El partido Alternativa para Alemania (AfD) se volverá el primer partido de extrema derecha en ganar una elección regional en Alemania desde la Segunda Guerra Mundial: esto es lo que dicen los sondeos a pie de urna en Turingia, donde este domingo tuvieron lugar comicios locales. En Sajonia, el otro estado donde se votaba durante la jornada, el partido aparecía segundo.
Las proyecciones de las emisoras públicas ARD y ZDF publicadas justo después del cierre de las urnas a las seis de la tarde situaban a la AfD con el 30,5% de los votos en Turingia, mientras que la centroderechista Unión Demócrata Cristiana (CDU) se quedaba atrás con el 24,5%.
En el vecino estado de Sajonia, la pelea era más estrecha. La AfD habría obtenido un 31,5% de los votos, medio punto porcentual por debajo de la CDU.
Los socialdemócratas (SPD) del jefe de gobierno germano, el canciller Olaf Scholz, sufrieron en ambos estados federados un revés electoral con entre el 6,5% y el 8,5% de los votos, algo que ya se esperaba en estas elecciones, según la cadena Deutsche Welle.
Alice Weidel, colíder de la AfD, dijo: “Es un éxito histórico para nosotros. Es la primera vez que nos convertimos en la fuerza más fuerte en una elección regional. Es un réquiem para esta coalición (en Berlín)”.
A pesar de su avance electoral, es poco probable que la AfD gobierne, ya que en Alemania es común que los otros partidos, incluidos los conservadores, hagan un “cordón sanitario” para impedir que grupos cercanos al fascismo consigan el poder.
Otro partido extremo, la izquierdista populista Alianza Sahra Wagenknecht (BSW), y que al igual que la AfD exige controles más estrictos sobre la inmigración y quiere dejar de armar a Ucrania, quedó tercero en ambos estados. Wagenknecht dijo a los periodistas que era la “primera vez en la historia de la república” que un partido había obtenido tan buenos resultados en las elecciones estatales en su primer intento. “Eso es algo de lo que uno puede estar orgulloso”, afirmó.
Se espera así que estas elecciones supongan un golpe al gobierno de Scholz, con votantes mostrando su descontento a los partidos de la coalición “semáforo”: socialdemócratas, liberales y ecologistas.
Las contiendas en Turingia y Sajonia se producen poco más de una semana después de que tres personas murieran en un supuesto ataque islamista en Solingen, en Renania del Norte-Westfalia, lo que alimentó un encendido debate sobre la inmigración en Alemania.
En los estados del este, tanto la extrema derecha de AfD como el populismo de izquierda de la BSW han encontrado un público receptivo a sus críticas al gobierno de Berlín y a la ayuda militar a Ucrania. Una victoria electoral de la AfD sería un hito en la historia de posguerra de Alemania, representando un revés para Scholz de cara a las elecciones nacionales de 2025.
En Sajonia, 3,3 millones de personas estaban convocadas a votar, y en Turingia casi 1,7 millones. Las elecciones del domingo eran seguidas con nerviosismo en Berlín: aunque los tres partidos de la coalición de gobierno de Scholz ya eran débiles allí, corrían el riesgo de caer por debajo del umbral del 5% de apoyo necesario para permanecer en las legislaturas regionales, en especial los liberales y ecologistas.
Según la prensa alemana, es poco probable que AfD llegue al poder, porque el resto de los partidos han descartado trabajar con la extrema derecha para formar gobierno. El principal partido conservador de la oposición alemana espera mantener a raya a la AfD en Sajonia y Turingia después de ganar las elecciones al Parlamento Europeo en junio.
La CDU ha liderado Sajonia desde la reunificación alemana en 1990, y espera que el gobernador en ejercicio Michael Kretschmer derrote a la AfD. En Turingia, el candidato de la CDU, Mario Voigt, esperaba formar una coalición de gobierno sin la extrema derecha.
Pero, tras conocerse los resultados, el copresidente de la AfD, Tino Chrupalla, aumentó la presión sobre los demás partidos: “Una cosa está muy clara: la voluntad de los votantes es que se produzca un cambio de política”, declaró a la cadena pública ZDF. “Tenemos un mandato claro para gobernar en Turingia”, afirmó.
En la misma línea, el líder de los ultraderechistas de AfD en Turingia, Björn Höcke, reclamó inmediatamente el derecho a formar gobierno. “Parece ser que somos la primera en Turingia, hemos logrado un resultado histórico. Por primera vez somos la primera fuerza parlamentaria”, dijo Höcke, considerado como la cabeza visible del ala más radical de AfD.
“Los partidos tradicionales deben mostrar humildad y aceptar el resultado. La gente votó y dijo que quería cambios y estos sólo se darán con la AfD. La gente está harta de que se hable de un cordón sanitario contra nosotros”, agregó.
Sajonia es el estado más poblado de la antigua Alemania del Este y ha sido un bastión conservador desde la reunificación en 1990. Turingia, por su parte, es más rural y el único estado actualmente dirigido por el partido de izquierda Die Linke, sucesor del partido comunista gobernante de Alemania del Este.
Un tercer estado de la antigua Alemania del Este, Brandeburgo, tiene previsto celebrar elecciones el 22 de septiembre, donde las encuestas dan ventaja a la AfD con alrededor del 24% de las intenciones de voto. Actualmente, el estado es gobernado por los socialdemócratas del canciller Scholz.
“La AfD ha creado una base central (en el este) que ahora vota por ella por convicción, no sólo por frustración con los otros partidos”, dijo el profesor André Brodocz, politólogo de la Universidad de Erfurt en Turingia, en declaraciones a The Guardian.
En declaraciones a la Deutsche Welle, en tanto, el sociólogo David Begrich advirtió a los políticos alemanes que no deben sacar conclusiones erróneas de las elecciones regionales, alertando contra la idea de que todos los votantes del este de Alemania deben ser ultraderechistas y antidemocráticos. “Hay que dar un giro radical a la agenda política de la AfD y dirigirse a los del este que se comprometen a defender la democracia”, afirmó Begrich, e insistió en que, tras los éxitos electorales de la AfD, es importante reforzar las pequeñas iniciativas democráticas en las regiones y garantizar su supervivencia.