El 23 de enero, la ciudad de Wuhan, donde se originó el Covid-19, decretó el cierre total para que nadie pudiera entrar o salir y así disminuir el movimiento de personas en el inicio del Año Nuevo chino. En ese momento había 17 fallecidos y casi 600 casos. En el último tren desde Shanghái a esta urbe, de más de 11 millones de habitantes, iba Héctor Retamal, fotógrafo chileno y corresponsal de la agencia France Presse. Era la tercera vez que visitaba la capital de la provincia de Hubei, pero, a diferencia de las ocasiones anteriores, lo que encontró fue una “ciudad fantasma” que estaba ad portas de vivir una de sus mayores crisis, ocasionada por la pandemia del coronavirus, que a nivel mundial ha dejado más de 150 mil fallecidos.
“Cuando venía a Wuhan, varias personas me decían que regresara, que no viniera porque era peligroso, ya que aquí estaba el virus. En enero, las calles estaban vacías, muy pocos vehículos y en el camino vi cómo ya estaban cerrando los últimos negocios abiertos. Esto ya era una situación anormal”, señala Retamal, de 44 años, en conversación con La Tercera desde Wuhan.
La labor del reportero gráfico era retratar lo que estaba ocurriendo en la “zona cero”. Para esto se iba directo a los hospitales designados para recibir a pacientes con síntomas del virus: si los ciudadanos tenían 37,3 grados de fiebre o más eran internados. “Había mucha aglomeración de gente. Algunos centros médicos estaban saturados al punto que muchas personas llevaban sus propias sillas para sentarse y esperar ser atendidos. La gente se acercaba a nosotros y nos querían meter a los hospitales para ver lo que estaba pasando adentro. Eso no sucede siempre, es muy anormal”, relata.
Una de las interrogantes que rondaban en la mente del fotógrafo -que trabajó en La Tercera entre 2001 y 2010-, era la posibilidad de contagio al estar tomando imágenes en hospitales donde mucha gente tosía, estornudaba o incluso vomitaba. Para esto, Héctor Retamal implementó una estricta rutina sanitaria: todo el día mascarilla, lavado de manos cada vez que pudiera, alcohol gel, no tocarse la cara y protección en los ojos.
Sin embargo, dado los altos niveles de contagio de la enfermedad debía también realizar un “ritual” con la ropa que usaba a diario. “La desinfectaba y dejaba afuera de la habitación del hotel y corría al baño a lavarme las manos. Era un ritual que debía seguir con rigurosidad “, sostiene Retamal.
Otra dificultad en Wuhan era moverse por la ciudad, ya que ante la prohibición de funcionamiento del transporte público, que incluía a vehículos de aplicaciones móviles y el temor de muchos taxistas a acercarse a los hospitales, varias veces debió caminar. En uno de esos trayectos, encontró junto a su compañero de labores a un hombre muerto en la calle. “La gente estaba aterrada, nadie se quería acercar al cuerpo. Llegaron enfermeros y la policía, pero nadie lo tocó. Tomamos esa secuencia en fotos y video, que muestra el miedo y la crisis que estaba viviendo la ciudad”, dice.
Tras ocho días y sin señales de que Wuhan pudiera abrir sus puertas, Retamal y dos periodistas fueron evacuados la madrugada del 31 de enero en un avión enviado por el Presidente de Francia, Emmanuel Macron, para repatriar a más de 200 ciudadanos europeos. En Marsella, el fotógrafo debió cumplir una cuarentena de dos semanas en un hotel sanitario y se realizó dos tests de coronavirus, ambos negativos.
El retorno a la “normalidad”
Después de 57 días, cuando Wuhan levantó el bloqueo el 28 de marzo tras 60 días de confinamiento obligatorio, Retamal regresó a la ciudad. En febrero, China implementó un código QR de salud con datos del control de epidemia que tiene tres colores: rojo para casos confirmados, sospechosos o asintomáticos, y personas con fiebre; amarillo para personas con contactos cercanos a enfermos; y verde para los “saludables”.
A pesar de cumplir con el código verde, el fotógrafo tuvo que realizarse otros tres tests de Covid-19 en Wuhan, el primero para acreditar que estaba sano y el segundo para poder utilizar el transporte público. Ambos volvieron a dar negativo.
“La situación de la ciudad ya está volviendo a una relativa normalidad. Hay casos, pero no la cantidad de enero. Hay gente en los parques e incluso bañándose en el río. En mis fotos quiero mostrar cómo la gente está volviendo a su vida normal después de 76 días. Eso sí, todavía hay personas que no quieren salir de sus casas. Me imagino que todavía tienen temor al contagio”, finaliza Retamal, quien espera el resultado del quinto examen para regresar a Shanghái la próxima semana.