Ya se vislumbraba en la previa a las elecciones mexicanas de este domingo 2 de junio. El resultado, independiente de cuál fuera, iba a ser histórico. Y así lo fue, considerando que significó la llegada al poder de la primera mujer a la presidencia del país, con la victoria de Claudia Sheinbaum.

Pero, al mismo tiempo, se podría usar el calificativo aplastante o contundente para relatar no solo el resultado de las presidenciales, sino que también el de su partido, Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), en las legislativas. Allí, la agrupación impulsada por Andrés Manuel López Obrador (AMLO) se impuso incluso a los partidos tradicionales.

“Gracias, gracias, gracias; no les voy a fallar. Vamos a avanzar con el Segundo Piso de la Cuarta Transformación”. Así, la doctora y científica daba inicio a su período de presidenta electa en X, antes conocido como Twitter, a la espera de recibir la banda presidencial de manos de su mentor, AMLO, el 1 de octubre de este año.

Para más de uno la frase podría ser confusa sin el contexto sobre qué significa la Cuarta Transformación. Resumido de forma somera, y citando al propio López Obrador, se trata del proyecto político de transformación del país que el mandatario busca poner a la altura de otros tres hitos históricos de México: la Guerra de Independencia (1810-1821), la Guerra de Reforma (1858-1861) y La Revolución que lideraron Francisco I. Madero y Emiliano Zapata, concluyendo en la actual Constitución de 1917.

Algunas de sus ideas fuerza incluyen, siempre desde la perspectiva de Morena, la atención a los pueblos indígenas, el ataque a la corrupción y los privilegios, o la justicia social basada en las necesidades populares, entre muchas otras.

En palabras de Genaro Lozano, politólogo y analista político mexicano, impulsar el segundo piso refiere a una serie de programas sociales y ejes de gobierno que AMLO puso en marcha, y que Sheinbaum planea continuar. Entre ellos, destaca las ayudas sociales de transferencia directa, el combate contra la pobreza y la soberanía energética, entre otros.

“La doctora Sheinbaum va a continuar con esos programas que le dieron el triunfo en las urnas, las transferencias directas, que son los programas socialistas, y los apoyos a la población que menos recursos tiene”, dijo Lozano a La Tercera.

Claudia Sheinbaum se dirige a sus simpatizantes tras ganar las elecciones presidenciales, en Ciudad de México. Foto: Reuters

De hecho, la propia política de origen judío lo señaló en su discurso publicado en redes sociales. “Como dice el principio humanista de nuestro movimiento: por el bien de todos, primero los pobres”, se le escuchó narrar.

Al respecto, Lozano añadió que “siempre han existido los programas sociales en México, pero se profundizaron en este sexenio (el de AMLO) y además se eliminó la intermediación de funcionarios e instituciones para esa entrega. El diagnóstico que hacía López Obrador era que se perdía mucho por corrupción. Ahora son transferencias directas depositadas a tarjetas de grupos de personas como adultos mayores, madres de casa, quienes se quedan en el hogar sin un trabajo remunerado, para estudiantes de universidades, preparatorias y para niveles de secundaria”.

Según el analista, esta política ayuda a comprender las razones del apoyo ciudadano que el saliente mandatario cosechó durante su gestión. “A lo largo de seis años, López Obrador mantuvo prácticamente la misma popularidad. Eso es inusual en la política mexicana, donde los presidentes empiezan casi siempre con una fuerte popularidad, pero la van perdiendo a lo largo del sexenio. Pese a la pandemia, AMLO se mantuvo en un promedio de 60% de aprobación”.

Al mismo tiempo, cree que la nueva mandataria continuará profundizando las políticas que “han ayudado a mitigar la pobreza en México, logrando reducirla en un 5% a nivel nacional, permitiendo empezar a atacar la pobreza extrema”.

Respecto a la soberanía energética, explicó que México tuvo una reforma liberalizadora del sector en el 2012 con el gobierno de Enrique Peña Nieto. En cambio, el todavía mandatario izquierdista abogó por “un esquema mucho más cerrado, respetando contratos, pero cerrado, al fin y al cabo”.

Otro punto de este segundo piso de la Cuarta Transformación podría estar relacionado con avanzar en “un acercamiento hacia América Latina”, añadió el analista político mexicano. “Voltear más hacia Centro, Sudamérica y el Caribe”, considerando que en los gobiernos previos se ha dado “una excesiva concentración en América del Norte, en Estados Unidos”, sumó. Esto incluiría profundizar el vínculo con entes como la “CELAC y otros organismos regionales”.

