Vladislav Zubok, historiador ruso: “En la Rusia de Putin no hay democracia de ningún tipo”
Para el experto en la Guerra Fría y la Rusia del siglo XX, el actual mandatario -que cumplió 25 años desde que llegó al poder- ha cambiado tanto por sus políticas internas como también respecto a su relación con Occidente y especialmente con Estados Unidos.
La noche del 31 de diciembre de 1999, el entonces Presidente ruso, Boris Yeltsin, sorprendió a su país al anunciar su renuncia. “Me voy. He hecho todo lo que he podido”, dijo en el tradicional discurso previo al Año Nuevo. De acuerdo con la Constitución rusa, el primer ministro Vladimir Putin, que apenas había asumido en agosto, se convirtió en el gobernante interino. Al salir del Kremlin, Yeltsin aconsejó a Putin: “¡Cuida a Rusia!”, recordó la BBC. Tres meses después, el ex agente del KGB ganó las elecciones.
Cuando han transcurrido 25 años desde el arribo de Putin al poder, el historiador ruso y académico de historia internacional en la London School of Economics, Vladislav Zubok además de jefe del Programa de Asuntos Internacionales de Rusia en LSE IDEAS, conversó con La Tercera sobre cómo ha cambiado Rusia en el último cuarto de siglo.
¿Cómo se explica la popularidad de Putin? Muchos rusos dicen que se debe a la estabilidad que le dio al país…
Es difícil decir cuál es el origen de la popularidad de alguien que ha estado en el poder durante 25 años. Me hace pensar en la gente que empieza con una serie de promesas y acaba con otras. En el caso de Putin, fue elegido por Yeltsin como su sucesor para continuar con las reformas y proceder con la democratización de Rusia. Eso se le dijo muy explícitamente a Putin. En otras palabras, también había estabilidad, pero era estabilidad para la democratización, para hacer que Rusia fuera estable para la democracia. Sin embargo, 25 años después encontramos un tipo de estabilidad diferente. Y en realidad en la Rusia actual no hay democracia de ningún tipo. Entonces su estabilidad autocrática se alcanzó por medios muy diferentes a los que se habían prometido en 1999.
Los expertos estiman que durante su gobierno se ha registrado incluso más represión que en la época de Stalin. ¿Está de acuerdo con esa afirmación?
He estudiado muchos temas, tanto de historia cultural como de historia política de la década posterior a la muerte de Stalin. Y puedo decirles que la situación era muy diferente después de 1953, cuando Stalin murió. Había mucha gente en la sociedad rusa de aquella época que buscaba la verdad, el diálogo y el debate. Lo que podríamos llamar libertad de expresión. Tenían muchas ilusiones, la mayoría de ellas marxistas. Las ilusiones leninistas creían que la Revolución rusa había emancipado a millones y millones de personas en todo el mundo. Así que era una sociedad muy diferente. Y luego, a principios de 1956, todo explotó por completo. El nuevo líder del país, Nikita Khrushchev, denunció a Stalin. Pero esa denuncia de Stalin en sí misma era una señal de que había mucha gente en la sociedad que estaba preparada para algo mejor de lo que había existido en ese momento. Básicamente, se sentían molestos por el despotismo y sabían qué era despotismo. Mientras que hoy es una situación extraña que los rusos miren a su alrededor y tengan todo tipo de problemas, pero tengan miedo de participar en cualquier discusión. Algunos de ellos pueden ser igual de cínicos, no creen en ninguna revolución ni en ninguna emancipación. Solo quieren abandonar el país. Otros dicen cosas como: los estadounidenses también tienen problemas o en América Latina también tienen problemas, y así sucesivamente. Eso es una especie de manera de evitar cualquier acción. La sociedad actual, en mi opinión, es mucho más pasiva y tiene menos potencial de cambio que la sociedad que existía después de la muerte de Stalin.
¿Cuánto ha cambiado Putin desde que asumió el poder?
