El Tribunal de Cuentas de Brasil descartó el miércoles que durante la celebración de las elecciones generales del próximo octubre existan riesgos relevantes, refiriéndose al sistema del voto electrónico que el presidente del país, Jair Bolsonaro, ha tachado de manipulable.
“Los ministros del Tribunal de Cuentas de la Federación (TCU) han concluido que hasta el momento no se han identificado riesgos relevantes con respecto a las Elecciones Generales de 2022 (...) También ha destacado que el Tribunal Superior Electoral (TSE) está en línea con las mejores prácticas internacionales y cuenta con planes para prevenir la interrupción de las actividades en caso de incidentes graves, fallas o desastres”, aseguró el organismo en un comunicado.
En concreto, el TCU participó en la prueba pública de las urnas electrónicas y ha certificado que “no hay riesgo para la integridad de los dispositivos y del sistema de votación”, como en el supuesto caso de un ataque cibernético durante las elecciones del próximo 2 de octubre.
“El TSE ha tenido mucho cuidado en mejorar la seguridad interna del proceso electoral, aunque el éxito de la elección también requiere de la articulación con otras instituciones y con la sociedad, especialmente para que su ejecución y conclusión sea pacífica”, ha evaluado el presidente del TCU, Bruno Dantas.
Asimismo, el organismo sostuvo que ha cumplido con su objetivo de probar los sistemas y la máquina de votación electrónica, detallando que en ninguno de las ocasiones han conseguido comprometer la integridad o el secreto de los votos.
También explicó que el Tribunal Superior Electoral (TSE) y los Tribunales Regionales Electorales (TRE) reservarán alrededor de un tres y un 15 por ciento, respectivamente, de las máquinas de votos para suplir cualquier contingencia que se registre durante las elecciones de octubre.
Bolsonaro y otros miembros del Ejecutivo brasileño han cuestionado la seguridad de las urnas electrónicas, asegurando que no son fiables y que existe el riesgo de un “fraude electoral”.
Este método de voto se lleva usando en el país latinoamericano desde 1996, por lo que algunos analistas aseguran que la estrategia del mandatario de Brasil pasa por poner en duda la legitimidad del resultado electoral en un momento en el que las encuestas dan a su oponente, Lula da Silva, la victoria en las elecciones.