Un año y nueve meses. 654 días, para ser exactos. Este fue el tiempo que transcurrió entre la abrupta salida de Juan Carlos I, en agosto de 2020, y su primera visita a España luego de expatriarse a Abu Dabi, en Emiratos Árabes Unidos. Acción que realizó para desmarcar a la realeza y su institución de la investigación sobre la situación fiscal del antiguo monarca.
El rey emérito de 84 años volvió a pisar suelo español como un hombre absuelto, luego de que en marzo de este año la fiscalía resolviera archivar la investigación, en una decisión que dividió a los políticos del país entre quienes apoyan a la monarquía y quienes creen que debió pedir, al menos, disculpas públicas. Tal como cabría imaginar, su llegada no ha estado exenta de polémicas.
Como “simbólico” calificó la elección sobre dónde iniciar el viaje el periódico español, ABC. Esto porque, tras su aterrizaje a las 19.15 –hora española– en la ciudad de Vigo, partió inmediatamente hacia Sangenjo, en la costa de Galicia. Y fue precisamente en dicha localidad desde donde salió del país de manera furtiva hace casi dos años.
A pesar de que muchos imaginaron que lo primero que iba a realizar al aterrizar en suelo europeo sería encontrarse con su familia y particularmente con su hijo, el Rey Felipe VI, los planes de Juan Carlos eran distintos. El viaje de cinco días inició en la casa de su amigo y el presidente del Club Náutico, Pedro Campos. Allí pasará el fin de semana asistiendo a las regatas de Sangenjo para recién el lunes 23 partir hacia Madrid y visitar a la familia real, mismo día en que emprenderá su viaje de regreso a Abu Dabi.
Anticipándose a posibles cuestionamientos acerca del itinerario, la Casa Real afirmó que la elección de dicho orden en sus actividades se debe a que la Reina Sofía “se ha desplazado a Miami (Estados Unidos) para estar presente, con carácter privado, en las actividades organizadas en esa ciudad por el Queen Sofía Spanish Institute para conmemorar el 500 aniversario de la primera circunnavegación”, informó la prensa de la realeza española, por lo que retornará a España el domingo 22 de mayo.
Como cabía prever, las repercusiones políticas no se hicieron esperar. En cuanto a la planificación del viaje, fue el propio gobierno de Pedro Sánchez quien se opuso tajantemente a que Juan Carlos I pasara la noche en La Zarzuela, palacio en el que reside su hijo, el Rey Felipe VI. El argumento para oponerse a que pasara la noche en el lugar es que, según el gobierno, este sitio no es la residencia privada de la familia real, sino que es la sede de la Jefatura del Estado, institución a la que el rey emérito no pertenece. Es allí donde se sustenta la fugaz estadía en Madrid junto a su familia.
El Partido Socialista Obrero Español (PSOE), partido líder del gobierno, intentó por todos los medios desligarse del regreso de Juan Carlos. Esto quedó claro cuando la vocera de gobierno, Isabel Rodríguez, afirmó que el viaje “es una decisión personal del emérito. Sus relaciones son con la Casa Real y por respeto a esta institución no vamos a hacer ninguna consideración acerca de una cuestión que nada tiene que ver con el gobierno”.
No es primera vez que se deslizan críticas por parte del gobierno a la institución monárquica. Fue en marzo, días después de que se archivara el caso que involucraba a Juan Carlos I, cuando Sánchez planteó que el rey emérito le debe una explicación al pueblo español: “Sigo creyendo que tiene que dar una explicación”, dijo en aquella ocasión.
Y la razón de la molestia se explica en que la investigación en contra del antiguo rey fue cerrada, ya que los delitos fiscales, el blanqueo de capitales y el cohecho que perseguía el fiscal Alejandro Luzón ya habían prescrito o no eran perseguibles. La razón detrás de esta polémica decisión fue que todos los delitos imputados habrían sido realizados previo a 2014, fecha en la que Juan Carlos perdió su inmunidad como jefe de Estado al abdicar en su hijo Felipe en medio de polémicas extramaritales y una foto en la que posaba con un elefante recién cazado, en lo que fue el inicio de su caída política. Aunque los problemas legales no terminan ahí. En Reino Unido continúa abierto un proceso legal iniciado por su examante, la empresaria alemana Corinna Larsen, quien lo demandó por acoso en la vía civil tras asegurar que agentes de Inteligencia española la espiaban.
La molestia de sectores del oficialismo español no quedaron ahí. La ministra de Igualdad, Irene Montero, miembro del conglomerado Unidas Podemos, criticó a la institución alegando que “cada vez hay más gente que no entiende la utilidad de la monarquía”.
En una línea similar, el analista político y escritor español Fernando Jáuregui cree que “Don Juan Carlos no debe seguir dando titulares a sectores que quisieran debilitar la actual forma del Estado. Ha conseguido, de una u otra forma, quedar libre de casi todas las persecuciones fiscales y, dicen, es libre de ir y venir cuando le plazca”, afirmó en una columna para el medio La Tribuna de Toledo.
Pero no todos están molestos con la llegada del rey emérito, partiendo por el alcalde de Sangenjo, Telmo Martín. En entrevista con el medio español El Confidencial, Martín aseguró que les “tocó la lotería” con la visita de tan ilustre figura. “Cuando saltó la noticia, el Ayuntamiento se vio desbordado. Mi teléfono no paraba de sonar y no daba abasto para contestar las llamadas. Era una locura”, revelando, de paso, la importancia social y mediática que suscitó el evento.
El Partido Popular (PP) también celebró el regreso a través de su secretaria general, Cuca Gamarra. “Darle la bienvenida a su país y esperar que tenga una buena estancia en la que es su casa”, le deseó. Cuestionados sobre si le debiese pedir explicaciones a Juan Carlos I o exigir que dé disculpas públicas, el partido se desligó señalando que “el PP reconoce el papel que en la historia de este país ha protagonizado el emérito, y en su vida privada es él quien tiene que tomar sus decisiones, nosotros no entramos en eso”.
Entre adulación y desprecio deambula el viaje que trajo después de casi dos años a un monarca investigado por la fiscalía española y que se vio envuelto en polémicas que le costaron la corona española. Dos años que generaron que, como afirmó un comunicado de la Casa Real, ahora solo quiera “desplazarse con frecuencia a España para visitar a la familia y amigos, y organizar su vida personal y su lugar de residencia en ámbitos de carácter privado”. El cierre privado de una vida pública.