El académico de la American University, William Lawrence, es experto en Medio Oriente y, como exdiplomático estadounidense enfocado en la política sobre Túnez, fue un observador privilegiado del proceso conocido como Primavera Árabe, que se inició hace 10 años en la ciudad tunecina de Sidi Bouzid. En conversación con La Tercera analiza la situación regional tras esa revolución.

Se ha dicho que Túnez es el único caso de éxito de los países que experimentaron la Primavera Árabe, ¿está de acuerdo?

Túnez no fue la única experiencia exitosa que surgió de la Primavera Árabe. Hubo 18 países que experimentaron la Primavera Árabe y no todos fueron fracasos. Pero, ciertamente, Túnez fue el mayor éxito que se produjo. Fue el único país en hacer una transición hacia la democracia. Y tuvieron muchas transformaciones, en lo social, cultural, política y económicamente, que fueron positivas, aunque ha habido algunos retrocesos en algunos aspectos desde la revolución.

¿Cree que se cumplieron las expectativas?

Siempre fue imposible cumplir con la expectativas, porque éstas eran muy altas y eso es muy común después de una revolución. Los economistas hablan de una curva donde, después de las revoluciones, la economía siempre empeora por un período, antes de mejorar. Y la interrogante está en cuándo cambiará la economía. Túnez ha sufrido una serie de crisis económicas tras su revolución y ahora enfrenta la pandemia. Entonces, solo desde la perspectiva económica, muchos tunecinos están descontentos y ven que la revolución no cumplió con sus expectativas porque están luchando económicamente. Hubo muchos problemas de seguridad después de la revolución, pero en general han estado bajo control desde aproximadamente 2016.

¿Cómo evalúa los cambios políticos que se generaron?

Hubo muchos problemas después de la revolución, una crisis política en 2013 que cerró el Parlamento. Luego vino la nueva Constitución de 2014, que fue un gran éxito. Desde entonces, hemos tenido muchas luchas políticas internas en el Parlamento, que llevaron a la violencia en el Congreso hace una semana. Así que hay mucha agitación política. Pero ahora mismo la democracia se mantiene y la mayor parte de la lucha se trata de cómo ser una democracia, no de cómo detener el movimiento democrático.

En el caso de la vecina Libia, el panorama ha sido diferente, ¿qué perspectivas ve en el conflicto libio?

Hay una caracterización sobre Libia de que ha sido un caos desde 2011. Creo que es una caracterización que solo ayuda a la narrativa contrarrevolucionaria. De hecho, la primera guerra civil terminó en noviembre de 2011 y la segunda guerra civil comenzó en mayo de 2015. En el medio, tuvimos un período de relativa estabilidad. Tuvimos algo de violencia comunitaria, pero hubo dos rondas de elecciones. Se intentó redactar una Constitución. Tuvimos una serie de avances muy positivos. Y creo que esta impresión tiene más que ver con el tema de la migración, que afecta mucho a Europa y provoca el caos político en Europa, incluido el auge de la derecha. La segunda guerra civil comenzó en mayo de 2015 con un ataque al Parlamento por parte del general (Jalifa) Haftar, que quería detener la transición democrática, que estaba en curso en sintonía con la transición democrática tunecina. Túnez y Libia dependen mucho el uno del otro, y no veo cómo Túnez puede tener éxito sin ellos y viceversa. El proceso de paz de Libia está en mejor forma ahora que nunca, pero sigue siendo muy frágil.

¿Cómo cambiaron los equilibrios de poder en Medio Oriente después de la revolución?

Fue un gran cambio. La Primavera Árabe es probablemente el evento más importante en Medio Oriente desde la invasión estadounidense de Irak en 2003. Y la Primavera Árabe a menudo se ha comparado correctamente con las revoluciones de 1848 en Europa, que fueron el principio del fin de las monarquías europeas en el poder. Y una transformación similar está ocurriendo en Medio Oriente y el Norte de África a través del proceso conocido como la Primavera Árabe, por el cual probablemente veremos a largo plazo una disminución o desaparición del poder real reemplazado por formas de gobierno más democráticas y populares. La Primavera Árabe tuvo un nuevo realineamiento político, el conflicto de poder que enfrenta a los Emiratos, Arabia Saudita, Egipto, Bahréin y otros por un lado, mientras que por otra parte está Turquía, Qatar y algunos otros como Túnez y Libia occidental. Será interesante ver cómo avanza ese conflicto subsidario, si esa especie de Guerra Fría Árabe continúa o si la campaña de presión del gobierno de Trump sobre Irán y una posición mucho más proisraelí disminuye durante el gobierno de Biden, o si habrá una disminución de parte de la lucha por poderes y conflicto geopolítico en Medio Oriente que hemos estado viendo durante los últimos 10 años.

¿Cuál debe ser la política que debería tomar Joe Biden?

Creo que uno de los objetivos del gobierno de Biden será reprimir gran parte de este conflicto y aprovechar la oportunidad creada por los acuerdos de Abraham, no porque estos sean buenos para los palestinos que fueron marginados en el proceso. Pero debido a que los acuerdos crean un nuevo nivel de diálogo entre árabes e israelíes, es una oportunidad para eventualmente poner fin al bloqueo saudita, emiratí, egipcio, de Bahréin a Qatar, y si todo eso puede resolverse en las próximas semanas y meses , entonces tenemos una situación en la que las cosas podrían calmarse un poco en Medio Oriente.