A Michelle Bachelet la recibirá el invierno del Caribe. Uno lluvioso y lento, esperado durante meses en las polvorientas ciudades venezolanas. También 712 presos políticos, varios de ellos enfermos, según el registro de la ONG Foro Penal. La recibirán también los funcionarios del gobierno de Nicolás Maduro y el líder opositor Juan Guaidó; la directiva de la Asamblea Nacional, la alta jerarquía de la Iglesia Católica, los profesionales de la salud de Caritas, los gremios, las víctimas de violaciones a los derechos humanos y sus familiares y algunas convocatorias a movilizaciones de calle que ya circulan por WhatsApp.
El comité de bienvenida para la visita de tres días -del 19 al 21 de junio- de Bachelet, alta comisionada de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, tiene agenda y expectativas.
Un comunicado de la ONU fechado el 14 de junio explica que Bachelet tendrá encuentros con Maduro y Guaidó, con ministros, con el presidente del Tribunal Supremo de Justicia, con el fiscal general y con el Defensor del Pueblo. El texto señala que también se reunirá con Diosdado Cabello, número dos del chavismo y presidente de la Asamblea Nacional Constituyente.
"Está muy claro que es una visita muy importante la de Michelle Bachelet. Ella ya ha recibido información técnica sobre Venezuela gracias a un equipo que estuvo en marzo y evaluará en vivo la gravedad de la situación que le han descrito", dice desde Suiza, María Alejandra Aristiguieta, representante diplomática en Ginebra nombrada por Guaidó en su calidad de presidente encargado reconocido por más de 50 países. En un comunicado del gobierno de Maduro se señala que esperan a Bachelet para que constate "los amplios e históricos esfuerzos del gobierno bolivariano para garantizar y promover los derechos humanos del pueblo".
Desde enero de 2019, y sobre todo después de los apagones de marzo, la situación de emergencia humanitaria de Venezuela ha sido reconocida tanto por la ONU como por la Cruz Roja Internacional. La presencia de Bachelet representa la culminación de un esfuerzo sostenido en un contexto de alta tensión política y represión de los cuerpos de seguridad del Estado.
"Independencia de movimientos, acceso irrestricto a donde ella considere, tener pleno control de su agenda y no tomar represalias en contra de quienes se reúnan con ella son algunas de las condiciones que ha pedido el equipo de Bachelet para viajar a Venezuela", asegura Aristiguieta.
Susana Raffalli, nutricionista y consultora de Caritas de Venezuela, se reunirá con Bachelet junto con otros miembros de organizaciones defensoras de derechos humanos. Dice que aunque la visita tiene unos cuatro meses de preparación, la fecha definitiva apenas se supo días atrás. Aunque no tiene todavía conocimiento del lugar de las reuniones, cree que se harán en una universidad en Caracas.
"Hay muchas cosas que decir en muy poco tiempo. Lo que aspiramos en el corto plazo no es ni siquiera seguir contando lo que ella ya sabe y tiene en los informes técnicos. Nuestra mayor expectativa es saber cuáles son los pasos posteriores. Esperaría cuatro cosas: 1) Que interpele al Estado y pida el cese de la violación de los derechos humanos. Puede ser un buen comienzo la liberación de los presos políticos. 2) Que exija al gobierno que facilite las cosas para abrir una oficina de DD.HH. de la ONU aquí. 3) El acceso de Venezuela a los mecanismos de monitoreo y verificación de derechos humanos de la ONU. 4) Si tuviera tiempo, y lo pide, me encantaría llevarla a dos o tres lugares que me impactan", plantea Raffalli.
Presos políticos
Se espera que el viernes, último día de la agenda, Bachelet presente un informe de su experiencia. Ese mismo día, de acuerdo con Aristiguieta, se reunirá en privado con Juan Guaidó. Antes lo hará con la directiva de la Asamblea Nacional. "En el gobierno del presidente encargado pensamos que si hay un acuerdo previo de liberar presos políticos, de pedir el cese de las ejecuciones extrajudiciales de las Fuerzas de Acciones Especiales de la Policía Nacional Bolivariana y de abordar el tema de la ayuda humanitaria, no podemos sino esperar e impulsar que esto sea así", dice Aristiguieta.
La posibilidad de que sean excarcelados algunos presos políticos como gesto ante la visita de Bachelet no está clara. La tarde del lunes salió de la cárcel Gilber Caro, diputado de Voluntad Popular -partido de Guaidó-, detenido el 26 de abril sin que se le imputaran cargos y sin que hubiera sido informado su lugar de reclusión. Caro fue "entregado" al Grupo de Boston, una comisión parlamentaria mixta creada por legisladores venezolanos y estadounidenses después del golpe de 2002.
Un integrante del Grupo de Boston que pidió no ser identificado dijo que la liberación de Caro no tiene nada que ver con Bachelet. Poco después fueron puestos en libertad Melvin Farías y Junior Rojas.
Otra señal confusa sobre la voluntad de liberación de presos políticos es el pase a juicio, un día antes del arribo de la alta comisionada, de Roberto Marrero, mano derecha de Guaidó, por la presunta comisión de delitos de legitimación de capitales, asociación para delinquir y conspiración.
Mientras se juega al pulso de la politización delante de la visita, en las calles venezolanas también hay planes. Invitaciones a protestar comienzan a rodar en redes sociales y teléfonos. A Bachelet la recibirá algo más que la lluvia.
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