Las relaciones entre Washington y Beijing se han deteriorado en los últimos meses por una escalada vinculada a la pandemia del coronavirus y a la decisión de China de imponer una nueva ley de seguridad nacional para Hong Kong. Y ahora se suma un nuevo foco de tensión, luego que el gobierno del Presidente Donald Trump prohibiera el ingreso a EE.UU. de aviones comerciales de aerolíneas chinas desde el 16 de junio, como forma de presión para que la administración de Xi Jinping permita reanudar los vuelos norteamericanos hacia el país asiático en medio de la disputa entre ambas potencias.

La decisión, anunciada por el Departamento de Transporte, penaliza a China por el incumplimiento de un acuerdo sobre los vuelos entre los dos países que data de 1980. “Aerolíneas estadounidenses pidieron reiniciar el servicio de pasajeros desde el 1 de junio. La negativa del gobierno de China a aprobar esas solicitudes es una violación de nuestro Acuerdo de Transporte Aéreo”, dijo esa repartición.

Las aerolíneas estadounidenses redujeron o suspendieron abruptamente sus servicios a China debido a la pandemia de Covid-19. Pero United y Delta presentaron a comienzos de mayo solicitudes para reanudar vuelos y no recibieron el permiso de la Autoridad de aviación Civil de China, aseguró el Departamento de Transporte. En cambio, firmas chinas siguen realizando semanalmente cuatro viajes de ida y vuelta a Estados Unidos.

A comienzos de enero y antes de la pandemia, compañías aéreas chinas y estadounidenses realizaban unos 325 vuelos semanales entre ambos países.

Así, la suspensión entrará en vigor el 16 de junio, aunque Trump puede modificar dicha normativa antes si así lo desea, explicó el Departamento de Transportes. La orden se aplica a Air China, China Eastern Airlines Corp, China Southern Airlines Co y Hainan Airlines Holding Co, así como a las pequeñas aerolíneas Sichuan Airlines Co y Xiamen Airlines Co.

Con todo, Washington dijo este miércoles estar dispuesto a anular su decisión si Beijing hace gestos en favor de las empresas estadounidenses. Si China ajusta su política estamos “totalmente preparados a reexaminar la decisión”, dijeron autoridades estadounidenses citadas por France Presse.

El último movimiento de la administración Trump se produce en medio de las crecientes tensiones entre Estados Unidos y China, que algunos han advertido como una nueva “guerra fría” entre las dos economías más grandes del mundo. “Este movimiento se produce en un momento en que la relación diplomática entre los dos países continúa en medio de disputas sobre casi todos los asuntos bilaterales y globales, desde Hong Kong al Mar del Sur de China, hasta el control de armas”, dijo al diario USA Today, Jacob Stokes, experto en China del U.S. Institute of Peace.

En respuesta a las críticas de Washington a la represión de las manifestaciones en Hong Kong, funcionarios chinos han apuntado a los disturbios en EE.UU. por la muerte del afroamericano George Floyd a manos de la policía. “No puedo respirar”, tuiteó Hua Chunying, portavoz de la Cancillería china, la semana pasada, haciendo eco de las últimas palabras de Floyd antes de morir.

En tanto, el diario estatal chino Global Times acusó a Trump de “agregar combustible al fuego cuando las tensiones raciales alcanzan el punto de ebullición” en Estados Unidos.