Siria, el país donde se juega el destino de Medio Oriente
A casi un semana de que un grupo rebelde derrocara al régimen de Bashar Assad y manifestara su intención de formar un nuevo gobierno, países como Turquía, Irán, Rusia e Israel se mantenían expectantes frente a este nuevo escenario, que sea cual sea el camino que tome tendrá repercusiones telúricas en toda la región.
Lo que pase en Siria no quedará ahí, sino que sus efectos se harán sentir en todo Medio Oriente. Así, su posición estratégica en la región -al compartir fronteras con Turquía al norte, Irak al este, Líbano y el Mediterráneo al oeste e Israel y Jordania al sur- la ha convertido en una joya preciada para distintas potencias, lo que ha quedado en evidencia en los últimos días, tras la caída el domingo del régimen de Bashar Assad, en el poder desde el año 2000.
El rápido avance de los rebeldes sirios de Hayat Tahrir al-Sham (Organización para la Liberación del Levante, HTS) y otros grupos de oposición a Assad, que en apenas dos semanas llegaron hasta Damasco 13 años después del inicio de la guerra civil, tomó por sorpresa a Occidente y trastocó por completo la estrategia internacional para abordar la situación en Siria. De esta manera, los gobiernos árabes, como también Turquía, Israel, Estados Unidos, Irán y Rusia, buscan ahora una forma de adaptarse a esta nueva realidad sin olvidar sus propios intereses.
Aunque HTS controla actualmente las principales ciudades de Siria, no lidera en todo el país, dominado por distintos grupos rebeldes. Encontrar un consenso sobre cómo gobernar el país es la pregunta del millón.
El escepticismo radica en los lazos que HTS mantuvo hasta 2016 con Al Qaeda. En un análisis realizado por el experto sirio Hassan Hassan en la revista News Line, se señaló que “muchos yihadistas han desafiado tanto al Estado Islámico como a Al Qaeda en favor de una nueva estrategia que enfatiza la consolidación y retención del poder a nivel regional en lugar de librar una yihad global contra Occidente”.
En todo caso, el diario emiratí The National ya dio cuenta de divisiones entre los rebeldes. Por ejemplo, el grupo del sur de la ciudad de Daraa, Octava División, liderado por Ahmad Al Odeh -los primeros que llegaron a Damasco en la ofensiva contra el régimen-, ha tenido disputas con miembros de HTS, luego que el primero le pidiera a Abu Mohammed al-Jolani, líder de HTS, que se mantuviera alejado del sur, sin recibir garantías.
En este contexto, en un artículo para Foreign Policy, el analista Charles Lister señaló que Naciones Unidas y su enviado especial para Siria, Geir Pedersen, ya entraron en acción y comenzaron a interactuar intensamente con el llamado grupo de Astaná (Rusia, Irán y Turquía), los Estados Árabes, Estados Unidos y Europa para trazar un camino a seguir orientado en torno a la Resolución 2254 del Consejo de Seguridad de la ONU.
Ese mandato, establecido en diciembre de 2015, exige un período de transición que conduzca finalmente a elecciones libres y justas. Lister indicó que ya existen planes en marcha para que se reanuden las conversaciones de paz sobre Siria en Ginebra, pero sin los representantes del régimen de Assad. Sin embargo, no está claro qué formato pretende llevar la ONU a Ginebra, ni quiénes o cuántos sirios participarían.
Según cuatro fuentes asociadas con HTS que conversaron con Lister, la transición política de Siria ya está en marcha y se está gestionando internamente. En su opinión, un proceso dirigido por la ONU, diseñado y determinado en el extranjero, es innecesario, y lo rechazan.
