En octubre de 2015, la edición Brasil de la cadena BBC advertía que la carrera presidencial de 2018 "podía tener un Trump brasileño". Se refería al diputado federal por Río de Janeiro, Jair Bolsonaro, quien por entonces sorprendía al encaramarse en el cuarto lugar de las encuestas, justo en momentos en que Donald Trump iniciaba la disputa por la nominación republicana, que en 2016 lo llevaría finalmente a la Casa Blanca. "Venció aquel que luchó contra 'todo y todos'. En 2018 Brasil seguirá el mismo camino", dijo el diputado ultraderechista tras concretarse el triunfo de Trump.

Y sus predicciones se cumplieron, aunque en parte. El candidato presidencial del Partido Social Liberal (PSL), el mismo que el año pasado en Boston, en un encuentro con un centenar de brasileños residentes en EE.UU., declaró que "Trump es un ejemplo para mí", corroboró lo que decían las encuestas y se instaló cómodamente en el balotaje del próximo 28 de octubre, donde se medirá con Fernando Haddad, el abanderado del Partido de los Trabajadores (PT).

¿Pero cómo es posible que el "Trump brasileño" llegara a esta instancia? El hartazgo con la corrupción protagonizada por los políticos tradicionales, la crisis económica y el nivel de inseguridad tienen mucho que ver, a juicio de los analistas. De partida, su nombre es uno de los pocos no citados en el escándalo de Petrobras. "Como hay un rechazo creciente a los políticos tradicionales y una fuerte crisis moral relacionada a ellos, impulsada por la Operación Lava Jato, hay espacio para el crecimiento de nuevas alternativas. Bolsonaro ha ocupado ese espacio de desencanto, de rebelión y deseo de soluciones inmediatas", comentó a La Tercera Mauro Paulino, director general de la encuestadora Datafolha. "La bronca con los políticos tradicionales hace que la gente se vuelque a Bolsonaro", dijo a este medio, en la víspera de la elección, el columnista de Folha de Sao Paulo, Clóvis Rossi.

Según Rodrigo Augusto Prando, cientista político y académico de la Universidad Presbiteriana Mackenzie de Sao Paulo, las ideas conservadoras, de lucha contra la violencia y la posesión de armas por parte de los ciudadanos que impulsa Bolsonaro, "acabaron sin duda por crear un clima bastante propicio". De hecho, Bolívar Lamounier, cientista político y uno de los intelectuales más importantes de Brasil, ligado al PSDB, dijo a La Tercera que considera al "combate más enérgico a la criminalidad" como una de las propuestas "más atractivas" del programa de gobierno de Bolsonaro.

Paracaidista

Y el candidato del PSL sabe bastante de armas. Nacido en el municipio de Glicério, en el estado de Sao Paulo, en 1955, en el seno de una familia de ascendencia italiana, Bolsonaro se formó como militar en la Escuela Preparatoria de Cadetes del Ejército, en Campinas, y luego en la Academia Militar de Agujas Negras. Tras su paso por el 9º Grupo de Artillería de Campaña, en Mato Grosso do Sul, se integró a la Brigada de Infantería Paracaidista de Río de Janeiro, donde se especializó en paracaidismo. Pero en 1986, un año después del fin de la dictadura, lideró una protesta contra los bajos salarios de los militares, lo que le valió una sanción de 15 días de detención por actos de indisciplina.

Tras ser acusado de otras protestas salariales fue obligado a pasar a la reserva en 1988. Si bien el extremismo de sus posturas ha dado a Bolsonaro un aura de "outsider", él no tiene nada de nuevo en la arena política.

En 1989, un año después de pasar a la reserva, fue elegido concejal del municipio de Río de Janeiro. En Brasilia también es cara conocida: desde 1991 ocupa su escaño en el Parlamento como diputado federal de Río de Janeiro. De hecho, en 2016 se convirtió en el diputado más votado, cuando 460 mil personas lo reeligieron. Actualmente cumple su séptimo mandato como diputado federal. Claro que en sus más de 27 años como miembro de la Cámara de Diputados, sólo consiguió que dos de los 170 proyectos de su autoría se convirtieran en ley.

Su sequía en materia legislativa la ha compensado con creces con las polémicas que ha protagonizado. A sus dichos racistas, homófobos y machistas, también ha sumado elogios a la dictadura brasileña, incluso a la chilena. Ya como diputado federal, en una entrevista para la revista Veja en 1998, afirmó que la dictadura de Augusto Pinochet "debía haber matado a más gente". Un hecho que Rossi no deja pasar. "Lo que hay de novedad (en esta elección) es la presencia de un defensor de la dictadura, de la tortura, como es el caso de Bolsonaro", señaló.

Eliane Brum, escritora y documentalista brasileña, ahonda más sobre ese tema. "Bolsonaro tiene como héroe uno de los más sádicos torturadores, el coronel Carlos Alberto Brilhante Ustra, que es el hijo monstruoso del silenciamiento de Brasil sobre los torturados y los muertos del régimen militar", comenta a La Tercera. "Cuando los hijos de Bolsonaro visten una camiseta con la imagen del torturador y la frase 'Ustra vive', es horrendo y al mismo tiempo revelador. Ustra vive porque murió sin ser castigado por sus crímenes", se lamenta.

Igual de pesimista se muestra Lilia Schwarcz, historiadora y catedrática de la U. de Sao Paulo, quien declaraciones a The New York Times, señaló: "Si nos tomamos en serio las cosas que Bolsonaro ha dicho en campaña, la democracia de Brasil corre un serio peligro". Pero los votantes del excapitán de Ejército no piensan igual.b