El cambio se produjo muy rápidamente. En 2003 Putin ya había arrestado a (el empresario) Mijail Jodorkovski. Y esa medida fue muy popular, porque la gente odiaba a los oligarcas y Jodorkovski poseía y compraba grandes cantidades de activos petroleros soviéticos y ganó miles de millones con ello. Y la gente pensaba que era injusto. Mucha gente odiaba ese tipo de privatización. Y el gesto de Putin fue muy popular. Pero resulta que Putin utilizó ese dinero para construir su propio poder y su propia riqueza. O se podría decir que así fue. Así que fue muy temprano en su carrera cuando se produjo el cambio. Pero en ese momento los políticos occidentales veían a Putin -incluso después del arresto de Jodorkovski y la liquidación de su empresa, Yukos- como autoritario, modernizador y reformista. Así que estaba bien. Fue criticado por muchos, por supuesto, como oficial del KGB. Pero durante años lo consideraron un tipo normal. Putin fue aceptado por los británicos: Blair trató de ser su amigo. Fue aceptado por los estadounidenses: Bush hijo intentó mirarlo a los ojos. Creo que comenzó a cambiar seriamente solo cuando Putin mismo lo dijo: ‘Mire, yo estaba bien a los ojos de Occidente hasta que comencé a desafiar la dominación estadounidense’. Eso sucedió en 2007, cuando Putin acudió a la Conferencia de Seguridad de Múnich y luego criticó abiertamente a Estados Unidos. No fue el primer líder ruso en hacer eso, Yeltsin también criticó a Estados Unidos, pero Yeltsin lo hizo en 1999, cuando la OTAN bombardeó Yugoslavia. Esa fue una crítica bastante dura del unilateralismo estadounidense por parte de Yeltsin. Pero Yeltsin era tan débil que Washington podía ver en esa crítica como que Yeltsin podía estar de mal humor o que hubiera bebido demasiado, y todo eso. Pero cuando Putin empezó a hacerlo coincidió con el momento en que Rusia se levantaba de su posición de rodillas ante el aumento de los precios del petróleo. Así que, desde el punto de vista de Occidente, en particular de los estadounidenses en ese momento, Rusia empezó a comportarse como una potencia revisionista. No solo Putin se volvió tan crítico con Occidente, sino que ya tenía recursos para demostrar sus palabras. Después de 2007, de repente Putin cambió su tono. Y en 2008, por supuesto, protestó vocalmente contra la promesa de la OTAN a Georgia y Ucrania de convertirse eventualmente en miembros de la OTAN, y en 2008, más importante aun, en agosto, él contraatacó Georgia. Inmediatamente después que el líder georgiano Mijail Saakashvili intentó restaurar el control georgiano sobre una zona separatista de Georgia que existía en gran medida gracias al apoyo de Rusia. Ese conflicto fue la primera vez que se utilizaron tropas rusas de manera unilateral, sin ningún consentimiento ni acuerdo fuera del territorio ruso. Así que ese fue un momento muy decisivo. Y eso fue incluso antes de que estallara la crisis ucraniana. Así que creo que 2007 y 2008 fueron años de cambio muy importantes.
Respecto a Ucrania, ¿cree que sus intenciones son anexarla completamente?
Putin no inventó la cuestión ucraniana, esto se encontraba muy presente en la mente de muchos. Digamos que los nacionalistas rusos son personas que lamentaron el colapso de la Unión Soviética. Y fue justo durante las últimas fases del colapso y durante los primeros meses posteriores al colapso soviético que estuvo muy claro para muchos políticos rusos, quienes lo dijeron en varias ocasiones: ‘Estamos en proceso de divorcio con Ucrania. Éramos parte del mismo país y ahora Ucrania decidió ser independiente. Y tenemos que establecer ciertas condiciones para Ucrania’. Y algunas personas incluso plantearon la cuestión de Crimea o plantearon la cuestión de los rusoparlantes en los territorios orientales en Donetsk y Lugansk. Así que todos esos territorios que Putin presentó más tarde como un problema, ya se habían discutido en 1991 y 1992. Ahora bien, los ucranianos, por supuesto, lo rechazaron totalmente. Dijeron: ‘¿Qué divorcio? Ustedes nos colonizaron, nosotros obtuvimos nuestra liberación nacional. Nosotros solo queremos nuestra liberación, no teníamos a ningún Simón Bolívar, solo tuvimos el referéndum y eso es todo’. Durante toda la primera década de su gobierno Putin prefirió tratar con Ucrania como tratas con cualquier vecino, con quien tienes comercio, aplicas cierta presión económica cuando es necesario para obtener un mejor trato comercial. Pero poco a poco, debido a los acontecimientos en Ucrania, en particular las dos Maidan (las protestas en 2004 y 2013), sus métodos empezaron a cambiar. Así que empezó a ver la necesidad de la manipulación política o de sobornar a las élites locales. Intentó todos los métodos, excepto la violencia, para preservar los intereses rusos en Ucrania, pero también los suyos. Yo no soy un especialista, no he leído ningún documento, ningún memorándum interno, sobre cómo se desarrolló realmente. Así que sigue siendo muy secreto y clasificado. Pero podemos observar que la idea que Putin tenía de Ucrania comenzó a cambiar.
