Juan Vera perdió a tres miembros de su familia cuando un fuerte sismo ocurrido la víspera sacudió partes de Ecuador y Perú, derrumbando la casa de su sobrina. El gobierno ha ofrecido pagar el funeral de la mujer así como los de su bebé y su pareja, pero Vera se pregunta por qué para empezar las autoridades locales permitieron a sus parientes vivir en una casa tan antigua.
“Ya por sus años de trayectoria, esa edificación pues ya tenían que demolerla”, dijo Vera afuera de la morgue en la comunidad ecuatoriana de Machala, donde esperaba la entrega de los tres cadáveres.
“Discúlpemelo, la alcaldía es el ente que tiene que regular estas cosas por medio de sus departamentos de planificación para que las edificaciones estén en buen estado para poderlas arrendar o para poderlas habitar”, agregó.
El temblor de magnitud 6,8 dejó en Ecuador y Perú al menos 15 muertos, cientos de heridos, alrededor de 180 casas afectadas -84 de ellas completamente destruidas- y numerosos edificios caídos en comunidades vastamente distintas, desde la zona costera hasta el altiplano. Los principales daños y muertos ocurrieron en territorio ecuatoriano.
Pero en Ecuador, independientemente de la geografía, muchas de las viviendas que se vinieron abajo tenían bastante en común: eran habitadas por personas pobres, eran antiguas y no cumplían las normas de edificación en el país, que es propenso a los sismos.
El movimiento telúrico tuvo su epicentro en la costa que da al Pacífico, a unos 80 kilómetros al sur de Guayaquil, la segunda ciudad más grande de Ecuador. Horas después, se sintió otro sismo de magnitud 4,2, según el Instituto Geofísico del Perú.
Una de las víctimas fatales ocurrió en Perú y 14 en Ecuador, donde las autoridades también informaron que al menos 381 personas resultaron heridas y docenas de viviendas, escuelas y centros de salud registraron daños.
La oficina del presidente ecuatoriano Guillermo Lasso informó que 12 personas murieron en la provincia costera de El Oro y dos en el estado altiplánico de Azuay.