Luego del ataque sufrido por el equipo de “Socios por el Mundo”, los ojos de Chile se han puesto en Etiopía, donde vive la tribu de los Mursi. Cerca del parque del río Olmo y tras visitar a la tribu, el equipo televisivo donde se encontraban Pancho Saavedra y el actor Jorge Zabaleta fue atacado a disparos, en un incidente que causó un muerto.
Esto ocurrió en Etiopía, cerca del “cuerno” de África, en un territorio históricamente caracterizado por su hostilidad hacia los extranjeros.
El Valle bajo del río fue nombrado Patrimonio de la Humanidad en 1980, a causa de sus yacimientos paleontológicos. Ahí aún viven tribus propias de Etiopía que conservan sus maneras de vivir tradicionales.
Uno de los clanes más conocidos por sus costumbres es el de los Mursi, con casi 10 mil miembros. Con su propio idioma, el mursi, y su propia religión, adoran a una fuerza superior a la cual llaman Tumwi, y que se manifestaría en arcoíris o aves. Según el diario La Razón, de España, siempre llevan consigo armas, pero no usan tecnologías modernas.
La fama de ser la tribu más peligrosa de África ha llevado a que turistas y fotógrafos paguen por acercarse por ellos y conocer de primera fuente sus costumbres. No se trata en particular de que los mursis impidan acercarse al terreno, sino más bien que despiertan temor en la tribu, que rápidamente pueden considerarlo la amenaza.
Los muráis siempre van armados, y comparten su territorio con otros pueblos como los hamer, karo, suri, nyangatom, kwegu y dassanech. Aunque sus costumbres y prácticas pueden cambiar con el tiempo, su amor por la belleza y la importancia que le dan a los adornos y la decoración forma parte clave de su cultura. Un buen ejemplo de esto es la ornamentación, que se aprecia especialmente en las mujeres.
Las mujeres mursi estiran sus labios y orejas con enormes discos de arcilla que desfiguran su rostro casi de forma inhumana. Esta práctica comenzó durante la época de las colonizaciones, con el objetivo de disminuir la belleza de las mujeres para evitar que fueran raptadas por los europeos en las pequeñas aldeas donde vivían.
Sobre su vivienda, duermen en pequeñas chozas con una entrada muy diminuta para evitar ser atacados por animales salvajes durante la noche. Entre sus tradiciones ancestrales más fuertes se encuentra la lucha llamada Dunga, una batalla festiva entre jóvenes que utilizan cañas de bambú para combatir. Otra ceremonia tradicional consiste en disparar una flecha al cuello de una persona para beber su sangre, aunque nunca con el objetivo de matarla.
Desde la agencia de turismo Rift Valley, la llegada del turismo ha hecho que esta tribu cambie sus hábitos. Muchos de los miembros de la tribu se están desplazando al interior Del Valle, aunque el turismo también ha contribuido al uso del dinero en la región. “El turismo ‘exprés’, que apenas pasa una hora en la aldea Mursi, ha provocado a su vez una distorsión en la decoración y la manera de actuar de los Mursi, que usan objetos inverosímiles para atraer a los ingenuos fotógrafos”, aseguró la agencia.