Donald Trump perdió las elecciones del 3 de noviembre y por un margen importante, ya que su rival demócrata Joe Biden obtuvo 306 votos electorales y él 232. Por eso, el Presidente republicano no consiguió su anhelada reelección, algo que la gran mayoría de los estadounidenses reconoce, pero él todavía no. Puede que Trump nunca acepte que perdió, pero el próximo 20 de enero deberá hacerse a un lado para que asuma Biden, quien fue electo de manera legítima, pese a las denuncias de fraude que presentó el gobernante sin prueba alguna.
Todo esto parece obvio, pero no necesariamente lo es. Con su llamado a rebelarse contra los resultados y el escenario de caos electoral que intentó crear luego de solicitar recuentos de votos en los estados clave que perdió, Trump ha dividido a su propio partido. Aunque podría tratarse de una nueva estrategia del Presidente, el Partido Republicano pronto podría iniciar una “guerra civil”. ¿Le conviene todo esto a Trump si quiere volver a presentarse en 2024? Está por verse.
A la pérdida del control de la Casa Blanca y la Cámara de Representantes, se sumó el martes la segunda vuelta senatorial en Georgia, de la cual dependía la mayoría en la Cámara Alta. Esta batalla electoral se transformó en un asunto sumamente vergonzoso para los partidarios de Trump después de que el diario The Washington Post revelara un audio en el que se escucha cómo el propio Presidente le solicita a una autoridad de Georgia que “encuentren” 11.780 votos de las elecciones presidenciales, “que es uno más de los que tenemos, porque ganamos el estado”. En Georgia, Biden se impuso por 11.779 votos.
Esta impresentable intromisión ha dejado a Trump y a su partido en el peor de los escenarios y además revela que el Presidente bien podría haber hecho lo mismo en otros estados. Esto, porque aunque Georgia se hubiese dado vuelta -algo que finalmente no ocurrió- de todos modos necesitaría revertir el resultado en otros estados para ganar.
A Trump ya se le acabó el tiempo, pero su obsesión por salirse con la suya también estaría costando vidas. Como dio cuenta la agencia The Associated Press, “su negativa a reconocer la derrota, socavando la tradición demócrata de una transición de poder tranquila y obstaculizando el cambio al gobierno de Biden, son un riesgo especialmente acuciante para el país, que sufre un nuevo repunte de la pandemia que ha matado ya a más de 350.000 estadounidenses”.
En este escenario, hoy tendrá lugar la certificación del triunfo de Biden en el Congreso. Los partidarios de Trump comenzaron desde el martes a reunirse en Washington DC con la secreta esperanza de que su presión cambie el orden de las cosas, algo que tampoco sucederá. El Vicepresidente Mike Pence presidirá la sesión conjunta del Legislativo, en la que los legisladores confirmarán, estado por estado, los votos que repartió el Colegio Electoral, el ente que decide las elecciones y donde Joe Biden tiene 306 votos, 74 más que el Presidente.
Esa certificación suele ser una mera formalidad y ha pasado sin pena ni gloria en otros cambios de mando, pero Trump incluso ha presionado a su propio Vicepresidente para que descarte votos a favor de Biden. Sin embargo, esa afirmación, como tantas otras, ha resultado ser falsa, porque Pence no tiene el poder para anular votos.