En lo que fue considerado como una medida sorpresiva y un giro en la política estadounidense en Siria, el Presidente Donald Trump dio luz verde para que las tropas de su país instaladas en la frontera con Turquía se retiraran y abrieran paso para que el gobierno turco lance una ofensiva contra las fuerzas kurdas.

Los combatientes kurdos, que forman parte de las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS), han sido el socio más confiable para Estados Unidos en la lucha contra el Estado Islámico en el norte de Siria. Se estima, apuntó The Wall Street Journal, que más de 70 mil combatientes del grupo yihadista y sus familias se encuentran detenidos por los kurdos.

La decisión de Trump, advirtió The New York Times, va en contra de las recomendaciones de altos funcionarios del Pentágono y del Departamento de Estado, que estiman que Estados Unidos debe mantener una presencia en el noreste de Siria para continuar las operaciones contra el Estado Islámico y para contrarrestar la influencia de Irán y Rusia. En la misma línea, varios republicanos criticaron esta medida, entre estos el líder de la mayoría republicana en el Senado, Mitch McConnell, quien señaló que "un retiro precipitado de las fuerzas de EE.UU. en Siria solo beneficiará a Rusia, Irán y al régimen de (Basher) Assad".

Ante esto, las Fuerzas Democráticas Sirias dijeron que iban a luchar a "cualquier costo". "Nosotros en la Fuerzas Democráticas Sirias no dudaremos por ningún momento en defendernos y llamamos a nuestra gente de todas las sectas y etnias a cerrar filas con sus fuerzas legítimas para defender nuestro país contra la agresión turca", sostuvo el grupo.

En sus largas negociaciones con Estados Unidos, Ankara promovió por largo tiempo la creación de una "zona segura" de 32 kilómetros a lo largo de la frontera, bajo control turco, que obligaría al repliegue de la milicia kurda las Unidades de Protección Popular (YPG), la fuerza dominante en la alianza FDS y que Turquía considera una organización terrorista y una amenaza a su seguridad nacional. Sin embargo, las negociaciones tambalearon, lo que llevó al Presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, a preparar una nueva operación militar. En este sentido, funcionarios dijeron al Times que Trump había hablado este lunes por teléfono con su par turco.

Trump, por su parte, defendió su decisión y escribió una serie de tuits al respecto. "Frené esta lucha por casi tres años, pero es momento que nosotros nos salgamos de estas ridículas guerras sin fin, muchas de ellas son tribales, y traeremos a casa nuestros soldados", señaló. En todo caso le advirtió a Turquía que si iban demasiado lejos con su ataque militar destruirá la economía turca.

Un funcionario estadounidense dijo que los soldados de su país se retiraron desde dos puestos de observación en la frontera, en Tel Abyad y Ras al-Ain, y que informaron al comandante de las FDS -encabezadas por fuerzas kurdas- que Estados Unidos no los defenderá de una inminente ofensiva turca. "Turquía pronto avanzará con una operación planeada en el norte de Siria", dijo la Casa Blanca después de la conversación entre Trump y Erdogan.

Según The Wall Street Journal, la decisión de Trump ha inquietado a Israel, debido a que enfrenta una gran presencia iraní en su frontera con Siria. Los funcionarios israelíes han expresado su preocupación sobre la habilidad de Irán de transportar armas avanzadas a través de Irak y Siria para Hizbolá, en Líbano.

Russia Today reportó la noche del lunes que Turquía había lanzado ataques aéreos contra los turcos, algo que fue negado por Washington, que señaló que aún no se había iniciado la ofensiva. También se conoció que el canciller turco, Mevlut Cavusoglu, conversó con su par iraní, Javad Zarif, sobre esta ofensiva y le señaló que las medidas adoptadas en el noreste de Siria eran temporales. Teherán, que es un aliado del régimen de Basher Assad, se opone a las operaciones en Siria y considera que es vital respetar la integridad territorial.