Con 95 años a cuestas, Benedicto XVI es la segunda persona de mayor edad en haber utilizado el manto papal, solo por detrás de Agatón, quien murió a los 102 años, en el año 678. Nacido como Joseph Ratzinger, no solo hizo historia al renunciar al papado en 2013, rompiendo la tradición por primera vez en 600 años, sino que también mantuvo una influencia considerable en el mundo católico, especialmente en el ala más tradicionalista.
Es por eso que cuando su sucesor, el Papa Francisco, pidió durante este miércoles a los feligreses del mundo una “oración especial” por Benedicto XVI debido a su débil salud, la noticia causó preocupación.
A nueve años de su retiro oficial de la primera línea de la Iglesia Católica, Ratzinger continuó con una vida de reposo, acorde a su “falta de fuerzas” argumentada para salir del cargo en 2013. Sin embargo, en el último registro fotográfico conocido, su cuerpo denotaba una evidente fragilidad.
La salud de Benedicto
“Quiero pedirles a todos una oración especial para el Papa emérito Benedicto XVI, que en silencio sostiene a la Iglesia. Recuérdenlo, está muy enfermo. Pedimos al Señor que lo consuele y lo sostenga en esta prueba de amor hacia la Iglesia, hasta el final”, fueron las palabras de Francisco en su audiencia matutina del miércoles. El Pontífice revelaba así la delicada salud de su antecesor, quien actualmente reside alejado de la vida pública en el convento Mater Ecclesiae, al interior de la Ciudad del Vaticano.
La declaración del Papa Francisco encendió las alarmas sobre la condición del Papa emérito, quien en muy pocas ocasiones se ha dejado ver una vez retirado del cargo. Una de las últimas fotografías de las que se tiene registro fue el 1 de diciembre de este año. La Fundación Joseph Ratzinger publicó una imagen suya de cuando se reunió con dos teólogos que ganaron el premio que lleva su nombre. En ella, Benedicto XVI aparecía sentado y muy delgado, y medios internacionales aseguran que se mostró atento a la conversación. En otras fotografías recientes, se le veía en silla de ruedas paseando por los jardines vaticanos.
En ese contexto, el llamado de Francisco a rezar por la salud de su antecesor llegó tan de improvisto como lo fue el anuncio de Benedicto XVI de su retiro papal, el 11 de febrero de 2013.
“En cuanto a las condiciones de salud del Papa emérito, por quien el Papa Francisco ha pedido oración esta mañana, puedo confirmar que en las últimas horas se ha producido un agravamiento por el avance de la edad”, dijo a los medios el director de la oficina de prensa del Vaticano, Matteo Bruni, luego de que el actual Pontífice no profundizara más en el estado de salud de su antecesor. El funcionario vaticano aseguró que su estado ha “empeorado de forma repentina”, pero agregó que su condición se encuentra “bajo control” y que cuenta con continuo tratamiento médico.
Si bien su secretario personal, Georg Gänswein, ha declarado en múltiples ocasiones que su salud era frágil, no padece de ningún problema mental. Quienes lo han visitado últimamente aseguran que Ratzinger no camina y tiene un hilo de voz.
Un amigo cercano de Benedicto dijo bajo condición de anonimato a The Washington Post que el Pontífice emérito se había debilitado incluso antes de Navidad, pero que desconocía su actual estado de salud. “Por supuesto que el tiempo no está de su lado”, dijo al diario estadounidense. “Algunas preocupaciones seguramente están ahí”.
Su vida tras el papado
Por ocho años, Benedicto XVI estuvo a la cabeza de la Iglesia Católica. Lo hacía luego de oficiar como un cercano consejero del popular Papa Juan Pablo II, quien se mantuvo por 27 años a la cabeza de la Iglesia Católica hasta su muerte en 2005, dando paso a Ratzinger, quien se convertía en el primer Pontífice de origen alemán en mil años. Pero en febrero de 2013 entregaba una noticia que impactó al mundo más allá de las paredes del catolicismo. Benedicto XVI se convertía en el primer Pontífice en renunciar al cargo en 600 años.
Durante un acto interno de canonización y hablando en latín, el entonces Papa daba a conocer su decisión, alegando entre sus motivos su “edad avanzada” y “la falta de fuerzas”. Tenía 85 años cuando lo hizo. “Es necesario el vigor tanto de cuerpo como de espíritu”, dijo también, agregando que “ese vigor ha disminuido de tal forma que he de reconocer mi incapacidad para ejercer bien el ministerio que me fue encomendado”.
