El exembajador de Estados Unidos en Lima James Curtis Struble describió a Alan García como un hombre "con un gran sentido de la teatralidad", en un famoso cable revelado por Wikileaks en 2010. Un gusto por los golpes de efecto que mantuvo hasta después de muerto, porque hoy, cerca de las 10 de la mañana, mientras el Señor de los Milagros realizaba su tradicional procesión de Viernes Santo desde el templo de Las Nazarenas hacia la catedral limeña, a unos cientos de metros de distancia, en la Casa del Pueblo, Luciana García, hija del exmandatario, comenzaba a leer, con la voz entrecortada por la pena, una carta escrita por su padre antes de morir, cuya existencia se había mantenido en secreto hasta ese momento. "Le dejo a mis hijos la dignidad de mis decisiones, a mis compañeros una señal de orgullo y, mi cadáver como una muestra de mi desprecio, a mis adversarios", escribió García.
Fue el momento más emotivo de una jornada que se extendió hasta pasadas las 13.00 horas con la cremación del cuerpo del exmandatario en el cementerio Mapfre de Huachipa. "Papá, partiste con la frente en alto, tu última enseñanza fue una lección de valentía y dignidad", dijo Luciana tras leer parte de la carta de su padre, insistiendo que "el tiempo te dará el lugar en la historia que te mereces". "Vives por siempre en nuestros corazones rebosantes de orgullo por haber tenido el lujo de ser tus hijos y tu familia y prometemos hoy juntos, pero cada uno a su manera, devolverte ese orgullo que nos regalaste". Unas palabras interrumpidas a veces por el grito de ¡Alan, dignidad!. Una consigna que marcó los actos de despedida del exmandatario que sus partidarios han visto como una oportunidad para revitalizar al alicaído partido aprista peruano al que pertenecía García.
Una catarsis aprista
"¡Es el mejor presidente del Perú de su vida republicana!", sentenció el congresista Jorge del Castillo en una atiborrada aula magna de la Casa del Pueblo, sólo minutos antes de las palabras de Luciana García. "Dijiste que tú único objetivo en la vida era tener un lugar en la historia y yo creo que lo has logrado", agregó luego su secretario Ricardo Pinedo. Y finalmente el exsecretario general del Apra Omar Quesada, como si quisiera aprovechar el clima religioso de Semana Santa, proclamó que Alan García había dado "su vida para salvar la dignidad del partido" para evitar que sus oponentes se dieran el gusto de verlo como "a un Cristo zaherido". Los tres discursos, sumados al del congresista Elías Rodríguez marcaron el inicio de una jornada que se convirtió no sólo en la última procesión del exmandatario por las calles limeñas, sino también una catarsis para el Apra.
Con los tradicionales pañuelos blancos, las banderas peruanas y los estandartes del partido coronados con el rostro de su fundador Víctor Raúl Haya de la Torre, miles de partidarios del ex presidente llenaron las calles de la Avenida Alfonso Ugarte y escoltaron luego el ataúd que fue llevado en andas hasta la Plaza 2 de Mayo por un grupo de miembros del partido que se iban turnando -y entre los cuales destacó al inicio el hijo menor de Alan García, Federico Danton, quien hoy con solo 14 años y en un gesto simbólico firmó como nuevo militante. Entre gritos de ¡Alan nunca muere! o ¡el Apra nunca muere!, o incluso de ¡Vizcarra, prisión! -en referencia a la responsabilidad que le asignan al actual mandatario por las investigaciones contra García- el expresidente se dio su último baño de masas, que culminó en la Plaza San Martín.
Así, cerca de las 12.00 del día, mientras Lima comenzaba a concentrarse en las actividades de Semana Santa y el Señor de los Milagros ya había llegado a la catedral, como es tradición en este día, el séquito con el cuerpo del exmandatario comenzaba su último recorrido hacia el cementerio Mapfre de Huachipa donde se realizaría una ceremonia privada a pedido de la familia, que rechazó un funeral de Estado. Pese a ello, el Apra movilizó a cientos de sus partidarios que fueron trasladados en buses hasta las cercanías del cementerio y entre gritos -incluso de ¡Federico, futuro presidente!, en referencia al hijo menor de Alan García- siguieron desde las afueras del recinto, la breve ceremonia. Al interior del cementerio, en una capilla abierta ubicada frente al ingreso principal, poco más de 50 personas, entre familiares y figuras políticas escucharon un responso antes de que el cuerpo de García fuera conducido hacia el crematorio, donde el recorrido del expresidente, el "Caballo Loco" como lo llamaron alguna vez, concluyó.