Como parte de las medidas que están tomando los rebeldes se encuentra el nombramiento de Mohammed al-Bashir como primer ministro de transición del gobierno interino en Damasco, una situación que ha generado preocupación en los círculos liberales e intelectuales sirios. Esto porque algunos ciudadanos temen que el líder de los insurgentes, Al-Jolani, probablemente entregue Siria a un gobierno con un enfoque islamista. Según Jack Khoury, del diario Haaretz, el gobierno provisional sería similar al que estableció Al-Jolani en la provincia de Idlib, en el norte de Siria, y que controló la zona durante unos años antes del colapso del régimen y que también estaba dirigido por Al-Bashir.
Turquía, el actor clave
Ankara es la principal potencia exterior que apoya al bando rebelde. A Turquía le preocupan tanto los kurdos -a los que considera aliados de los grupos separatistas kurdos-, como también los refugiados sirios, ya que acoge a casi cuatro millones que huyeron de la persecución de Assad y que el presidente Recep Tayyip Erdogan desea que regresen a su país.
El aliado de Turquía entre los rebeldes es el Ejército Nacional Sirio (SNA), entidad de propiedad totalmente turca. Desde la derrota del ISIS, los turcos han estado más preocupados por el surgimiento de una entidad sirio-kurda en el norte de Siria liderada por las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS). Este grupo se nutre de las Unidades de Protección Popular (YPG), una agrupación militante kurda respaldada por Estados Unidos, y uno de sus principales socios en su lucha contra los yihadistas de Estados Islámico.
El analista sirio Hassan Hassan, junto al experto Michael Weiss, explicaron en un artículo en New Lines Magazine que Ankara permitió que se llevara a cabo la operación de HTS contra Assad debido a una cadena única de circunstancias. Por un lado, se encuentra la frustración de Erdogan por no poder sentar en la mesa a Assad para negociar. En segundo lugar, el deseo del mandatario turco de tener un mayor poder de negociación con Donald Trump cuando retire a sus 900 soldados del noreste de Siria, como ha dicho que tiene la intención de hacer.
Además está la perspectiva de que las milicias kurdas dominadas por el Partido de los Trabajadores del Kurdistán, o PKK, que operan bajo el paraguas de las FDS, ya no representen una amenaza significativa en la puerta sur de Turquía mientras no estén protegidas por Estados Unidos.
“Turquía parece ser ahora la potencia extranjera con mayor acceso e influencia, con los grupos armados al mando y en una posición privilegiada para perseguir sus propios objetivos en Siria. Eso podría significar más ataques contra los kurdos sirios y el regreso de los refugiados que se encuentran actualmente en Turquía”, escribió el diario The New York Times. De hecho, el diario Middle East Eye reportó que el noreste de Siria, controlado por las YPG y su filial FDS, ha estado bajo ataque por las fuerzas turcas desde el derrocamiento de Assad.
El poder que Ankara posee se comprobó el jueves cuando el jefe de inteligencia turco, Ibrahim Kalin, visitó Damasco, según dijeron a Reuters dos fuentes con conocimiento de la visita, para lo que el Ministerio de Información sirio dijo que serían conversaciones que involucrarían a su nuevo liderazgo de la oposición. De hecho, en X circularon videos de Kalin en un auto en la capital junto a Al Jolani. E incluso ya designó a un embajador en Damasco.
Otro país que se encuentra muy vigilante de lo que ocurre en Siria es Israel, que lleva mucho tiempo intentando degradar el corredor terrestre entre los dos aeropuertos de Damasco y Líbano, a través del cual se enviaban armas y explosivos desde Irán a Hezbolá al territorio libanés. Las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) también llevaron a cabo rutinariamente eliminaciones selectivas de individuos de Hezbolá y agentes iraníes en el corazón de Damasco.
Desde la caída de la capital siria, las FDI han llevado a cabo ataques contra depósitos de armas, defensas aéreas, activos navales y otras infraestructuras del Ejército Árabe Sirio para prevenir cualquier actividad futura contra territorio israelí.
