El informe presentado este lunes por el inspector general del Departamento de Justicia estadounidense, Michael Horowitz, descarta un sesgo político en la investigación abierta por la policía federal estadounidense, el FBI, sobre la campaña electoral del presidente Donald Trump para las elecciones de 2016, pero sí reconoce hasta 17 "errores" en el proceso. Así, el reporte da munición tanto a los defensores como a los detractores de Trump.
"No hemos hallado pruebas documentales o de testigos de que haya una motivación política sesgada o inapropiada que influyera en la decisión de abrir estas cuatro investigaciones individuales", explica el informe sobre los procesos abiertos a George Papadopoulos, Michael Flynn, Paul Manafort y Carter Page, todos ellos miembros de la campaña electoral de Trump.
Sin embargo, señala un total de 17 errores y omisiones "básicos y fundamentales" en la solicitud inicial y las sucesivas renovaciones presentadas ante el Tribunal de Investigación de la Inteligencia Extranjera (FISA) que hacían parecer el caso como más fundado de lo que realmente estaba, según Horowitz.
En concreto señala a un abogado del FBI que alteró un correo electrónico dirigido a otra organismo oficial en el que sostiene que Page "no es una fuente". Page en realidad era un "contacto operativo" de otro organismo oficial que no se cita en el informe. El correo fue remitido como parte de la documentación para renovar la autorización de la investigación.
El director del FBI, Christopher Wray, ha expresado su adhesión a las conclusiones de Horowitz, mientras que el fiscal general William Barr, una de las voces más cercanas a Trump, ha señalado que "refleja un claro abuso del proceso FISA". "Deja claro que el FBI ha lanzado una investigación intrusiva contra una campaña presidencial por la más nimia de las sospechas", ha afirmado.
El informe Horowitz es el resultado de una investigación de casi dos años centrada en las acciones del FBI y su solicitud de orden judicial para autorizar las escuchas a Page, antiguo asesor de campaña de Trump, en el marco de la investigación de la posible injerencia rusa en la campaña electoral que llevó a Trump a la Casa Blanca.
La investigación, iniciada en el verano de 2016, antes de que Trump ganara las elecciones, fue asumida en mayo de 2017 por el exdirector del FBI Robert Mueller, después de que Trump destituyera a James Comey al frente de la agencia. La investigación de Mueller tras 22 meses de pesquisas confirma una campaña de propaganda y pirateo informático ruso para fomentar la discordia, perjudicar a Hillary Clinton y mejorar la posición de Trump.
Además Mueller documenta numerosos contactos entre la campaña de Trump y Moscú, pero considera que no hay pruebas suficientes para probar una conspiración criminal. Trump considera esta investigación una "caza de brujas", mientras que la oposición demócrata le reprocha que desacredite una investigación legítima.
Para Horowitz, la solicitud de investigación judicial del FBI se basa principalmente en los datos aportados por el exespía británico Christopher Steele, con quien había colaborado previamente, destaca el informe. Sin embargo, no cumplió con sus propios protocolos de verificación de la información aportada por Steele ni le presionó para saber quién le financiaba.
Steele obtuvo su información de una empresa de investigación financiada por el Partido Demócrata, dato que, según el entorno de Trump, debería de haberse incluido en la solicitud de autorización judicial de la investigación.