Sofia Ventura, que enseña Ciencias políticas en la Universidad de Bolonia, ha observado, analizado y vivido muchas elecciones en su país, pero nunca el panorama le pareció tan confuso e imprevisible como el que se encuentra por delante hoy Italia. "Además, esta nueva ley electoral complica mucho la transformación de los votos en escaños. Creo que hasta el martes no vamos a tener resultados definitivos", advierte en conversación con La Tercera. Todo indica que se está frente a un electorado partido entre tres bloques, lo que dejaría Roma sin un gobierno estable y sólido.
¿En qué datos se va a fijar primero?
Habrá que observar primero la consistencia del bloque de centro derecha, es decir, la coalición formada por el partido de Berlusconi Forza Italia y los más extremistas de la Liga (Norte) y Hermanos de Italia. Con nuestra complicada ley electoral, que conjuga el sistema proporcional y el mayoritario, el 40% es el umbral que puede garantizar la mayoría de escaños en las dos cámaras. Este dato es el primero que nos va a decir si las elecciones tienen un ganador claro y si Italia va a tener un gobierno en tiempos breves.
Entre derecha e izquierda, ¿se amplía el consenso para el Movimiento 5 estrellas, una formación antisistema que obtuvo algo más del 25% hace cinco años, cuando se presentó por primera vez en unos comicios nacionales?
Es el partido sobre que se centran los focos de los analistas, sobre todo por su buen desempeño en el Sur, en la región más poblada de Italia, Sicilia. Sus consensos por sobre el 30%, serían un gran éxito.
El fundador del Movimiento 5 estrellas, Beppe Grillo, dijo que ya ha terminado el tiempo del grito, de la oposición pura y dura. ¿Van a gobernar?
El Movimiento 5 Estrellas rechaza cualquier coalición o alianza post voto. Solo dice: "vamos a presentar al Parlamento nuestro programa y vamos a buscar el apoyo de todo el que quiera suscribirlo. No concibe la idea del compromiso, de lijar diferencias para llegar a un terreno común, que es lo que sirve si no tienes la mayoría absoluta por ti solo. Así que, Grillo y los suyos pese a cosechar muchísimos votos, lo más probable es que sigan en la oposición.
En este panorama fragmentado, nos falta por analizar la izquierda. Una coalición de este sector ha gobernado los últimos 5 años con resultados económicos discretos. ¿Cómo se llegó a este punto?
El Partido Demócrata, que es la formación más fuerte en el bloque de centro izquierda, obtuvo el 25% de los votos en las últimas elecciones generales de 2013. Con aquel resultado, la formación de un gobierno fue una pesadilla: el secretario y candidato primer ministro, Pierluigi Bersani, no encontró los apoyos necesarios para formar un ejecutivo y dimitió. El presidente de la República designó como primer ministro a Enrico Letta, quien tuvo que abrirse a hacer alianza con un partido de centro, que hasta entonces era aliado de Berlusconi, para poder encontrar una solución al problema. Aquel 25% le permitió liderar el país pero representó todo menos una victoria. De hecho, mostró su debilidad, su necesidad de pedir ayuda mirando a su derecha. Si los resultados finales muestran que el Partido Democrático de Matteo Renzi se queda muy por debajo de aquel umbral psicológico, será un fracaso. Si el confirma el resultado menor al 20%, Renzi tiene los días contados como secretario e Italia se quedará con la izquierda hecha un lío.
Parece que Italia se entrega a la derecha. ¿Es así?
Diría más bien que Italia eligió la derecha y también la protesta. Con "protesta" me refiero al Movimiento 5 Estrellas, por supuesto, con su discurso de "todos a casa", con su insistencia en el fracaso de los partidos tradicionales, considerados corruptos, atrincherados en el Palacio y alejados de las calles. Pero también es un voto de protesta el de la Liga, que el joven secretario Matteo Salvini (44 años) ha terminado convirtiendo en un partido nacional, que ya no apuesta por la independencia de las regiones del Norte como en sus orígenes, sino por la soberanía, la seguridad, la defensa de los confines contra la supuesta invasión de inmigrantes y contra los vínculos económicos de Bruselas.
¿Podrían juntar sus escaños (la Liga Norte y el Movimiento 5 Estrellas) tras el voto si no se da otra mayoría en el nuevo Parlamento?
Es improbable. El Movimiento fundado por el cómico Grillo se ha transformado, se ha vuelto más institucional, pero no tanto como para contemplar la hipótesis de pactar con otra formación. El destino de la Liga sigue anclado a Berlusconi. La nueva Liga probablemente siga siendo el segundo partido del bloque de la derecha, detrás del político-empresario. Pero Salvini arrastra su formación desde el 4% cosechado en 2013 hasta hasta más de un 13%. Sin duda va a marcar la línea de un eventual gobierno de centro-derecha.
Un gobierno que tendía como socio de mayoría Forza Italia, el partido de Berlusconi. ¿Cómo es posible que un líder tan anciano (81 años) y salpicado por tantos escándalos siga moviendo los hilos de la política italiana?
Italia es un país de ancianos y para ancianos. La clase política siempre se distinguió por su escasa capacidad de renovación, de dejar aflorar nuevos líderes. Berlusconi es un maestro en este arte. Quemó uno por uno a todos sus pupilos y se quedó solo en el área de la derecha moderada. Aunque una condena por fraude fiscal le prohíba ser elegido como diputado o como primer ministro, sigue dando las cartas desde fuera del Parlamento. Mientras, la izquierda ha sacrificado a Matteo Renzi, que se proponía como catalizador del voto de los moderados y, de ese paso, perdió las alas izquierdistas del Partido Democrático. La verdad es que, tras más de 20 años desde aquel 1994, Berlusconi sigue llenando un vacío.