El presidente de Sudáfrica, Cyril Ramaphosa, anunció que el país estará en un periodo de luto hasta el 1 de enero, fecha del funeral del arzobispo emérito Desmond Tutu, uno de los grandes símbolos de la lucha contra el Apartheid y Premio Nobel de la Paz.
“Habrá un periodo de luto durante el que la bandera nacional ondeará a media asta en todo el país y en las misiones diplomáticas sudafricanas en el extranjero”, ha dicho, antes de agregar que “los detalles sobre el funeral y otros actos serán anunciados durante los próximos días”.
Ramaphosa destacó además que Tutu “fue uno de los mejores patriotas de la nación” y “un hombre de valor inamovible, convicciones basadas en principios y cuya vida fue dedicada al servicio de otros”.
“Hemos perdido a una persona que llevó la carga del liderazgo con compasión, dignidad, humildad y buen humor”, manifestó, antes de incidir en que “dejó una marca imborrable en las vidas de millones de personas que tuvieron el privilegio y el honor de conocerle”.
Por su parte, la familia de Tutu detalló en un comunicado que los preparativos para los actos están en los primeros pasos, si bien confirmaron que el funeral tendrá lugar el 1 de enero en Ciudad del Cabo.
“Las campanas de la Catedral de San Jorge repicarán cada día durante diez minutos, empezando a mediodía, desde el lunes hasta el viernes”, indicó, antes de destacar que el arzobispo de la ciudad, Thabo Makgoba, pide a todos los que las escuchen que “pausen” sus actividades como tributo.
La familia de Tutu manifestó además que el miércoles habrá una misa en la diócesis de la capital, Pretoria, mientras que la capilla ardiente será abierta el viernes en la Catedral de San Jorge, tal y como ha recogió el diario sudafricano ‘News 24′.
El nombre de Tutu está unido por importancia al del gran líder de la lucha por los Derechos Civiles en Sudáfrica, Nelson Mandela, unidos a pesar de sus diferencias en la lucha contra el Apartheid en Sudáfrica; una política de segregación racial “por naturaleza mala, inmoral y absolutamente irreconciliable con la palabra de Dios”, declaró en su día el sacerdote anglicano, nacido en 1931 en Klerksdorp, en la antigua república del Transvaal, durante lo que se conocía por aquel entonces como la Unión Sudafricana.
Su figura comenzó a cobrar extraordinaria prominencia a partir de 1978, como director del Consejo Eclesiástico Sudafricano, punta de lanza en su campaña contra la segregación. Seis años después, Tutu recibiría el Premio Nobel de la Paz, antes de ser elegido como arzobispo de Ciudad del Cabo en 1986, uno de los años más violentos de la era del Apartheid.
En esos momentos, Tutu redobló sus esfuerzos para conseguir la imposición de sanciones contra el Gobierno, dirigió marchas de protesta y usó su púlpito para desafiar la represión estatal. Con la victoria de Nelson Mandela como primer presidente de la República Sudafricana en 1994, Tutu asumió un nuevo papel como presidente de la Comisión de Verdad y Reconciliación del país.
La comisión investigó las atrocidades del Apartheid, y Tutu pasó a adoptar una función unificadora entre blancos y negros del país, al tiempo que adoptó una postura crítica contra los sucesivos gobiernos del histórico Congreso Nacional Africano, el partido de Mandela, al que afeó durante años sus escándalos de corrupción, el mayor obstáculo para alcanzar la utopía de la “nación arcoíris” en la que esperaba que se convirtiera el país.
De 2007 a 2013, ya en sus últimos años de vida pública, Tutu presidió la organización de Los Ancianos, un grupo independiente de veteranos líderes mundiales que trabajaron juntos por la paz y los Derechos Humanos.