La Presidenta de Taiwán, Tsai Ing-wen, anunció este martes la extensión de cuatro meses a un año del período de servicio militar obligatorio ante las crecientes tensiones con China, al tiempo que detalló que la decisión entrará en vigor el 1 de enero de 2024 para mejorar la capacidad de combate de la isla ante posibles ataques por parte de Beijing.
Tsai, que prometió además incrementar los salarios de los reclutas, mantuvo durante la jornada una serie de reuniones con funcionarios de alto rango para abordar asuntos de seguridad y economía en la isla, según recogió la agencia taiwanesa de noticias CNA. “China está amenazando la paz y la estabilidad y su amenaza a Taiwán es obvia”, denunció.
“La decisión es muy difícil”, reconoció, al tiempo que enfatizó en que las autoridades mantienen su “determinación a la hora de proteger la patria”. “Nadie quiere una guerra. Sólo estar preparados para la guerra puede evitarla. Mientras Taiwán sea suficiente fuerte, no se convertirá en un campo de batalla”, zanjó.
Horas antes, el ministro de Relaciones Exteriores de Taiwán, Joseph Wu, había destacado que el aumento de las operaciones navales chinas en la zona “es precisamente la razón por la que Taiwán ha de fortalecer sus capacidades de defensa”. “Sólo la preparación puede disuadir a los agresores de un intento de invasión. Rendirnos no es una opción para nosotros. ¡Nunca!”, señaló a través de su cuenta oficial en la red social Twitter.
Por su parte, el Ministerio de Defensa taiwanés registró 71 aviones militares del Ejército chino y siete buques de guerra alrededor de las costas de Taiwán durante la madrugada del 26 de diciembre. A modo de respuesta, envió aviones militares, buques de la Armada y sistemas de misiles terrestres para supervisar esas actividades.
Las relaciones entre China y Taiwán quedaron suspendidas en 1949, después de que las fuerzas del partido nacionalista chino Kuomintang, encabezado por Chiang Kai-shek, sufrieran una derrota en la guerra civil contra el Partido Comunista de China y se trasladaran a la isla de Taiwán. El gigante asiático considera a Taiwán como su provincia rebelde, pese a que la isla ha declarado su independencia y cuenta con el apoyo de Estados Unidos y la Unión Europea.