Joe Biden y Donald Trump subirán juntos al escenario del debate por primera vez en cuatro años este jueves, mientras se preparan para una disputada revancha presidencial en noviembre. Se trata del primer debate presidencial en 2024, pero el tercero entre el expresidente republicano y el mandatario demócrata desde la primera vez que compitieron en 2020.
La instancia comenzará a las 21 horas, tendrá una duración de 90 minutos y se celebrará en los estudios de CNN en Atlanta. En esta ocasión el debate viene con nuevas reglas para evitar entorpecer la discusión: no habrá declaraciones de apertura de ninguno de los candidatos, los micrófonos de ambos estarán silenciados hasta que les toque hablar y cada uno tendrá dos minutos para responder a una pregunta.
A los candidatos se les dará un bolígrafo, papel y agua. No se les permitirá tener notas escritas previamente ni sentarse, de acuerdo con el diario USA Today. Tampoco habrá público en el estudio, y el personal de campaña respectivo no podrá hablar ni interactuar con su candidato hasta el final del debate, incluyendo durante dos pausas comerciales, lo que marca una desviación de los formatos de debate tradicionales supervisados por la Comisión de Debates Presidenciales (CPD).
Ambos candidatos serán cuestionados sobre políticas de inmigración, economía (especialmente la inflación) y el derecho al aborto, sobre todo tras cumplirse el segundo aniversario este lunes desde que la Corte Suprema de Estados Unidos derogó el histórico fallo Roe vs. Wade. No obstante, “el debate se centrará más en las personalidades de los dos candidatos que en el fondo de las cuestiones políticas”, asegura a La Tercera John Shaw, director del Instituto de Políticas Públicas Paul Simon de la Universidad del Sur de Illinois.
“Para Trump puede haber algunas preguntas muy difíciles sobre el hecho de que ha sido condenado por 34 delitos graves, y creo que para Biden puede haber algunas preguntas relacionadas con su edad y su capacidad para cumplir un mandato completo”, anticipa a La Tercera Allan Litchman, historiador y académico en la American University en Washington, D.C., desde 1973.
“Biden se centrará en cuestiones como el carácter y la democracia. Básicamente, querrá resaltar las diferencias más marcadas entre él y Trump. Trump querrá centrarse en la inflación, la economía y la inmigración, ya que le sientan bien a su base”, afirma a La Tercera Todd Graham, académico de debate y director del equipo de debate Saluki en la Facultad de Estudios de la Comunicación de la Universidad del Sur de Illinois en Carbondale.
“Este debate no será una discusión elevada o cuidadosa de temas. Será un debate de ataque y contraataque. Será un trabajo duro y una pelea. Biden se centrará implacablemente en las condenas por delitos graves de Trump y utilizará repetidamente el término ‘delincuente convicto’. Trump atacará al hijo de Biden, Hunter, por sus problemas legales, y se burlará de Biden por su supuesta falta de energía y fluidez verbal”, anticipa Shaw. Algo que fue confirmado por el copresidente de campaña de Biden, cuando el domingo insinuó que una de las estrategias será atacar al rival republicano por sus problemas legales y su carácter. “Realmente no importa cómo se presente Donald Trump si llega desquiciado, como lo está la mayor parte del tiempo, o se sienta y se queda callado”, dijo Mitch Landrieu a NBC.
Consultados por si ha habido previamente un debate tan crucial como este, los analistas coinciden en que en realidad no se trata de un debate más importante que los anteriores. “No hay ninguna evidencia de que algún debate previo haya predicho el resultado de una elección. Este debate no va a predecir el resultado de las elecciones. Hillary Clinton ganó los tres debates en 2016 y aun así perdió”, enfatiza Litchman.
“Lo que hace a este debate interesante es que es mucho más pronto en el calendario que la mayoría de los debates presidenciales generales y que hay dudas sobre la edad de ambos candidatos y sus capacidades”, aclara Jon Marshall, periodista especializado en relación entre presidentes y prensa en tiempos de crisis, académico en Northwestern University y autor del libro El legado de Watergate y la prensa: el impulso de la investigación. El debate se realizará antes de las convenciones partidarias republicanas y demócratas y, además, antes de la audiencia de sentencia de Trump el próximo 11 de julio.
Los moderadores serán Jake Tapper y Dana Bash, ambos periodistas de CNN con una amplia experiencia en debates. Con la nueva regla del debate que permitirá silenciar los micrófonos, “tenemos algo muy diferente y extremadamente significativo para los moderadores, porque en debates pasados Trump habló por encima de su oponente y trató de dominar el debate”, destaca Litchman.
“El micrófono silenciado tendrá un impacto mayor, al igual que la falta de audiencia. Es de esperar que ambas reglas conduzcan a un debate más fluido y lleno de contenido. Sin audiencia, es más fácil para nosotros en casa centrarnos en las respuestas de los candidatos que en las distracciones de una audiencia parcial”, añade Graham.
Ninguno de los expertos consultados considera que alguno de los candidatos saldrá victorioso en este debate. “La especialidad de Trump en el debate es cuando hay un campo más grande y varias personas en el escenario del debate. Puede ‘golpear y correr’ con insultos, etc. Pero cuando es solo uno a uno, Trump tiene más dificultades porque necesita más profundidad en sus respuestas. (...) Eso no significa que creo que Biden tendrá un mejor debate, porque estará oxidado y tiene sus propios problemas que superar. Entonces, si Trump puede actuar sin falsedades excesivas, controlar su temperamento y no interrumpir, y responder directamente a las preguntas, tendrá un buen debate. Biden, necesita tener respuestas precisas y claras y mostrar energía y profundo conocimiento. Si lo hace, Biden tendrá un buen debate”, explica el profesor de debate.
De acuerdo con información del medio Politico, la campaña de Biden ganó el sorteo de moneda para decidir el orden de los discursos de cierre de los candidatos o su posición en los podios. El Presidente seleccionó el podio derecho, colocando a Trump a la izquierda de la pantalla de los espectadores. La campaña de Trump optó por tener la última palabra de la noche, lo que posicionó a Biden para dar su discurso de cierre primero.