En junio de 2015, Donald Trump descendió en escalera mecánica a través del atrio de bronce de la Trump Tower, en Nueva York, para anunciar su candidatura a la Presidencia de EE.UU., el primer paso en un viaje que pocos creían que lo llevaría hasta la Casa Blanca. Cuatro años después, el Mandatario eligió esta vez el Amway Center en Orlando, Florida, para lanzar su campaña por la reelección en las elecciones de noviembre de 2020.

La elección de Florida para lanzar la campaña no es casual. Como swing state resulta clave en las elecciones porque es el único de los cuatro estados más poblados del país que no tiene un patrón fijo de votación. Florida, decidió, por ejemplo, la disputada elección de 2000 entre George W. Bush y Al Gore. Sin embargo, 12 años después votó demócrata.

En ese estado también, en noviembre de 2016, Trump le ganó a Hillary Clinton por casi 113.000 votos, o 1,2 puntos porcentuales, y se llevó así los 29 votos que le corresponden a Florida en el Colegio Electoral, que define al ganador de las presidenciales. Además, los debates iniciales de las primarias demócratas tendrán lugar en Miami, la próxima semana.

Repitiendo su consigna de 2016, Donald Trump dijo a sus seguidores en Orlando que la expresión "hagamos a Estados Unidos grande de nuevo" es "probablemente el lema más importante de la historia". Acto seguido, la ajustó a "mantengamos a EE.UU. grande", con lo que, afirmó, lanzaba, "oficialmente, mi campaña por un segundo período como Presidente de los Estados Unidos".

De cara a 2020, Trump tiene a su favor un crecimiento superior al 3% y la tasa de desempleo más baja en medio siglo, según el diario The Guardian. La historia también está de su lado. Ningún Presidente en ejercicio ha perdido una elección desde que George Bush padre fue derrotado por Bill Clinton en 1992.

Pero esta vez Trump parece enfrentar un escenario más adverso. Con más de 20 demócratas compitiendo por la nominación, la larga investigación sobre si había vínculos entre su equipo y Rusia, y su estilo divisivo y lacerante han perjudicado su imagen de Presidente poco convencional. Y varias encuestas muestran que el Mandatario queda muy relegado si se enfrentara a Joe Biden, el favorito para hacerse con la nominación demócrata. En la víspera también se ganó las críticas de sus rivales por anunciar que deportará a "millones de extranjeros ilegales", atizando un debate que divide al país.

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"Al anunciar su campaña para un segundo mandato, Trump no está en buena forma. En este momento, está detrás de Biden y de los cinco mejores demócratas por entre siete y 11 puntos en las encuestas nacionales y también está significativamente detrás de los demócratas líderes en los estados clave previamente ganados por los demócratas, pero en los que él venció en 2016, en particular, Pennsylvania, Michigan, Wisconsin, Iowa e incluso Arizona", comenta a La Tercera John Zogby, encuestador y fundador de John Zogby Strategies.

Carl M. Cannon, jefe de la oficina en Washington del portal RealClearPolitics, tampoco ve bien a Trump de cara a 2020, aunque aclara que todo dependerá del rival demócrata que enfrente. "Sus posibilidades no son 'buenas', pero tampoco son malas. Normalmente con una economía tan fuerte, un incumbente sería fuertemente favorecido para ganar un segundo mandato. Pero... Trump no es un Presidente popular, y los medios de comunicación y las élites básicamente lo odian (los demócratas del Congreso todavía pueden buscar un impeachment en contra de él), por lo que mi opinión es que la identidad del eventual candidato del Partido Demócrata es un factor muy importante. Posiblemente el más importante", explica Cannon a este medio.

"Con esta economía dorada, Trump debería tener un índice de aprobación de al menos el 60% y ser un favorito para la reelección", dice a La Tercera Larry Sabato, director del Centro para la Política de la Universidad de Virginia. "En cambio, la aprobación de la gestión de Trump en promedio se sitúa bajo el 40% y él está en una carrera cerrada por un segundo período. ¿Por qué? Es Trump mismo: su personalidad ofensiva, su falta de carácter y su narcisismo".

John Pitney, académico del Claremont McKenna College, también alude al tema económico. "Si las elecciones fueran hoy, Trump perdería. La economía ha sido muy fuerte, lo que generalmente significa altos índices de aprobación para el Presidente. Pero los índices de aprobación de Trump son bastante bajos. A pesar de las buenas noticias económicas, a la mayoría de los estadounidenses no les gusta cómo se ha desempeñado en el cargo", comenta a La Tercera.

Si bien Sabato reconoce que "en este momento, una sólida mayoría del electorado dice que no votará por Trump en 2020", recuerda que "mucho puede cambiar entre ahora y la elección". Zogby coincide en ese análisis. "Si las elecciones se llevaran a cabo hoy, podría perder de manera aplastante. Pero las elecciones no son hoy. Recuerde, nadie esperaba que ganara cuando anunció por primera vez su candidatura en 2015. Tiene una buena economía y, para bien o para mal, ha cumplido las promesas que hizo a su base. Está abajo, pero todavía no está fuera", agrega. Pitney, por su parte, destaca que "es posible que los eventos puedan funcionar a su favor (de Trump), o que los demócratas puedan nominar a un rival inusualmente débil". "También es posible que los acontecimientos se vuelvan contra él. Una recesión o un desastre militar condenarían sus posibilidades", concluye.