Tras la elección presidencial de Colombia que puso al candidato del Pacto Histórico, Gustavo Petro, al mando del país, una nueva interrogante aparece en el horizonte. ¿La brújula política de la región se está cargando a la izquierda?
El hasta hoy senador colombiano se suma a la lista de mandatarios de izquierda distribuidos en Sudamérica, la misma a la que el Presidente de Chile, Gabriel Boric, se unió tras su triunfo en el balotaje de diciembre pasado. Argentina, con Alberto Fernández, así como Pedro Castillo en Perú y Luis Arce de Bolivia también son parte del grupo. Un poco más al norte, y en el extremo de la tendencia, está Venezuela, junto a Nicolás Maduro.
Y de mantenerse las predicciones electorales, es posible que el expresidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva vuelva a ocupar el cargo político más importante de su país tras los comicios de octubre próximo, donde el ultraderechista Jair Bolsonaro busca la reelección.
Sin embargo, y como suele pasar con las sociedades modernas, este proceso no es blanco y negro. O así lo creen, al menos, los investigadores Cynthia Arnson, del Programa Latinoamericano del Wilson Center, y Michael Shifter, del think tank Diálogo Interamericano, con quienes conversó La Tercera para analizar el escenario regional que se abre tras el triunfo de Petro.
“La mayoría de estos líderes de izquierda llegaron al cargo en una ola contra los gobiernos oficialistas de su país, donde los presidentes anteriores eran en su mayoría de centro o centroderecha, como Iván Duque, Sebastián Piñera, Mauricio Macri y Jeanine Áñez. El ambiente era más de rechazo al statu quo que de izquierda”, explicó el máster en sociología de la Universidad de Harvard, Michael Shifter.
De opinión similar es Cynthia Arnson, doctora en Relaciones Internacionales por la Universidad Johns Hopkins, quien afirmó a La Tercera que “la antigua división derecha-izquierda no captura realmente la dinámica dominante de la política y el repudio al statu quo y a las élites tradicionales. La gente está buscando el cambio, dados los enormes reveses socioeconómicos durante la pandemia”.
Ejemplos como el de la exclusión de Federico “Fico” Gutiérrez de la segunda vuelta colombiana, quien aparecía como el candidato de la derecha y la continuación del uribismo, son parte del panorama descrito por la directora del Programa Latinoamericano del Wilson Center. Rodolfo Hernández, quien es considerado como un outsider de la política, fue el que vino a desplazar a Gutiérrez. “La gente responsabilizó a los líderes de turno. Si Lula fuera el presidente actual de Brasil, la gente votaría por su contrincante”, aventuró Arnson.
La mayoría numérica en cuanto a mandatarios de izquierda, explicaron ambos expertos, no va de la mano de un proyecto unificado en la región. Incluso, la tarea de definir a la izquierda presente en los distintos países latinoamericanos es de difícil respuesta.
Para Shifter “no está claro qué significa ‘izquierda’ en 2022 en América Latina, más allá de una agenda generalmente redistributiva. Lo que une a los gobiernos de ‘izquierda’ es menos de lo que los divide, no solo en cuestiones sustantivas y propuestas políticas, sino en el estilo de liderazgo y el compromiso con la política democrática”.
Por eso, la elección de octubre en Brasil aparece como clave para el futuro regional, ya que, en ausencia de un líder regional que unifique los distintos matices ideológicos entre los mandatarios, Lula da Silva podría jugar un rol clave. Según Shifter, ante la crisis inflacionaria mundial, una demanda por cambios que se rastrea en el voto antiestablishment y los resabios del Covid-19, los gobernantes deberán salir de sus fronteras si lo que buscan es fortalecer una integración regional.
“Ese escenario es posible, pero no será fácil. Dependerá de líderes nacionales que sean capaces de asumir un papel regional. Para ello, Lula es la mejor opción, aunque primero tendrá que derrotar a Bolsonaro y, en segundo lugar, tendrá que demostrar la energía y la capacidad de reunir a gobiernos afines para un propósito común”, agregó.
¿Es posible lograr eso considerando las diferencias significativas entre un gobierno y otro? En el caso de Chile, el Presidente Gabriel Boric ha criticado en múltiples ocasiones las violaciones a los derechos humanos en los regímenes autoritarios presentes en Latinoamérica, pero también pidió la inclusión de Cuba, Venezuela y Nicaragua en la última Cumbre de las Américas, realizada en Estados Unidos.
Para Arnson, es importante “distinguir entre las izquierdas” presentes en la región, sugiriendo una división que no es tan simple de superar. “Cuba, Venezuela y Nicaragua son gobiernos autoritarios, a diferencia de izquierdas que surgen del sistema político, como en el caso de Petro y Boric, o el de las izquierdas populistas, como en México y Argentina. Estas distinciones importan y no se puede poner a todos en la misma canasta”, puntualizó la investigadora estadounidense.
Por último, pero no menos relevante, está la relación de la región con Estados Unidos y China. Académicos latinoamericanos plantearon en la última Cumbre de las Américas la necesidad de mejorar la integración, considerando lo lejano que se ha vuelto el trato con la potencia norteamericana y el aumento en la presencia del gigante asiático en muchos países de la zona.
Según Michael Shifter, “aunque se espera cierta tensión entre Washington y Bogotá, es poco probable que Petro se arriesgue a una ruptura en las relaciones con Estados Unidos, porque perjudicaría su agenda nacional de reformas sociales, que tiene prioridad sobre la política exterior. Todos los gobiernos de la región, sean de izquierdas o no, querrán tener relaciones económicas tanto con Washington como con Beijing”.
A pesar de que, en los números, la izquierda latinoamericana parece tomar la delantera, la falta de un proyecto común hace difícil la afirmación de una “izquierdización” de la región. Las elecciones presidenciales de Brasil podrían ser la coyuntura que cambie la balanza ideológica, pero, hasta que eso no ocurra, explicaron los dos expertos consultados por La Tercera, la relación es más numérica que programática.