Israel dijo el jueves que su Ejército permanecería en el territorio sirio que ahora controla hasta que se establezca “una nueva fuerza” que satisfaga sus demandas de seguridad. El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, indicó que el repentino colapso del régimen de Assad había creado un vacío en la frontera de Israel con Siria, y que “Israel no permitirá que grupos yihadistas llenen ese vacío y amenacen a las comunidades israelíes”. Según el diario Haaretz, los rebeldes no saben si la presencia de Israel en la zona desmilitarizada es permanente y, en la práctica, amplía la zona ocupada en los Altos del Golán y en el monte Hermón.
Los aliados históricos
La relación de Irán con Siria se remonta a casi 50 años, cuando el entonces Presidente sirio, Hafez Assad, apoyó a Irán en su guerra de ocho años con Irak. Esto, mientras Irán construía una red de grupos afines en todo Medio Oriente como contrapeso a Estados Unidos e Israel. Siria fue el único Estado que pasó a formar parte de lo que Irán llamó su “Eje de la Resistencia”.
Siria se convirtió así en la principal ruta terrestre de suministro de armas de Irán para Hezbolá en el Líbano. A cambio, Irán envió asesores militares para apoyar al régimen de Assad durante la guerra civil, junto con combatientes de su aliado Hezbolá y dos brigadas bajo el mando de las Fuerzas Quds de Irán, integradas por refugiados de Pakistán y Afganistán que habían huido a Irán. Asimismo, las milicias chiitas también jugaron un rol clave de respaldo al régimen.
“La posible caída del gobierno sirio en manos de extremistas islámicos sería uno de los acontecimientos más significativos en la historia de Medio Oriente”, escribió en X Mohammad Ali Abtahi, exvicepresidente iraní. “La resistencia en la región quedaría sin apoyo. Israel se convertiría en la fuerza dominante”.
Afshon Ostovar, profesor asociado de asuntos de seguridad nacional en la Escuela Naval de Posgrado en California, dijo a The New York Times que Irán estaba en un aprieto, particularmente con el inminente regreso de Donald Trump a la Casa Blanca, y se esperaba que aplicara una política de “máxima presión sobre Irán”.
“Perder terreno en Siria hará que Irán parezca cada vez más débil ante sus enemigos en Israel y Washington”, dijo Ostovar. “Si Irán redobla sus esfuerzos en Siria, podría estar enviando hombres y material a una batalla perdida. Pero si Irán retrocede, parecerá débil, admitirá la derrota y cederá a sus enemigos territorios duramente conquistados”.
Otro aliado que también se encuentra preocupado por la caída de Assad es Rusia, cuya alianza con Damasco data desde la Unión Soviética. Rusia, que le dio refugio al exlíder sirio, vendió armas al gobierno de Assad, desplegó combatientes del grupo ruso Wagner, amplió su base naval en Tartus (Siria) y abrió una base aérea cerca de Damasco. Con la caída del régimen de Assad, Moscú podría perder gran parte de su influencia en Siria, pero los analistas dicen que probablemente intentará mantener su base de Tartus, que es su único puerto en el Mediterráneo para su flota del Mar Negro.
“Bajo ciertas condiciones, Rusia puede (y ya lo está intentando) encontrar un lenguaje común con los nuevos gobernantes sirios. Esto es mucho menos impensable de lo que parece, dado que Moscú ha acumulado una amplia experiencia en el establecimiento de cooperación con fuerzas radicales en varias partes del planeta”, escribió el centro de estudios Carnegie.
Otros actores no menos importantes son los países árabes, que durante la revuelta contra Assad en 2011 rompieron lazos con él y apoyaron a los grupos de oposición. Pero tras conseguir mantenerse en el poder, las naciones árabes comenzaron a tenderle una mano al expresidente y en 2023 el régimen sirio fue readmitido en la Liga Árabe. Ahora, en este nuevo escenario, en el que las milicias chiitas enemigas de los rebeldes sirios podrían tener mucho que decir, no quieren quedarse atrás y países como Egipto, Irak, Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos, Jordania, Bahréin y Omán ya reanudaron sus operaciones diplomáticas, mientras que Qatar se ofreció como mediador con HTS, indicó Reuters.
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