El pasado 24 de abril, una semana después de la polémica salida de su ministro de Salud, Luiz Henrique Mandetta, por divergencias sobre la gestión de la pandemia del coronavirus, el Presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, sufrió una nueva baja en su gabinete. Y no cualquiera, sino nada menos que la de su superministro de Justicia y Seguridad Pública y símbolo del combate a la corrupción, Sérgio Moro. La renuncia del exjuez estrella de la Operación Lava Jato, que llevó a la cárcel al expresidente Luiz Inácio Lula da Silva, agravó aún más la crisis política que golpea al Palacio de Planalto.
Más que una renuncia, se trató de un portazo en la cara de Bolsonaro. Moro renunció en una explosiva conferencia de prensa, un día después de que los medios informaran que el exjuez había presentado su dimisión, molesto por la decisión del Presidente de cambiar al jefe de la Policía Federal (PF), Maurício Valeixo. El ahora exministro advirtió al mandatario que se trataba de un cambio injustificado y que implicaría una “interferencia política” en la institución, pero Bolsonaro siguió adelante con su plan.
Una semana después, Moro prestó declaración en la sede de la Policía Federal de Curitiba en relación a las declaraciones que formuló tras su salida del gabinete. La investigación abierta sobre la base de sus denuncias sigue su curso. De hecho, a fines de junio la policía solicitó interrogar a Bolsonaro. El pedido fue dirigido al magistrado del Supremo Tribunal Federal, Celso de Mello, quien supervisa esa investigación. La pesquisa intenta esclarecer si presionó o trató de interferir política e ilegalmente en la Policía Federal, que a su vez investiga a dos de sus hijos: el senador Flávio Bolsonaro y el concejal de Río de Janeiro, Carlos Bolsonaro.
Moro aludió a todo eso en una conversación online sostenida ayer con el periodista Cristian Bofill, organizada por La Otra Mirada, en colaboración con la Universidad Adolfo Ibáñez y La Tercera. En primer lugar, el exjuez descartó que la democracia hoy esté en riesgo en Brasil. “Yo diría que no. Tenemos un presidente que hace unos meses hizo algunas declaraciones de carácter autoritario, pero sin que haya un respaldo de las FF.AA. brasileñas. Los militares brasileños jamás se pondrían a disposición de una postura autoritaria. Me da la impresión de que en Brasil hay un reflejo de esa excesiva polarización política que afecta a los países, en mayor o menor medida, y esa polarización ha llevado a algunos excesos”, admitió. Sin embargo, Moro cree que estos excesos en Brasil “han sido principalmente retóricos, sin que exista un riesgo real a la democracia”.
Consultado sobre si se arrepiente de haber aceptado el cargo de ministro de Justicia, Moro reconoció que se trata de “una pregunta muy difícil”.
“Mi percepción es que para que pudiéramos avanzar en la lucha contra la corrupción, necesitaríamos reformas más generales en estos casos judiciales. A fines de 2018, teníamos un presidente electo, con un discurso anticorrupción a favor de Lava Jato, y recibí la invitación de ir a Brasilia como ministro para implementar esos cambios y reformas. Y ante ese escenario, era muy difícil decir que no, porque uno tenía la oportunidad de poder contribuir a su país”, dijo.
Sérgio Moro, exministro de Justicia de Brasil
“Cuando sentí, más recientemente, que ya no existía ese espacio y que, con todo respeto, el Presidente había abandonado esa agenda, me retiré del gobierno. Lamentablemente, en materia de corrupción los avances fueron tímidos”, reconoció. Sobre las razones para este giro de Bolsonaro, Moro afirmó que su percepción es que “no hubo un apoyo del presidente a esa agenda anticorrupción”. “Y, por otra parte, hubo interferencias, a mi modo de ver equivocadas, de parte de los organismos de control. Entonces, no vi que se hiciera realidad el compromiso electoral del presidente durante el ejercicio de su mandato”, manifestó.
El exministro de Justicia se refirió, en ese sentido, a las investigaciones que pesan sobre los hijos de Bolsonaro. “Yo salí del gobierno y me sentí obligado a declarar los motivos por los cuales estaba saliendo, entre ellos esa interferencia del presidente en la Policía Federal. Claro que se puede cambiar al director de la policía, no hay un impedimento jurídico, pero las grandes interrogantes tienen que ver con el motivo por el cual se lo cambia. Las razones que el Presidente esgrimió me parecieron inaceptables y por eso renuncié al cargo”.
Moro también se refirió a su rol en la Lava Jato y la condena a Lula. “Nunca hubo animosidad personal mía con relación al expresidente. Cuando un juez falla y dicta una pena, no trae ninguna satisfacción personal”, dijo sobre el petista. Al respecto, denunció “un intento de hacer que parezca una persecución política”. “Una cosa no tiene nada que ver con la otra, es decir, la condena del expresidente y la elección de Bolsonaro en 2018”, enfatizó.
Sobre las delaciones compensadas del expresidente de la constructora OAS, Léo Pinheiro, sobre la supuesta entrega de aportes a la campaña de Michelle Bachelet en 2013, Moro dijo: “No tengo los detalles específicos del caso”. “Esos acuerdos los hace el acusado con el defensor y el Ministerio Público. No se hacen directamente con el juez. Esa situación específica no pasó por mis manos”.
Moro también se refirió a las especulaciones sobre su eventual candidatura presidencial en 2022. “Las elecciones en Brasil para mi están muy distantes. No es algo en lo que estemos pensando ahora. Es pura especulación. El tema de la candidatura es algo que se comentaba cuando era juez. Era algo de quienes querían buscar el lado político. Y todos los procesos que he elegido han sido con base en la ley y en las pruebas”.
En cuanto a la participación de las FF.AA. en Planalto, Moro dijo que la “simple presencia de militares en el gobierno no es necesariamente negativa”. “Lo que no puede ocurrir es una confusión entre el papel de defensa del país y del gobierno”, advirtió. A su juicio, los militares han sido un “elemento moderador de Bolsonaro”.