El acuerdo entre el chavismo y la oposición para participar en las elecciones regionales y de alcaldes del domingo tras tres años de boicot disidente y que contó por primera vez en 15 años con la participación de veedores internacionales, no terminó por convencer a los venezolanos, tan solo un 41,8% del padrón, o sea 8 de 21 millones de votantes habilitados acudieron a las urnas. El gran ausentismo permitió un incremento del poder territorial del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) y consagró la división entre los partidos antichavistas derivando en una “desconfianza” de los votantes en el proceso, lo que podría adelantar un esquivo escenario para las presidenciales de 2024. No obstante, la atención está puesta ahora sobre el informe que publicará hoy la misión de observadores de la Unión Europea (UE) y los pasos que den los estados que optaron por autoridades disidentes: Zulia, Cojedes y Nueva Esparta.
De acuerdo al último recuento del Consejo Nacional Electoral de Venezuela (CNE), el chavismo venció en 20 de las 23 gobernaciones del país. A diferencia de las elecciones locales de 2017, en que la oposición logró posicionar a cuatro gobernadores y el oficialismo, 19, en esta ocasión las fuerzas disidentes solo lograron una victoria en tres estados -el más importante es Zulia, ya que es el con más habitantes del país y será liderado por Manuel Rosales, jefe del partido Un Nuevo Tiempo- y perdieron otros tres territorios clave, como Anzoátegui, Mérida y Táchira.
Uno de los triunfos más llamativo de la jornada para el Palacio Miraflores fue el del gobernador electo en Táchira, el expolicía Freddy Bernal Rosales, que también se desempeñó como alcalde de Caracas por dos períodos (2000-2008), exministro de Agricultura Urbana y desde hace cinco años, coordinador nacional de los Comités Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP) -entidad encargada de distribuir canastas de alimentación básica en los barrios pobres, convertidas en la maquinaria política del chavismo-.
Además, Bernal había sido designado protector de Táchira, cargos establecidos por el oficialismo en estados dominados por la oposición y figuras vigentes desde los gobiernos de Hugo Chávez. Por ejemplo, los gobernadores electos de Anzoátegui, Luis Marcano y de Mérida, Jehyson Guzmán, también fueron protectores, y Caracas será gobernada por la almirante, Carmen Meléndez.
Según el diario español El País, el naufragio de las fuerzas opositoras responde a varias causas. Los líderes más conocidos tienen importantes diferencias en torno a la valoración y verdadera utilidad de asistir a las elecciones que organiza el chavismo -por lo que desistieron de participar en procesos electorales desde 2018 acusando falta de garantías democráticas-. La oposición tomó la decisión de acudir a la cita de forma tardía y no fue capaz de diseñar una campaña nacional con un mensaje coherente, sin contar que no tenían los recursos y fueron divididos, con dos y hasta tres candidaturas, en al menos ocho entidades federales.
“Hay que considerar que ese 41% de participación podría incluso ser menor, lo que podría reflejar una movilización masiva de última hora y las típicas artimañas del chavismo para inflar el número, pero aún así la participación denota un nivel de abstención altísimo de los venezolanos y un resultado avasallador para el chavismo. Entre tanta mala noticia, una buena es que se abre una nueva oportunidad no solo para la reagrupación de la oposición, sino para la renovación de liderazgos opositores. Si el objetivo es compartido más allá de las divisiones en la diversidad de frentes, existe una posibilidad de agruparse para trabajar por un cambio político en Venezuela. Para esto, esta vez se debe dar con un objetivo auténticamente compartido por los opositores y que empiece a construir un nuevo escenario para dirigir a los venezolanos con logros concretos, claros y que puedan probarse”, señala a La Tercera, el analista político venezolano, Miguel Velarde.
Durante la madrugada del lunes, el Presidente Nicolás Maduro hizo un llamado a “ganadores y no ganadores a respetar los resultados, al diálogo político y la reunificación nacional”, pero además sostuvo tener confianza en que los gobernadores de la oposición electos “son gente con experiencia política y sabrán atender mi invitación para repotenciar el Consejo Federal de gobierno”.
Días antes de los comicios, el líder opositor Juan Guaidó aseguró que no había “juego limpio” en la votación, por lo que no participó ni emitió su voto señalando que “estamos en dictadura”. En el día después de las elecciones, Guaidó otorgó una conferencia de prensa en la que convocó a una unidad en la oposición para responder a los intereses de los venezolanos. “Hoy es un día de respeto a los ciudadanos, de atención a los venezolanos y también reflexión por parte de la dirigencia, por parte de los que se dicen líderes hoy en Venezuela. Porque también es evidente la necesidad de reunificación y articulación de todos los factores para poder enfrentar al régimen”, aseguró Guaidó.
En tanto, el excandidato presidencial disidente, Henrique Capriles, celebró que casi nueve millones de venezolanos participaron y criticó desde Twitter la orden de mantener abiertos los colegios electorales después de las 18 horas, plazo final para la elección. Para hoy se espera la publicación de un informe balance de la UE, aunque la Organización de Venezolanos Perseguidos Políticos en el Exilio (Veppex) solicitó ayer al bloque evitar transformarse en un “instrumento para legitimar una narcotiranía”.
De acuerdo al diario colombiano El Tiempo, las elecciones locales se veían como un nuevo punto de partida tanto para Maduro, que busca el levantamiento de sanciones internacionales que asfixian la economía con un 3.000% de hiperinflación en 2020, como para la oposición con el retorno a la vía electoral con la mirada puesta en conseguir unas presidenciales “transparentes” en 2024, aunque el próximo año tiene la opción de un referéndum para revocar el mandato de Maduro.
Aún sin resultados en la hoja de ruta propuesta por el sector de Guaidó, lo que conllevó a una caída en sus niveles de popularidad, el opositor ha reafirmado la urgencia de retomar las negociaciones entre el chavismo y la oposición en México, instancia que permanece paralizada, ya que el Palacio Miraflores acusa que “no hay condiciones” después de la extradición del empresario colombiano y pieza clave del círculo cercano de Maduro, Alex Saab, de Cabo Verde a Estados Unidos.
Tras el quiebre político que generó la reelección de Maduro en mayo de 2018, cuando obtuvo un 67% de los votos frente al segundo lugar de Henri Falcón, con un 20% de respaldo, que le permite al heredero chavista mantenerse en el poder hasta 2025, los comicios regionales fueron vistos como una prueba de fuego para las próximas presidenciales y legislativas en el país.
“Sin dudas, este escenario de alta abstención se puede repetir de cara a las presidenciales de 2024 y hay un sector de “oposición” que habla de un posible proceso revocatorio, todo esto en la realidad venezolana solamente significa seguir en un espiral de caída libre en que actualmente no hay forma de salir de la crisis mediante elecciones porque no cumplen con las condiciones mínimas para reflejar la voluntad popular. Unas elecciones más o menos libres sacarían al chavismo del poder, pero estos procesos no son lo más cercano”, finaliza Velarde.