Más de 2.000 personas murieron por los sismos que sacudieron Afganistán y más de 9.000 resultaron heridas, informó el domingo el Gobierno talibán.
Los sismos del sábado en el oeste del país tuvieron su epicentro a 35 km al noroeste de la ciudad de Herat, con uno de magnitud 6,3, dijo el Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS).
Se trata de uno de los sismos más mortíferos del mundo en un año en el que terremotos en Turquía y Siria causaron unos 50.000 muertos en febrero.
Janan Sayeeq, portavoz del Ministerio de Desastres, dijo que 2.053 personas murieron, 9.240 resultaron heridas y 1.320 casas fueron dañadas o destruidas. El número de fallecidos aumentó desde los 500 comunicados anteriormente el domingo por la Media Luna Roja.
Diez equipos de rescate se encontraban en la zona, fronteriza con Irán, declaró Sayeeq en rueda de prensa.
Más de 200 muertos habían sido trasladados a varios hospitales, dijo un funcionario del departamento de salud de Herat que se identificó como Dr. Danish, añadiendo que la mayoría eran mujeres y niños. Los cadáveres habían sido “trasladados a varios lugares: bases militares, hospitales”, agregó.
En el exterior del principal hospital de Herat se instalaron camas para acoger a la avalancha de víctimas, mostraron fotos en las redes sociales.
Se necesitan urgentemente alimentos, agua potable, medicinas, ropa y tiendas de campaña para el rescate y la ayuda a los damnificados, dijo Suhail Shaheen, jefe de la oficina política talibán en Qatar, en un mensaje a la prensa.
Los minaretes medievales de Herat sufrieron algunos daños, mostraron fotografías en las redes sociales, con grietas visibles y tejas caídas.
Afganistán, rodeado de montañas, tiene un historial de fuertes terremotos, muchos de ellos en la escarpada región del Hindu Kush, fronteriza con Pakistán.
El número de muertos suele aumentar cuando llega información de zonas más remotas de un país donde décadas de guerra han dejado la infraestructura en ruinas y las operaciones de socorro y rescate son difíciles de organizar.
El sistema sanitario afgano, que depende casi por completo de la ayuda exterior, ha sufrido recortes drásticos en los dos años transcurridos desde que los talibanes tomaron el poder y se interrumpió gran parte de la ayuda internacional, que había constituido la columna vertebral de la economía.