¿Cuándo cambió?
En 2007 y 2008 no llamó a Ucrania una amenaza mortal para Rusia. De repente se dio cuenta de que Ucrania se había convertido en un territorio en el que Rusia ahora compite con Estados Unidos, ni siquiera con Occidente, porque, en su opinión, Ucrania comenzó a cambiar simultáneamente con la evolución de su visión de Estados Unidos. Estados Unidos veía cada vez más a Putin como una amenaza para la seguridad, como una amenaza existencial, porque Estados Unidos, en su opinión, se negaba a negociar esferas de influencia. Estados Unidos siguió actuando unilateralmente, tal como les gustaba a los estadounidenses. Y Putin se convenció cada vez más de que no se puede hacer nada con ellos. Solo se puede mostrar la fuerza, solo se puede mostrar la mano o convencer a los estadounidenses de que deben mantenerse alejados de Ucrania. Y cuanto más se aliaban los estadounidenses con los ucranianos, se convirtió en una especie de profecía autocumplida.
Cuando Putin dijo que el colapso de la URSS fue la mayor catástrofe del siglo XX, ¿esa frase tenía intenciones imperialistas?
Lo dijo muy al comienzo de su mandato. El contexto era que mucha gente sufrió por eso. El mundo se niega a reconocer el sufrimiento ruso, los agravios rusos y los intereses rusos. No era un llamado al imperialismo. No era un llamado a la reconstitución de la Unión Soviética en ese momento, al menos. Pero, por supuesto, parte de los medios occidentales, incluso en ese momento, estaban muy atentos a lo que salía de la boca de Putin y la interpretación inmediata, por supuesto, en los Estados bálticos y algunos ucranianos y polacos dijeron inmediatamente que quería restaurar la Unión Soviética de nuevo. No creo que quisiera eso, al menos en ese momento. Y puedes decir, ¿qué pasa hoy? Yo diría que para restaurar la Unión Soviética carece de recursos. Todo lo que sabemos sobre el curso de la guerra, todo lo que sabemos sobre la economía rusa, las finanzas rusas, significa que es imposible reconstruir la Unión Soviética por la fuerza.
¿Qué perspectivas ve para Rusia?
Están sucediendo muchas cosas. En primer lugar, todo el mundo espera que la administración Trump cambie muchas políticas. Y creo que la retórica rusa actual es muy cautelosa sobre los cambios en Estados Unidos, los cambios en el mundo. En otras palabras, como si Putin dijera: ‘Bueno, debemos continuar sin importar lo que sepamos, no debemos contar con ningún factor externo, como Trump, para sacarnos de nuestro problema actual’. Pero creo que la política rusa no es inmutable, puede cambiar porque Putin tiene el control absoluto de la política exterior rusa y de la seguridad rusa. Y digamos que Putin se reúne con Trump y algo sucede durante la reunión y se discute algún tipo de acuerdo, pero hay muchos obstáculos para que se produzcan cambios reales. Hay muchos obstáculos para que se acabe la guerra, para empezar. Los ucranianos y Zelenski están decididos a que nada se decida sin su voluntad. Nada se decidirá sin su consentimiento. Así que, como en todo asunto relacionado con el fin de una guerra, cuando hay tantos cocineros, tantos médicos, es posible que no haya ninguna operación con éxito. Yo sería muy cauteloso, aunque no totalmente pesimista, pero no veo motivos para un optimismo considerable ahora. Así que puede que todavía nos esperen una pequeña crisis y una escalada en el futuro inmediato.
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