Una filtración revelada ayer tras una investigación en conjunto de 48 medios de comunicación de todo el mundo y denominada Suisse Secrets dejó al descubierto las cuentas de 30.000 clientes del banco suizo Credit Suisse con dinero procedente de operaciones cuestionables propiedad de personalidades de todo el mundo.
Uno de los nombres más destacados recogido en el listado es el del dictador filipino Ferdinand Marcos y su esposa, Imelda Marcos, quienes se estima que robaron US$ 10 mil millones durante los tres mandatos en que estuvo Marcos al frente del país, hasta 1986. Los Marcos tenía una cuenta en Credit Suisse bajo los nombres falsos de William Saunders y Jane Ryan. En 1995 un tribunal suizo ordenó devolver US$ 500 millones a Filipinas. La nueva filtración revela una cuenta de la abogada Helen Rivilla, condenada en 1992 por ayudar a blanquear dinero para Ferdinand Marcos. A pesar de ello, pudo abrir una nueva cuenta en el año 2000.
Entre los políticos incluidos está también Pavlo Lazarenko, primer ministro de Ucrania entre 1997 y 1998. Un mes después de dimitir abrió la primera de dos cuentas en Credit Suisse con casi US$ 8 millones. Transparencia Internacional estima que Lazarenko robó US$ 200 millones cobrando la mitad de sus beneficios a empresarios del país. Fue condenado en Suiza por blanqueo de capitales en el 2000 y posteriormente condenado a nueve años de prisión por corrupción en Estados Unidos en 2006.
También tenían cuenta en Credit Suisse Alaa y Gamal Mubarak, hijos del autócrata egipcio Hosni Mubarak. Abrieron la primera cuenta en 1993 y en 2010, un año antes de la caída de su padre, durante la Primavera Árabe, una cuenta de Alaa por US$ 250 millones. Otros empresarios y altos cargos egipcios de la era Mubarak también tenían cuentas en Suiza.
En el listado también surge el nombre del exministro de Defensa argelino Jaled Nezzar, quien estuvo en el cargo hasta 1993 y participó en la brutal guerra civil en la que se acusó a las autoridades desapariciones forzosas, detenciones en masa, torturas y ejecuciones extrajudiciales. La implicación de Nezzar en estos crímenes estaba sobradamente acreditada en 2004, cuando abrió una cuenta que llegó a tener US$ 2 millones y la cuenta estuvo abierta hasta 2013, dos años después de ser detenido en Suiza por crímenes de guerra.
Credit Suisse es uno de los bancos privados más grandes del mundo que, según esta investigación periodística, ha acogido entre sus clientes a individuos acusados de torturas, tráfico de drogas, blanqueo de capitales, corrupción y otros crímenes graves, según ha revelado la fuente anónima que hace más de un año entregó la información al periódico alemán Sueddeutsche Zeitung.
“Creo que la ley de secreto bancario suiza es inmoral. El pretexto de proteger la privacidad bancaria sirve para tapar la vergonzosa función de los bancos suizos como colaboradores de los evasores fiscales”, señaló el confidente de la investigación.
Nombres implicados
Entre los nombres citados en la investigación aparece el presidente de la Bolsa de Hong Kong, Ronald Li Fook Shiu, conocido como el “Padrino de la Bolsa” hongkonesa, condenado en 1990 por sobornos a cambio de incluir a determinadas empresas en la Bolsa. Era uno de los hombres más ricos de la ciudad, pero terminó en una prisión de máxima seguridad. Li, ahora fallecido, pudo abrir sin mayores contratiempos una cuenta en Credit Suisse en 2000 con US$ 64 millones.
También tenía hasta dos cuentas en la entidad el serbio Rodoljub Radulovic, condenado en 2001 por fraude en el mercado bursátil estadounidense. La primera se abrió en 2005 y se cerró en 2010. Recientemente ha sido condenado en Belgrado por tráfico de cocaína desde Sudamérica para el capo Darko Saric.
En el caso del alemán Eduard Seidel, el banco no tuvo en cuenta que fue condenado por sobornos en 2008. Seidel era empleado de Siemens y fue el director de la multinacional en Nigeria, cargo desde el que sobornó a las políticos para lograr licitaciones. Sin embargo, mantuvo sus cuentas en Credit Suisse hasta finales de la última década. Cuando salió de Siemens tenía una cuenta con US$ 58 millones, un dinero del que Siemens asegura no tener noticias.
Tampoco se cerró la cuenta del informático sueco Stefan Sederholm, condenado a cadena perpetua por tráfico de seres humanos en Filipinas en 2011. La cuenta siguió abierta al menos dos años y medio después.
Para Venezuela, el centro es la empresa estatal Petróleos de Venezuela (PDVSA), con casi dos docenas de empresarios, autoridades y políticos implicados en casos de corrupción. Entre estos nombres están los de los estadounidenses Roberto Rincón Fernández y Abraham Shiera Bastidas, quienes sobornaron a funcionarios en 2009 a cambio de contratos de PDVSA. Tanto ellos como los funcionarios sobornados tenían cuentas en Credit Suisse con importantes sumas de dinero.
Otro dictador que aparece en el listado es el nigeriano Sani Abacha, que se cree que robó US$ 5.000 millones en solo seis años. Credit Suisse tiene a los hijos de Abacha como clientes y tienen en sus cuentas US$ 214 millones. La lista incluye a altos cargos de Pakistán, Jordania, Yemen e Irak.
Datos “fuera de contexto”
En respuesta, Credit Suisse ha alegado que las leyes bancarias le impiden comentar las acusaciones individuales, pero el banco ha rechazado “contundentemente” estas acusaciones sobre sus prácticas, porque estas informaciones se basan en “datos seleccionados sacados de contexto y, por tanto, generan interpretaciones tendenciosas de la conducta empresarial del banco”.
Además, Credit Suisse señala que se trata de casos pasados, en ocasiones relativos a una época en la que las “leyes, prácticas y expectativas para con las instituciones financieras son muy diferentes de las actuales”. Algunas cuentas fueron abiertas en la década de 1940, aunque más de dos tercios fueron abiertas después de 2000.
El propio responsable de la filtración ha reconocido que en la lista hay cuentas legítimas y declaradas por el cliente a la autoridad fiscal correspondiente de su país. “Soy consciente de que tener una cuenta en un paraíso fiscal suizo no implica necesariamente evasión fiscal ni ningún otro delito financiero. Sin embargo, es probable que un importante número de estas cuentas se abrieran con el único propósito de esconder los fondos de las instituciones financieras y/o evitar pagar los impuestos sobre el capital”, ha explicado anónimamente.