"No queremos una guerra civil", plantea, convencido, Silvio Prado, exmilitante del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) -liderado históricamente por Daniel Ortega-, además de politólogo y sociólogo nicaragüense. Este experto, quien trabaja como investigador asociado del Instituto de Estudios Estratégicos y Políticas Públicas de Nicaragua, conversó con La Tercera sobre los dos meses de protestas contra Ortega que han dejado 285 muertos.
¿A qué atribuye esta explosión social en Nicaragua?
Es una pregunta que todo el mundo se hace, salvo Nicaragua y el gobierno. Es una acumulación de 11 años de negación de derechos y libertades que estalló. De pasar de una época de gobiernos liberales donde no se reprimía tan abiertamente y con tanta crudeza la movilización social, se creó un contraste muy fuerte. Durante un tiempo, se decía que los nicaragüenses habían caído en una apatía política. El gobierno de Ortega, además, cada vez la población salía a manifestarse, organizaba contra manifestaciones y eso le dio resultados durante ocho años. Hubo un incendio forestal en la parte sur del país, la inacción del gobierno provocó las primeras protestas. Inmediatamente después, el gobierno al adoptar un decreto para reformar el régimen de seguridad social, generó las protestas. Una manifestación el 18 de abril, de jubilados con estudiantes, fue reprimida con dureza. Ese fue el factor detonante. Pero que no fue causado solo por este factor, sino que fue como la cerilla que encendió un llano que estaba seco, que estaba dispuesto al incendio.
¿Considera que la insurrección de la ciudad de Masaya tiene un carácter simbólico, ya que fue el bastión del sandinismo en la revolución?
Monimbó y Masaya tienen un carácter simbólico por el papel que jugaron en la insurrección contra Somoza. Cuando vimos los nica que Monimbó se levantó y construyó las primeras barricadas, dijimos "aquí pasa algo". Porque siempre hemos dicho: "Cuando Monimbó despierta, se levanta todo el país". Si algo queda de la revolución, está del lado de la población. Pero podría haber sido una más de las protestas en el país, de no ser por la reacción del régimen. La respuesta del gobierno fue la gasolina que ayudó a aumentar el fuego.
Usted fue militante sandinista.
Sí, desde el 78 hasta el 92. Yo estaba en el Frente porque tenía un discurso libertario, porque no éramos un partido que rendía culto a la personalidad. Y cuando el Frente se convirtió en lo contrario de lo que yo pensaba, pues no tenía nada que hacer ahí. Cuando vi que era un partido donde no había debate político, porque en ese período Ortega eliminó todas las instituciones internas del partido.
¿Cree que hay similitudes con lo ocurrido con Somoza en los 70?
Sí , como el apoyo de la población, el rechazo a la dominación totalitaria. Una similitud importante es que la juventud se ha vuelto un factor de riesgo. La dictadura ve en cada joven un peligro, y son el principal objetivo de la represión. Pero también hay grandes diferencias. Es la primera vez que en mi país hay una protesta social tan transversal. No hay un partido político, es multisectorial. Hay de todo, empresarios, campesinos, estudiantes, clase media, de todo. Eso no lo hubo durante la revolución sandinista. Eso es un factor que el gobierno de Ortega aún no ha entendido, y es uno de sus principales errores, porque no se trata de descabezar el movimiento porque no hay cabezas.
¿Existe frustración entre los antiguos sandinistas?
Hay una especie de frustración de caer a algo como esto luego de la caída de Somoza. Es volver a luchar, volver a empezar. Cuando ya se pensaba que Nicaragua había salido de esa época oscura de dictadura, y se pensaba inclusive que Ortega no iba a ser capaz de caer en otra dictadura. Para los que luchamos para ver a nuestra patria libre de una dictadura, es un frustración muy grande. Los que fuimos del Frente le llamamos a este régimen el orteguismo, porque no tiene que ver con el sandinismo histórico, con los ideales de Sandino y por lo que luchamos contra la dictadura de Somoza.
¿Tiene esperanza en que el diálogo sea una salida a la crisis?
Yo sí. Es la esperanza de los que no queremos una guerra civil, de los que no queremos más muertos ni luto. Yo tengo esperanza que la mesa de diálogo obligue al tirano a aceptar unas condiciones de refundación del Estado. Lo que ellos quieren es que todo vuelva a la "normalidad", a la situación de antes del 18 de abril. Eso nunca va a pasar.