Fue en septiembre de 2018 cuando el Papa Francisco anunció el encuentro, tras tomar la decisión con el C9 -el grupo de cardenales que lo asesora en la reforma administrativa del Vaticano- y en medio de las críticas por supuestos encubrimientos de abusos que el exnuncio apostólico de Washington, José María Viganó, realizó contra el Pontífice al finalizar su gira por Irlanda.
Este es el contexto, y con nuevos casos de abusos a menores por parte de miembros del clero dándose a conocer cada semana, en el cual Jorge Mario Bergoglio realizó el llamado.
Para el vaticanista español y director del portal "Religión digital", José Manuel Vidal, esta cumbre en el Vaticano "es un evento histórico, porque es inédito y por vez primera, después del Concilio, plasma la sinodalidad de una manera evidente".
Añadió que "los presidentes de las conferencias episcopales de todo el mundo, presididos por el Papa, van a abordar la lacra de la pederastia. Un tema en el que Francisco se juega su pontificado y, lo que es más importante, la Iglesia su credibilidad".
El analista de Religion News Service, Thomas Reese, sostuvo que la importancia de esta cita radica en que "es un reconocimiento de un problema universal, no solo para el primer mundo. Es un reconocimiento de que este problema debe ser enfrentado públicamente, no a puertas cerradas".
Expectativas
Sin embargo, en la reciente conferencia de prensa tras la Jornada Mundial de la Juventud, en Panamá, el Papa llamó a "desinflar las expectativas" sobre el encuentro, lo que causó sorpresa en el mundo católico.
Al respecto, Vidal indicó que "el rebajar las expectativas responde a no frustrar la esperanza del pueblo de Dios y de los propios obispos. Habrá un antes y un después de la cumbre, pero los casos de abuso seguirán saliendo. Lo que cambiará es la forma de abordarlos: desde las víctimas, con todo tipo de reparación -incluida la económica- y con petición expresa de perdón. Y, por supuesto, con denuncias a la justicia civil".
Reese, en tanto, coincidió con las declaraciones del líder de la Iglesia Católica: "La reunión dura solo cuatro días y es con obispos de diferentes culturas y sistemas legales. Me parece que las discusiones carecerán de la especificidad que a la gente en EE.UU. y Chile les gustaría ver".
Errores de Chile
Para el analista de Religion News Service, una de las cosas que se podrán "sacar en limpio" de la cumbre es "advertir a los obispos del mundo que no cometan los mismos errores de Estados Unidos y Chile (...) Decirles que ellos serán responsables si no protegen a los niños. Advertirles que el hecho de que pocas víctimas hablen no significa que no haya problema".