Acompañado de estudiantes y educadores, el Presidente estadounidense, Donald Trump, firmó el jueves una orden ejecutiva que, en esencia, desmantela el Departamento de Educación federal, cumpliendo así una antigua promesa de campaña a los conservadores.
La orden “comenzará a eliminar” el departamento, afirmó Trump en una ceremonia de firma en la Sala Este de la Casa Blanca. Cerrar el departamento por completo requiere una ley del Congreso, y el mandatario republicano carece de los votos necesarios para ello, indicó Reuters.
“Vamos a devolver la educación, sencillamente, a los estados donde corresponde”, dijo Trump. En efecto, la orden dejaría la política escolar casi por completo en manos de los estados y las juntas locales, una perspectiva que alarma a los defensores liberales de la educación.
Funcionarios de la Casa Blanca citados previamente por The New York Times, que hablaron bajo condición de anonimato por no estar autorizados a referirse públicamente sobre los planes, afirmaron que la orden instruye a la secretaria de Educación, Linda McMahon –cofundadora y exdirectora ejecutiva de la franquicia de lucha libre profesional WWE- a devolver la autoridad sobre la educación a los estados.
El departamento supervisa unas 100.000 escuelas públicas y 34.000 privadas en Estados Unidos, aunque más del 85% del financiamiento de las escuelas públicas proviene de los gobiernos estatales y locales. Otorga subvenciones federales a escuelas y programas necesitados, incluyendo fondos para pagar a profesores de niños con necesidades especiales, financiar programas de arte y reemplazar infraestructura obsoleta.
También supervisa los 1,6 billones de dólares en préstamos estudiantiles que tienen decenas de millones de estadounidenses que no pueden costear sus estudios universitarios.
En medio de este debate se encuentran los 50 millones de alumnos de las escuelas públicas del país, de los cuales el 15% tiene discapacidades. También observan el debate los estudiantes universitarios que reciben Becas Pell por ser considerados de bajos ingresos (casi un tercio de todos los estudiantes universitarios) y aquellos que reciben préstamos estudiantiles federales (alrededor del 28%), consigna The New York Times.
Las escuelas públicas se financian principalmente con impuestos recaudados por los estados y municipios que, por definición, ya controlan ese dinero. El gobierno federal representa alrededor del 10% del financiamiento escolar total, pero este es distribuido por el Departamento de Educación, en gran medida, de acuerdo con la ley federal, no a discreción del Presidente.
Según la agencia The Associated Press, el mandatario republicano avanza así con una promesa de campaña para eliminar una agencia que ha sido durante mucho tiempo un objetivo de los conservadores.
Trump ha criticado al Departamento de Educación por considerarlo derrochador y contaminado por la ideología liberal. Sin embargo, su desmantelamiento definitivo probablemente sea imposible sin una ley del Congreso, que creó el departamento en 1979. Los republicanos de Trump tienen una mayoría de 53-47 en el Senado, pero leyes importantes, como la eliminación de una agencia a nivel de gabinete, necesitarían 60 votos y, por lo tanto, el apoyo de siete demócratas para aprobarse. Los demócratas del Senado no han dado señales de apoyar la abolición del Departamento de Educación, aseguró Reuters.
Una hoja informativa de la Casa Blanca indicó que la orden ordenaría a la secretaria Linda McMahon “tomar todas las medidas necesarias para facilitar el cierre del Departamento de Educación y devolver la autoridad educativa a los estados, al tiempo que continúa garantizando la prestación efectiva e ininterrumpida de los servicios, programas y beneficios de los que dependen los estadounidenses”.
Al respecto, el gobierno ha declarado que prevé que algunas funciones críticas, como las relacionadas con los préstamos estudiantiles y el financiamiento de la educación especial, seguirán gestionándose desde la agencia reducida, indicó The New York Times.
Karoline Leavitt, secretaria de prensa de la Casa Blanca, proporcionó nuevos detalles sobre los planes de la administración para desmantelar el Departamento de Educación, ante la expectativa de que el presidente Trump firmara una orden ejecutiva más tarde durante la jornada.
Leavitt declaró desde la entrada de la Casa Blanca que “en lo que respecta a los préstamos estudiantiles y las Becas Pell, estos seguirán siendo gestionados por el Departamento de Educación” en Washington, incluso cuando la administración reduzca considerablemente el tamaño y el alcance de la agencia.
Añadió que algunas otras funciones críticas del departamento, como la financiación de la educación especial y la aplicación de los derechos civiles, se mantendrán intactas.
La administración republicana de Trump ya ha estado desmantelando la agencia. Su plantilla se está reduciendo a la mitad, y se han producido importantes recortes en la Oficina de Derechos Civiles y el Instituto de Ciencias de la Educación, que recopila datos sobre el progreso académico del país, consignó The Associated Press.
El Departamento de Educación ya se ha reorientado para retomar muchos de los objetivos de Trump: cerrar investigaciones iniciadas durante la administración anterior, iniciar otras nuevas que reflejen sus propias prioridades, eliminar las protecciones para los estudiantes transgénero y tomar medidas enérgicas contra los programas de diversidad.
Según The New York Times, los intentos republicanos de cerrar la agencia se remontan a la década de los 80. Sin embargo, la iniciativa cobró fuerza en los últimos años tras el surgimiento de un movimiento por los derechos de los padres como consecuencia de la reacción negativa a las políticas escolares y los cierres durante la pandemia del coronavirus.
Este movimiento, que incluye a importantes activistas de base pro-Trump, se expandió en torno a la oposición a las agendas progresistas que promovían la imposición de ciertos estándares educativos y políticas inclusivas para el alumnado LGBTQ+. Los activistas argumentaron que estas políticas socavaban los derechos y valores de los padres.
Durante el primer mandato de Trump, la secretaria de Educación, Betsy DeVos, intentó reducir drásticamente el presupuesto de la agencia y solicitó al Congreso que agrupara todos los fondos de educación primaria y secundaria en subvenciones globales que otorgaran a los estados mayor flexibilidad en el uso de los fondos federales. Esta medida fue rechazada, con la oposición de algunos republicanos.