El vicepresidente de Estados Unidos Mike Pence y el secretario de Estado Mike Pompeo viajan el miércoles a Ankara para presionar a Turquía a detener la ofensiva contra los combatientes kurdos en Siria, dijo el martes el presidente Donald Trump.
"Se irán mañana", dijo Trump a reporteros en la Casa Blanca, un día después de que Pence anunciara el viaje sin dar un calendario. "Estamos pidiendo un cese al fuego (...) ponemos las sanciones más fuertes que se puedan imaginar", agregó el mandatario.
La Casa Blanca, en tanto, dijo que Pence se encontrará el jueves con el presidente turco Recep Tayyip Erdogan.
De acuerdo a agencia EFE, el vicepresidente también expresará a las autoridades turcas la "preocupación" de EE.UU. sobre un posible "desastre humanitario en la zona con violaciones a los derechos humanos".
La Oficina de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos señaló hoy al grupo armado Ahrar al Sharqiya, afiliado con las fuerzas turcas, como posible responsable de las ejecuciones sumarias de soldados cautivos y de una líder política kurda que fueron grabadas en videos, publicados en redes sociales.
Según ese funcionario, EE.UU. coincide en que las ejecuciones fueron responsabilidad de grupos armados apoyados por Ankara y dijo que, por eso, hace responsable al Ejecutivo turco.
"Lo que hizo Turquía yendo al norte de Siria fue revolver una zona que relativamente vivía en paz total", valoró esa fuente.
La ofensiva turca, que comenzó el pasado 9 de octubre, se dirige contra las milicias kurdosirias Unidades de Protección del Pueblo (YPG), integrante principal de las Fuerzas de Siria Democrática (FSD) y aliadas de EE.UU. en la lucha contra el grupo extremista Estado Islámico (EI), aunque Turquía las considera terroristas.
Según el citado funcionario, junto a Pence, viajará el enviado especial de EE.UU. para Siria, James Franklin Jeffrey, quien también representa a Washington en la coalición contra el EI y que ha estado siguiendo la evolución de los cárceles kurdas donde se encuentran presos unos 12 mil yihadistas.
Los autoridades kurdas han tenido que reducir el número de efectivos que vigilan esas cárceles para hacer frente a la ofensiva turca; pero de momento EE.UU. no ha detectado ninguna "gran" fuga de prisioneros y solo ha contabilizado la huida de entre 50 y 150 familiares de los extremistas, recluidos en campos, detalló el funcionario.
Esa fuente aseguró que si Ankara no accede a un alto el fuego, EE.UU. continuará presionando con sanciones, como las que ya impuso este lunes a tres ministros turcos.
"El plan -explicó el funcionario- es continuar presionando a Turquía mientras evaluamos nuestras posibilidades de restablecer la relación a una situación normal, un elemento importante en ese retorno a la normalidad sería un alto el fuego".
"Por alto el fuego, quiero decir que las fuerzas militares sobre el terreno deben dejar de moverse, las fuerzas turcas y las Fuerzas de Siria Democrática (FSD)", enfatizó.
El presidente de EE.UU. ya reclamó este lunes a Erdogan la declaración de un alto el fuego durante una conversación telefónica.
El lunes, en otra llamada telefónica, el mandatario también transmitió su objetivo al comandante de las Fuerzas de Siria Democrática (FSD), Mazlum Abdi, cuya organización es la principal alianza armada liderada por los kurdosirios, detalló el citado funcionario.
La situación sobre el terreno ha cambiado considerablemente en las últimas horas: las fuerzas leales al Gobierno sirio de Bachar al Asad, respaldadas internacionalmente por Rusia, han ocupado gran parte del terreno en el norte de Siria, mientras que la coalición internacional, encabezada por EE.UU., ha confirmado su retirada.
En concreto, las fuerzas de Al Asad han tomado el control de buena parte de la ciudad de Manbech (o Manbij), que estaba bajo control de los kurdos y de las fuerzas estadounidenses.
Además, para complicar más el tablero sirio, efectivos de la policía militar rusa están patrullando la frontera del noroeste del distrito de Manbech, que separa a las fuerzas sirias y las turcas, informó el ministerio de Defensa ruso.
Esa cesión en el control de Manbech fue una operación coordinada entre Washington y Moscú a través de un canal de comunicación abierto para que ambos países intercambien información sobre sus operaciones militares sobre el terreno, detalló ese alto funcionario.
Esa fuente aseguró que la presencia militar rusa es pequeña y no supera el centenar de efectivos.
"No hace falta más que unos pocos rusos y una gran bandera rusa para llamar la atención", consideró.
La ONU estima que 160 mil personas se han visto forzadas a dejar sus casas por el conflicto, una cifra que las autoridades turcas elevan a 257 mil, de ellos 70 mil niños.