Combatientes ucranianos heridos salidos del último reducto de resistencia en Mariupol fueron trasladados a una antigua colonia penal en territorio bajo control enemigo, y una responsable de defensa expresó su esperanza de intercambiarlos por prisioneros de guerra rusos. Sin embargo, un legislador en Moscú dijo que debían ser llevados ante “la justicia”.
El parlamento ruso tenía previsto debatir una resolución el miércoles que impidiera intercambiar a los combatientes del Regimiento Azov, que resistieron cuatro meses en la acería de Azovstal durante el asedio a Mariupol, según agencias rusas de noticias.
La viceministra ucraniana de Defensa, Hanna Maliar, dijo que había negociaciones en marcha por la liberación de los combatientes y planes para rescatar a los que siguen en el gran complejo siderúrgico. El presidente de Ucrania, Volodimir Zelenski, expresó que en los planes participaban “los mediadores internacionales más influyentes”. Las autoridades no han dicho cuánta gente sigue allí.
Más de 260 combatientes ucranianos -algunos de ellos gravemente heridos y sacados en camilla- abandonaron el lunes las ruinas de la planta de Azovstal y se entregaron al bando ruso, en un acuerdo negociado por las partes en conflicto. Las autoridades ucranianas dijeron que estaban trabajando para extraer a los soldados restantes de la enorme planta siderúrgica.
Otros siete autobuses con un número desconocido de soldados ucranianos de la planta fueron vistos a su llegada el martes a una antigua colonia penal en la localidad de Olenivka, unos 88 kilómetros al norte de Mariupol.
Rusia lo calificó de rendición. Los ucranianos evitaron esa palabra y en su lugar dijeron que la guarnición de la planta había completado su misión de frenar a las fuerzas rusas y que ahora tenía nuevas órdenes.
Tras la salida de los combatientes, Mariupol estaba a punto de caer bajo pleno control ruso. Sería la mayor ciudad tomada por las fuerzas de Moscú en la invasión y daría al Kremlin una victoria muy necesitada, aunque el lugar estaba reducido a escombros en su mayor parte.
El bombardeo ruso en la ciudad portuaria mató a más de 20.000 civiles, según Ucrania, y dejó a los residentes que se quedaron -quizá un cuarto de su población antes de la guerra, 430.000 personas- con escasa comida, agua, calefacción o medicinas.
Durante el asedio, las fuerzas rusas hicieron ataques letales contra un hospital de maternidad y un teatro donde se habían refugiado civiles. Cerca de 600 personas podrían haber muerto en el teatro.
Obtener pleno control de Mariupol daría a Rusia una conexión terrestre con la península de Crimea, que se anexionó de Ucrania en 2014, y privaría a Ucrania de un puerto crucial. También liberaría fuerzas rusas para combatir en otros lugares del Donbás, el corazón industrial en el este de Ucrania que el Kremlin está decidido a capturar.
Además, daría a Rusia una victoria tras varios reveses en el campo de batalla y el frente diplomático, empezando por su intento fallido de tomar Kiev, la capital de Ucrania.