezó a cerca de las 13 horas del martes, y se planteó en respuesta a las “provocaciones armenias”, con el fin de “desarmar y asegurar la retirada de las Fuerzas Armadas armenias”, indicó entonces el Ministerio de Defensa de Azerbaiyán.
Al centro del conflicto están las dos exrepúblicas soviéticas de Armenia y Azerbaiyán: ambas llegaron a pelear guerras en los 90 y en 2020, a causa de la región de Nagorno-Karabaj (o Alto Karabaj). Ya desde antes de la disolución de la Unión Soviética, los habitantes de la región querían separarse de Bakú y pasar, o a ser independientes, o a entrar al Estado armenio.
En 1991, la población de etnia armenia presente en la región autoproclamó el territorio como independiente, fundando así la República de Arsaj. De ahí en adelante, Azerbaiyán consideraría la república como ilegal, y no pudo controlarla hasta 2020, cuando luego de seis semanas de conflicto las fuerzas azeríes entraron en gran parte de la región y alrededores.
En ese entonces, Rusia gestionó un acuerdo de paz entre ambas partes del conflicto, instalando de paso una base militar con 2.000 oficiales. Hasta ahora había una tregua, que periódicamente se iba quebrando sin dar paso a un gran conflicto. Nagorno-Karabaj, en tanto “Estado fantasma”, seguía reclamando su existencia sin ser reconocida por la comunidad internacional.
Ese reclamo tendría que terminar a partir de este miércoles, ya que con el desarme de las fuerzas de la República de Artsaj la región tendría que ser retomada por el gobierno de Azerbaiyán. Según un comunicado publicado por Samvel Shahramanian, el presidente de la autoproclamada república, se tomó la decisión de rendirse al ver la reacción de los actores internacionales a los bombardeos del martes: “La reacción no ha sido la adecuada y no se han tomado medidas, por lo cual Artsaj se ve forzada a dar los pasos adecuados con el objetivo de garantizar la seguridad física de su población”.
El acuerdo de rendición se consiguió bajo la mediación de las fuerzas rusas que estaban en la zona, acordando un alto el fuego entre ambas partes. El trato considera la retirada de todas las fuerzas militares que pudieran vincularse a la República de Armenia, así como la “disolución y desarme completo” de las fuerzas locales.
Se espera que este jueves las autoridades karabajíes se presenten en Yevlakh, ciudad en pleno Azerbaiyán, para reunirse con representantes del gobierno de Bakú. Ahí, hablarían para llegar a un acuerdo sobre “los derechos y la seguridad” de los armenios presentes en la región, reconociendo, sin embargo, todo dentro de la “Constitución de Azerbaiyán”.
La situación militar era cada vez más difícil para las fuerzas artsajís, que de paso constataron, tanto la falta de apoyo del primer ministro armenio, Nikol Pashinyan, como la casi indiferencia de otros países. Ya en 2020, las fuerzas de Azerbaiyán habían tomado importantes zonas montañosas, aislando al territorio de sus conexiones con Armenia.
Ya a pocas horas de empezados los bombardeos azeríes sobre Karabaj, las autoridades locales solicitaron una reunión con el gobierno de Bakú, pero este último respondió que solo habría un encuentro si se aceptaba el desarme y se desarticulaba la “entidad separatista”, dígase, la República de Artsaj.
Un reciente comunicado del Ministerio de Defensa azerí señaló que las autoridades armenias de Nagorno-Karabaj habían aceptado “deponer las armas, abandonar las posiciones de combate y los puestos militares y desarmarse completamente”, además de entregar al Ejército azerbaiyano las armas y equipos pesados.
En el conflicto, Rusia era la potencia que se consideraba “garante de la paz”, con sus 2.000 soldados en la región. El exministro de Estado de Nagorno-Karabaj, Artak Beglarin, escribió al respecto en Telegram: “El tiempo corre en nuestra contra, pues se hace obvio que ningún actor internacional, incluidos rusos y estadounidenses, quiere parar la guerra. Para mí, es innegable que la Federación Rusa, Estados Unidos y la Unión Europea apoyan total y criminalmente el programa de Azerbaiyán para subyugar al pueblo de Artsaj”.
“Estamos completamente rodeados y solos, incluso la Madre Armenia ha abandonado a Artsaj en esta lucha”, aseguró Beglarian, refiriéndose a la falta de apoyo desde Ereván. Por su parte, el primer ministro armenio, Nikol Pashinyan, endosó a Rusia la responsabilidad, incluso “obligación”, de garantizar la seguridad de los armenios en Nagorno-Karabaj, luego de que fuera esta potencia quien mediara la nueva tregua.
En tanto, Rusia responsabiliza a Armenia de la derrota militar, luego de acercamientos entre Ereván y Occidente. “Una medida que tuvo un impacto dramático en la perspectiva de un acuerdo sobre Nagorno-Karabaj fue el reconocimiento por parte de Ereván de que Nagorno-Karabaj es parte del territorio de Azerbaiyán en las cumbres de octubre de 2022 y mayo de 2023, celebradas bajo los auspicios de la Unión Europea”, indicó el Ministerio de Relaciones Exteriores ruso.
Según The Wall Street Journal, la capitulación de Nagorno-Karabaj señala el fin de décadas de dominio étnico-armenio en el enclave y el rápido declive de la influencia rusa en los territorios de la ex Unión Soviética.
El Kremlin, señala el periódico, ha utilizado el conflicto congelado -uno de los pocos que salpicaron el panorama postsoviético- como palanca para mantener su dominio tanto sobre Armenia como sobre Azerbaiyán. A lo largo de los años, Moscú ha enviado armas y fuerzas de paz a la región y al mismo tiempo ha utilizado la diplomacia para conservar su posición como árbitro final sobre la geopolítica allí.
“La influencia de Rusia está muy debilitada por lo que está sucediendo en Ucrania. Vemos a los armenios alejándose de Rusia y a Azerbaiyán teniendo una relación con Rusia que es más en sus propios términos”, dijo Thomas de Waal, experto en Nagorno-Karabaj e investigador principal de Carnegie Europe, un think tank con sede en Bruselas.
Los analistas dicen que Moscú ahora está buscando capitalizar cualquier debilidad en el gobierno de Pashinyan con la esperanza de que uno de los partidos de oposición, con el que trabaja más estrechamente, pueda llegar al poder como resultado de la creciente desaprobación entre los armenios por la integración de Nagorno-Karabaj en Azerbaiyán.
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