Un partidario de Claudia Sheinbaum, candidata presidencial del partido gobernante Morena, lleva una máscara que representa el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, en la plaza del Zócalo. Foto: Reuters

La corrupción, un punto en el que, según Genaro Lozano, AMLO se “quedó corto en su promesa”, también será uno relevante para la nueva administración. “La continuidad de la Cuarta Transformación involucra la narrativa del combate a la corrupción, donde todavía falta mucho por hacer. Sheinbaum tratará de hacer esto con diversas estrategias, simplificando los trámites en México, digitalizándolos, etc. Ha hablado mucho de eso” durante la campaña, explicó el analista a este periódico.

Por último, señaló una posible reforma al Poder Judicial como eje del proyecto de Morena. “El Poder Judicial en México tiene muchos problemas de corrupción, y me parece que tendrá que ser discutida con esas supermayorías que ahora tiene Morena”, aseguró.

El poderío en el Congreso

Con casi 100 millones de electores posibles, cerca de 40 grados de calor en estados como Baja California Sur y Yucatán, y una campaña marcada por la violencia contra candidatos, la imagen se repitió en muchos lugares de México este domingo, según reportó el periódico El Universal: filas enormes y largas esperas en los centros de votación. Estimaciones informadas por la consejera presidenta del Instituto Nacional Electoral (INE), Guadalupe Taddei Zavala, situaron entre el 60% y el 61,5% la participación para las presidenciales.

¿En qué se tradujo eso? En una irrebatible victoria en tres planos. Por un lado, está evidentemente la presidencial, donde Sheinbaum logró el 59% de los votos frente al 27,9% y el 10,4% de sus contendores, Xóchitl Gálvez y Jorge Álvarez Máynez, respectivamente.

A Morena “le fue increíblemente bien. Increíblemente, porque no hubo ningún voto de castigo. Se esperaba que hubiese algo de aquello por diversos puntos, como el manejo de la pandemia o por el sistema de salud, que es otro de los pendientes a completar en ese llamado segundo piso de transformación. No hubo ningún voto de castigo a pesar de esos errores. La oposición queda en sus niveles mínimos históricos, mientras que Morena se convierte en el partido más exitoso en conseguir esa diferencia tan fuerte de entre 30 y 35 puntos porcentuales en la presidencia”, explicó el analista mexicano Genaro Lozano.

En otro frente están las gobernaciones, donde Morena -también conocido como Movimiento de Regeneración Nacional por ser el nombre de la asociación civil que le dio origen- pudo retener cinco de las nueve que estaban en juego. A la espera del conteo final, el partido izquierdista mantendría entre 23 y 25 de las gubernaturas de las 32 que hay en el total del país.

El oficialismo ganó “la mayoría de las contiendas en las nueve gubernaturas que estaban en juego, e incluso le quitó a la oposición el estado de Yucatán, que había sido una de sus coronas”, añadió el politólogo.

Pero, quizá, el frente más importante de todos guarda relación con el Congreso.

Claudia Sheinbaum emite su voto en una casilla electoral durante los comicios generales, en Ciudad de México, el 2 de junio de 2024. Foto: Reuters

De momento, Morena quedó muy cerca de lograr las mayorías calificadas tanto en las cámaras de diputados como de senadores, un logro del que AMLO no se pudo jactar. Con al menos 334 asientos en Diputados, y entre 76 y 88 en Senado, la nueva administración llegará al poder con la cifra justa de curules requeridos para la mayoría calificada en la Cámara Baja, mientras que bordea los 85 necesarios en la Alta. Según BBC, esto sin contar que es posible que otros candidatos electos quieran plegarse al todopoderoso partido oficialista.

El mismo medio recordó que un hecho así, que una agrupación controle dos tercios del Congreso, no ocurría desde los años 80, cuando el Partido Revolucionario Institucional (PRI) dominaba -para algunos, de forma autoritaria- la política local.

Con esto, el oficialismo logra tener “en el Congreso supermayorías, mayorías calificadas incluso en la Cámara de Diputados”, lo que se traduce en que, entre Morena, el Partido Verde y el Partido del Trabajo, los tres aliados de la coalición, “podrán hacer reformas constitucionales de una manera muy sencilla, bastante cómoda. En el Senado, en tanto, tienen una casi mayoría, muy fácil de calificar, porque les faltarían solamente dos o tres votos de la oposición, y con el PRI, por ejemplo, podrá conseguir esos votos sin ninguna dificultad”, concluyó Lozano.