A la crisis permanente que sufre Venezuela, parte importante de la ciudadanía ha debido sumar por estos días más angustia e incertidumbre por las graves fallas en el suministro eléctrico y una creciente falta de agua potable. A raíz de la seguidilla de apagones que comenzaron el 7 de marzo y al segundo gran corte que comenzó el lunes de la semana pasada, el gobierno de Nicolás Maduro anunció -sin dar mayores detalles- la implementación de un "plan de 30 días de racionamiento eléctrico", con la intención de solucionar las fallas. Sin embargo, esto ha provocado más problemas.

"Lo que antes era parte de la cotidianidad, hoy para nosotros es un lujo, al punto que por no desperdiciar agua, como uso el pelo largo, mi abuela no me ha dejado lavarme el cabello y como ahorita se restablecieron por un momento los servicios básicos, siento una felicidad enorme porque voy a poder bañarme en la regadera", cuenta a La Tercera la venezolana María Oropez, una abogada independiente de 24 años de la ciudad de Guanare, capital del estado de Portuguesa, una de las regiones más afectadas por los apagones en el occidente del país.

La situación es tal en Guanare, que según lo relatado por esta abogada, en la última semana solo han tenido luz dos horas el sábado y ayer otras cuatro. Es más, mientras sostiene una conversación con este medio, debe interrumpirla para aprovechar de abastecerse. "No hay detalles oficiales, pero según lo que estamos viendo los cortes van a ser cada cuatro horas. Logré poner a cargar todo, también lavar algo de ropa. Todo rápido porque nadie sabe en qué momento nos quitan la electricidad y se va el agua nuevamente", agrega Oropeza.

Entre la vida y la muerte

La angustia de muchos venezolanos va en aumento e incluso, en medio de un escenario de creciente desesperación, algunos han comenzado a almacenar agua proveniente de alcantarillados, cloacas subterráneas o de cauces bajo los puentes. Otros se han visto en la necesidad de recoger alimentos descompuestos de los basureros. Incluso hay casos en que la falta de servicios básicos se ha transformado en algo vital.

Yessica del Valle, de 32 años, tiene a su hijo de siete años con leucemia de alto riesgo, en la Guaira, capital del estado de Vargas. Además, el menor padece hepatitis C y un quiste en el cerebro. Por eso, Del Valle ha sufrido en carne propia la interrupción del tratamiento de su hijo cuando se corta la luz y dejan de funcionar los generadores del Hospital José Manuel de los Ríos, en Caracas.

"Los días con mi hijo son difíciles. Nos levantamos a las 04:00 para traerlo de lunes a viernes al hospital para la quimioterapia, pero cuando falla la planta (eléctrica) las quimios no se completan y los tratamientos tampoco", relata Del Valle a La Tercera. También confirma que nada ha cambiado desde que se anunció el racionamiento porque "estamos casi siete horas sin luz y luego viene y se va, no existe información de un plan".

Ante las críticas y protestas por los apagones el fin de semana, el gobierno oficializó el nombramiento de un nuevo ministro de Energía, que también estará encargado de la estatal Corpoelec. Igor Gavidia León se convirtió así en el primer civil que Maduro nombra al frente de esa cartera.

Pese a todo, expertos como el ingeniero eléctrico, Miguel Lara, quien hasta 2004 encabezó la oficina del sistema interconectado de Venezuela (Opsi) insiste que ni racionamiento, ni cambios de ministros son suficientes para solucionar la falla en la central eléctrica de Guri, responsable del suministro del 70% del país. "Este plan es un reconocimiento del gobierno de su incapacidad de resolver la crisis eléctrica que ellos mismo crearon,. Hasta que no exista un cambio político que logre voltear el modelo de gestión no se verán mejoras en el sistema eléctrico", concluye.