Hace cuatro años, en la semana previa a las elecciones presidenciales en Estados Unidos, Hillary Clinton era la candidata favorita para obtener la Casa Blanca. En ese momento, las encuestas indicaban que la exsenadora demócrata estaba dos puntos por encima de Donald Trump y con una ventaja relativamente holgada en los estados que suelen definir los comicios. Sin embargo, el entonces abanderado republicano dio vuelta el tablero en unos cuantos días y, para sorpresa de muchos, terminó ganando la Presidencia.
Hoy el escenario electoral es distinto. Joe Biden posee una ventaja de siete puntos a nivel nacional respecto de Trump y además está arriba en estados clave como Carolina del Norte (1 punto), Arizona (2,4), Pennsylvania (3,8), Wisconsin (5,5) y Michigan (9,4), de acuerdo con el promedio de encuestas que realiza el sitio Real Clear Politics. Al mismo tiempo, en Florida estarían empatados. Todo esto quiere decir que, esta vez, Trump estaría en problemas. Sin embargo, nada es definitivo aún.
Las elecciones del próximo martes 3 de noviembre tendrán lugar en un escenario atípico debido a la pandemia de coronavirus, que en Estados Unidos le ha costado la vida a más de 230 mil personas, mientras que 9 millones se han contagiado. El propio Trump y una treintena de personeros de la Casa Blanca se contagió, luego de negar en forma reiterativa el impacto del virus.
Probablemente producto de la pandemia, aunque también eventualmente como una señal de cambio, los estadounidenses están votando de manera anticipada -tanto presencialmente como a través del sistema de correo- como nunca antes. A siete días de los comicios, casi 67 millones de ciudadanos ha emitido su voto, de los cuales al menos la mitad lo ha hecho en los estados que definirán las elecciones. Así, se estima que ya votó el 46% respecto de quienes lo hicieron en 2016.
Pese a su retórica triunfalista, Trump ha dejado entrever que tiene un escenario cuesta arriba. Esto, porque no sólo ha debido viajar a estados como Ohio, donde se supone que los republicanos deberían imponerse, sino que en lugares como Pennsylvania -donde en 2016 ganó por una diferencia mínima de 0,7%, es decir, 44.292 votos- los votantes demócratas han anticipado su voto en una proporción de tres a uno respecto de los republicanos.
La recta final también está teniendo lugar en medio de una situación económica compleja, que no le ha permitido a Trump sostener su mensaje de que con él la economía estadounidense supuestamente mejoró. También hay otros temas que el electorado está considerando: los abusos de la policía, la política migratoria, la composición mayoritariamente conservadora de la Corte Suprema y el discurso polarizador de Trump. De todos modos, aunque el candidato demócrata, Joe Biden, suele apelar a la unidad, nada garantiza que logre un triunfo en las urnas.
¿A qué poner atención el martes? Tres elementos clave: Uno, en Estados Unidos las elecciones no se definen por quién gana más votos, sino respecto de qué candidato obtiene el número suficiente de votos electorales por estado, hasta conseguir el “número mágico” del Colegio Electoral: 270. Segundo, los comicios se definirán en apenas un puñado de estados, como Florida, que reparte 29 votos electorales, Pennsylvania (20), Ohio (18), Carolina del Norte (15) y Arizona (11). Tercero, que si Biden gana, Trump reconozca su eventual derrota. De lo contrario, las elecciones podrían terminar resolviéndose en la justicia, tal como sucedió en 2000, cuando George W. Bush le ganó a Al Gore por apenas 537 votos (0,009%) después del dramático y controvertido recuento en Florida.