Se comprometió, entonces, a dejar atrás la vida pública y dedicarse a una vida de reclusión. La lectura, la escritura y los paseos se convirtieron en su día a día, según la prensa. En enero de 2020, a casi siete años de su retiro, la cadena de televisión bávara BR24 hizo un retrato de su vida cotidiana. Según el periodista, para esa fecha ya se notaba una “voz débil” y una “gran dificultad” para caminar y desplazarse, pero siempre se encontraba acompañado de su secretario personal, el arzobispo alemán Georg Gänswein. “Ya ha perdido mucha de su fuerza física”, reconoció en aquel entonces su asistente.
Su itinerario diario, explicaba el religioso, se mantenía bajo un horario “estricto”. Todos los días inician con una misa en una capilla al interior del monasterio Mater Ecclesiae del Vaticano junto a Gänswein y las mujeres consagradas que se encargan de atenderlo. Parte importarte de la jornada la pasa en su despacho, el que el medio describió como una “biblioteca”, debido a la cantidad de libros que almacena. “La vida del profesor de teología Joseph Ratzinger se refleja en los miles de libros. Dice que para él, cada fase de su vida está contenida en esas páginas, y que se ocupa de ellos todos los días”, describió el periodista bávaro.
Para abril de este año, el día a día de Ratzinger se mantenía sin muchas variaciones. Así lo aseguró Georg Gänswein al medio Vatican News, quien dijo que su itinerario “no ha cambiado desde que el Papa es emérito. Comienza siempre con la parte más importante del día, a primera hora de la mañana, es decir, la santa misa y las oraciones del Breviario. Después vienen el desayuno y un descanso, tras el cual Benedicto XVI se dedica a la correspondencia y a las lecturas de la mañana. De vez en cuando hay espacio para la música, hasta la hora de comer”.
Las mayores variaciones en la jornada se dan en la tarde, tras un pequeño descanso tras el almuerzo. Allí, dependiendo del día, acoge a quienes lo visitan. “Todo depende de cómo se sienta”, continuó el secretario, lo que suele ir proseguido de un “breve paseo por los Jardines Vaticanos con el rezo del Rosario, pero sentado”.
Sin embargo, Ratzinger nunca logró desligarse totalmente de lo que ocurría en la Iglesia que alguna vez dirigió, ni de la relación de esta con el mundo.
Decidió no recuperar su nombre de nacimiento, Joseph Ratzinger, y optó por continuar utilizando la vestimenta blanca, símbolo papal. Aunque fue en lo político e ideológico en donde su presencia se mantuvo más vigente. Su papado inició en pleno apogeo de las graves denuncias de abusos sexuales al interior de la Iglesia Católica, convirtiéndose en 2008 en el primer papa en expresar su “vergüenza” por lo ocurrido, además de reunirse con las víctimas. “He mirado a los ojos las consecuencias de una culpa muy grande”, dijo durante su mandato.
Su relación con el ala más conservadora y tradicionalista al interior de la institución sigue vigente hasta la actualidad. Un grupo de seguidores aún ven con nostalgia la era Ratzinger, la que fue definida por The Washington Post como “pequeña, pero ruidosa”, y donde muchos reniegan de la actual administración, al considerar que Francisco lleva a la Iglesia por un “mal camino”, demasiado liberal para sus tradiciones.
Si bien Benedicto XVI suele no referirse a temas polémicos tras su dimisión, ha intervenido en pocas pero importantes ocasiones en debates religiosos y morales. Entre ellas, destacan su oposición e incluso contradicción a las ideas de Francisco sobre la naturaleza sistémica de los abusos al interior de la Iglesia, así como en su negativa a las excepciones propuestas para el celibato sacerdotal.
Antes como cardenal y mano derecha de Juan Pablo II, y luego como Papa, Benedicto XVI se convirtió en un pilar de la ortodoxia católica, asegurando que si la Iglesia se unía a la ola de los tiempos modernos, las enseñanzas que esta provee se debilitarían.
Ese interés porque “se oiga la voz católica”, dijo el Pontífice emérito, según Angelus News, se ve reflejado en las fundaciones en donde colabora. Fundación Tagespost para el Periodismo Católico es el nombre de la institución privada que presta apoyo financiero a proyectos de investigación bioética, así como cooperación a la prensa católica para cubrir una gama más amplia de temas, detalló el medio eclesiástico.