La campaña de vacunación en Brasil inició el lunes pasado tras la autorización para el uso de seis millones de unidades de la vacuna china CoronaVac y dos millones de unidades del laboratorio AstraZeneca. Durante la semana pasada, también se aprobó el uso de 4,8 millones de vacunas provenientes del Instuto Butanan de Sao Paulo, el cual está asociado al laboratorio Sinovac.
En medio de la segunda ola del coronavirus, la angustia de los brasileños aumenta mientras el virus ataca severamente al país. Se registraron 61.121 nuevos casos y 1.176 muertes ayer, lo que suma 8.816.254 contagios totales y 216.475 muertes desde marzo del año pasado.
Aunque el inicio de la vacunación es una buena señal, los expertos sanitarios del país advierten que no será suficiente. Con los seis millones de vacunas CoronaVac solo se logrará inocular de manera completa a tres millones de personas, poco más del 1% de los habitantes de Brasil. A mediados de enero, el gobierno ya había anunciado que no contarían con todas las dosis que prometieron para la primera fase de vacunación. De los 50 millones de unidades que anunciaron, cuentan con 30 millones.
La situación sanitaria de Brasil ha puesto en cuestionamiento la figura de Jair Bolsonaro. Tras el confinamiento del estado de Amazonas la semana pasada -debido al aumento de contagios por la nueva cepa del virus, el colapso de hospitales, y el agotamiento de sus reservas de oxígeno-, se han registrado protestas masivas en la ciudad de Manaos, Sao Paulo, Río de Janeiro y Brasilia.
Esto es una evidencia clara de cómo ha caído la popularidad de Bolsonaro durante la segunda ola de contagios en Brasil. Según la última encuesta del Instituto Datafolha, un 40% de los brasileños califican como “malo” o “pésimo” el gobierno de Bolsonaro. La cifra se acerca bastante al récord de desaprobación de Bolsonaro, cuando alcanzó un 44% en junio del 2020.
Retrasos en la vacunación
La campaña no cuenta con un plazo definido, lo que ha vuelto la logística bastante problemática. Muchas personas influyentes del país han empezando a vacunarse, cuando no debieran hacerlo aún. Esto detuvo el proceso de vacunación en Manaos, epicentro de los contagios en Brasil, durante 24 horas para regularizar la situación.
Además, el gobierno anunció el sábado que rechazaron un cargamento de dos millones de vacunas provenientes del laboratorio Pfizer, debido a que consideraron insuficiente tal cantidad para el país de 212 millones de habitantes.
El retraso en los envíos de las vacunas también ha contribuido a frenar el proceso. La llegada del medicamento de AstraZeneca ya había sido retrasado en reiteradas ocasiones, hasta que llegó el viernes pasado al país. Además, el Instituto Fiocruz -institución a cargo de la producción de vacunas en Brasil- recibió la aprobación para producir más inyecciones, pero su calendario también podría ser afectado por retrasos.
Una de las principales razones de las tardanzas han sido los constantes enfrentamientos del gobierno brasileño con China. Debido a su alineamiento con el ex presidente Donald Trump, Bolsonaro siempre se ha mostrado hostil en sus relaciones políticas con el gobierno chino, y en lo que respecta a vacunas no ha sido distinto.
Mientras analistas lo acusan de “incompetencia diplomática”, Bolsonaro dijo a través de una transmisión en vivo en Facebook que “el problema es burocrático, no político”.
“Si esos insumos no llegan, vamos a tener que interrumpir la campaña. Es un momento bien difícil para Brasil, hay muchas dudas, ansiedad, no vemos un posicionamiento claro de las autoridades que genere confianza en la población”, comentó a AFP la vicepresidenta de la Sociedad Brasileña de Inmunología, Isabella Ballalai.