El Presidente de Estados Unidos, Donald Trump, se prepara el miércoles para obtener una absolución rotunda en el proceso de destitución impulsado por la oposición demócrata, que dividió al país pero no hizo mella entre los partidarios del mandatario republicano en busca de la reelección.
Trump fue acusado en diciembre pasado de abuso de poder y obstrucción al Congreso por la Cámara de Representantes de mayoría demócrata y se espera que, después de un juicio de casi tres semanas en el Senado dominado por los republicanos, su exoneración siga las líneas partidarias.
El suspenso es casi cero: la Constitución de Estados Unidos requiere una mayoría de dos tercios (67 escaños de 100) para condenar a un Presidente y Trump sabe que puede contar con el apoyo de al menos 52 de los 53 senadores republicanos.
La votación tendrá lugar a las 16.00 horas locales (18.00 horas de Chile), pero el enfrentamiento entre las partes ya comenzó. "Donald Trump será absuelto para siempre", anticipó su asesora Kellyanne Conway, en respuesta a los demócratas, para quienes el mandatario seguirá siendo "acusado para siempre".
Los demócratas quieren destituir a Trump por presionar a Ucrania a "ensuciar" a su posible oponente presidencial Joe Biden, mediante la congelación de 391 millones de dólares de ayuda militar crucial para este país en guerra, y por hacer todo lo posible por bloquear la investigación del Congreso una vez destapado el escándalo por un denunciante no identificado públicamente.
La absolución no significará el fin de las investigaciones sobre Trump por parte de los demócratas, pero impulsará la carrera por la reelección de Trump, que busca gobernar cuatro años más después de un tumultuoso primer mandato.
Con noviembre en la mira
Trump aprovechó su discurso anual ante el Congreso el martes por la noche para enumerar sus logros, tanto reales como imaginarios, que presentó como un reto para la docena de demócratas que compiten por ganarle la elección el 3 de noviembre.
Gran parte de su mensaje de 78 minutos sobre el Estado de la Unión fue para proclamar sus exitosas políticas económicas y ensalzar su visión y lema de campaña "Estados Unidos primero".
Trump dijo que sus políticas de desregulación y recortes de impuestos, criticadas por sus opositores por dañar el medio ambiente y favorecer a los ricos, fueron responsables del éxito económico "sin paralelo" del país.
Se jactó de los pactos comerciales con China y del TMEC con México y Canadá, del masivo gasto militar y de medidas "sin precedentes" para detener la inmigración ilegal, así como de su intento de "poner fin a las guerras de Estados Unidos en Medio Oriente" como ejemplos de cumplimiento de sus compromisos con los votantes.
Al mismo tiempo, condenó los logros de su predecesor demócrata, Barack Obama, y declaró que solo su administración había revertido la "decadencia económica" y "restaurado" el orgullo estadounidense.
"Los enemigos de Estados Unidos están huyendo, las fortunas de Estados Unidos están en aumento y el futuro de Estados Unidos está brillando", dijo.
Debe ser destituido
El discurso, y el desaire de Trump hacia la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, justo antes de que comenzara la ceremonia, cuando rechazó el habitual apretón de manos, solo despertó aún más la ira demócrata.
Segundos después de que Trump terminara, Pelosi, líder demócrata en el Congreso, rompió en pedazos su copia del discurso en un duro gesto político trasmitido en vivo por televisión.
Esa profunda frustración solo se exacerbará esta tarde en la votación del juicio político.
Para los demócratas, respaldados al menos en parte por varios republicanos, lo que hizo Trump en relación a Ucrania constituyó una invitación ilícita para que un gobierno extranjero interfiriera en una elección estadounidense.
"Cuando nuestro presidente invita y presiona a un gobierno extranjero para difamar a un opositor político y corromper la integridad de nuestras elecciones presidenciales de 2020, debe ser destituido", dijo el miércoles el senador demócrata Jeff Merkley.
Pero dos semanas de argumentos, marcados por la negativa de los republicanos a citar testigos y documentos de la Casa Blanca que podrían haber respaldado la acusación, no parecieron erosionar el control del poder de Trump.
Según Gallup, su popularidad como presidente alcanzó un máximo de tres años en vísperas del veredicto de juicio político, situándose en 49%.
El senador republicano John Cornyn argumentó que los cargos contra Trump, que calificó de profundamente partidarios, no ameritan su destitución. La cuestión debería resolverse en las urnas en noviembre, y no por una condena en el Senado, dijo.
"La destitución de un presidente de Estados Unidos (...) es la opción nuclear de nuestra Constitución, el último recurso".