El primer ministro japonés, Shinzo Abe, visitó este miércoles la región del oeste de Japón donde al menos 179 personas murieron en la última semana a causa de las inundaciones y los deslizamientos de tierra provocados por lluvias torrenciales.
Abe, quien anuló una gira por cuatro países, salió de Tokio por la mañana rumbo a la provincia de Okayama, una de las más afectadas, junto con Hiroshima.
El dirigente no hizo declaraciones y se entrevistó brevemente en privado con algunos habitantes que tuvieron que abandonar sus hogares ante las fuertes lluvias.
Además de los 179 muertos registrados, las autoridades dicen que no tienen noticias de al menos otros nueve ciudadanos, aunque los medios hablan de entre 50 y 60 desaparecidos.
"Hemos visto en los últimos años desastres relacionados con la lluvia mucho más mortíferos que antes. Debemos revisar lo que el gobierno puede hacer para reducir los riesgos", declaró el portavoz del ejecutivo, Yoshihide Suga, en rueda de prensa.
Miles de afectados están alojados en refugios brindados por las autoridades, mientras que otros acudieron a las casas de familiares.
En uno de esos albergues improvisados, el gimnasio de una escuela del barrio de Mabi, en Kurashiki, entre 20 y 30 personas estaban la mañana de este miércoles sentadas o tumbadas por el suelo, cubierto de colchonetas. Otros cientos estaban fuera, limpiando sus casas.
Hiroko Fukuda, de 40 años, huyó de su residencia el viernes por la noche sólo con algo de ropa y no regresó hasta el lunes. La planta baja estaba devastada desde el suelo al techo, el armario destruido y todos los tatamis desordenados.
"Conservábamos fotos en la sala de estilo japonés de la planta baja, muñecas tradicionales 'Hina' para la fiesta de las niñas en marzo, y mis kimonos y mi 'furisode' -un tipo de kimono de manga larga- quería que mi hija lo llevara", contó a la agencia AFP con lágrimas en los ojos.
"Podemos aceptar perder los electrodomésticos, pero recuerdos como estos no", reconoció.
Gran vigilancia
Unos 75 mil policías, bomberos, soldados de las Fuerzas de Autodefensa (apelación del ejército japonés) y guardacostas fueron desplegadas para socorrer a las víctimas.
De día, las búsquedas y los trabajos de limpieza continúan bajo un sol abrasador, con temperaturas de hasta 35ºC a la sombra, que durará problablemente al menos una semana.
El portavoz del gobierno pidió una "gran vigilancia" por el riesgo de insolación y de golpes de calor, así como de nuevos corrimientos de tierra.
Las inéditas precipitaciones registradas en solo tres días provocaron terribles inundaciones, riadas de barro y grandes daños que dejaron atrapados a numerosos habitantes.
Los bomberos enviados al barrio de Mabi comprobaron una a una las 2.000 casas invadidas por el agua, que ya habían sido inspeccionadas por los militares, para estar "absolutamente seguros" de que no hay supervivientes ni víctimas mortales en su interior.
Riesgos aún importantes
Camiones de bomberos y otros vehículos de rescate llegaron a esta parte de Kurashiki, la más afectada. Los restos de barro apreciables en las fachadas muestran que el agua subió hasta el primer piso de las casas.
No fue posible hacer llegar víveres a todos los puntos, y decenas de tiendas de alimentación que normalmente abren las 24 horas del día quedaron totalmente arruinadas por las aguas.
Los servicios de rescate intentaban paliar la falta de recursos en los sectores afectados.
"Luchamos por hacer llegar los bienes, el agua y productos de primer necesidad a las zonas aisladas. Las enviamos por rutas aéreas y marítimas. Pero se necesitará mucho tiempo para ver la recuperación de las zonas afectadas", dijo Yoshinobu Katsuura, funcionario de la prefectura de Ehime.
"También nos preocupa el estado de los supervivientes ya que la temperatura aumenta rápidamente. Instalamos aire acondicionado portátil en los refugios", explicó.
"También proponemos baños calientes y distribuimos agua. Sabemos que es una batalla contrarreloj y hacemos todos los esfuerzos posibles, explicó a la agencia AFP un responsable del gobierno local de Okayama.
En las zonas en las que había construcciones en las faldas de las montañas, los deslaves destrozaron completamente las casas y hay barrios enteros cubiertos por el barro.
El riesgo de corrimientos de tierra sigue siendo elevado, debido a la fragilidad del suelo, saturado de agua.
En la región de Hiroshima se emitió una nueva orden de evacuación, debido al riesgo de desbordamiento de un estanque, explicaron las autoridades locales.